Piojos sacudidos

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Cargué a la empapada Olivia y la llevé a su cuarto, llamé a un amigo que es médico y dijo que la meterse en la tina con agua fría para bajar la temperatura.

Lo hice y diez minutos después lo vi llegar, la tapé con un albornos y la sequé, Pieth, revisó a Olivia y dijo que tenía una pulmonía, podía darle medicamentos para estar en casa pero si empeoraba debía trasladarla al hospital.

Le puso un suero y consiguió un tanque de oxígeno; Olivia tenía problemas para respirar y su temperatura tan alta era un problema, le dieron varios medicamentos y Alex consiguió una enfermera para que la monitorease.

Mi siguiente problema era encontrar a Mily, estuvo husmeando y ahora simplemente desapareció.

Me debo asustar, gritar, ¿Qué hago?

Dejé el pánico de lado, para iniciar es algo con lo que no estoy muy relacionado, busqué en cada una de las habitaciones, y repetí, entré en el palacio rosado (la habitación de Mily y busqué en cada riñón) me metí en el ropero y no estaba ahí, me fijé debajo de la cama y la encontré hecha un puño debajo de la cama.

—Hermosa, me dejas pasar. —Mily me miró algo confundida, sus ojos no tan grandes como los de su tía brillaban en un rojo encandécete.

—¿Se va a morir?

—¿Has tenido gripe?

—Sí.

—¿Y moriste?—La niña pintó una amplia sonrisa en su rostro.

—No estaríamos hablando tío Sebas.

—Entonces, tía Oliva va a estar bien, dejémosla descansar y en unos días estará exigiendo que te peines.

La envié a tomar un baño y ordené una cena para los dos, Mily salió con su pijama de color rojo.

—Sabes que el rojo es el color favorito de tía.

—No lo sabía. —Sonrió mientras metía el pollo a su boca.—¿Cuál es tu color favorito?

—El verde, como tus ojos, te gustan tus ojos. —preguntó.

—No.—Mi sonrisa desapareció. Cogí los cubiertos y partí el pollo, escuché la carcajada salir de la boca de Mily, mi amargura de unos segundos atrás desapareció.—¿Qué es tan chistoso?

—Comemos fajitas con papas; esto se come con la mano. —Se puso de pie y sacó del refrigerado, salsas de tomate y mayonesa, las puso sobre la mesa y dijo:—Tienes que embarrar el pollo y las papas, así saben más rico.—Explicó la niña.

Comimos justo como ella dijo, y cuando el sueño le dominó se quedó dormida sobre la mesa. La llevé a su cama y fui a visitar a Olivia.

Nunca me había compadecido de nadie que estuviese enfermo, pero la debilidad que reflejaba Olivia y verle tan transformada a causa de una enfermedad realmente me impacto.
Se oía la lluvia resonar por toda la habitación y yo solo me preguntaba por qué decidió caminar bajo ésta lluvia descalza poniendo llamar un chofer, me quedé sostenido su mano y vigilándole toda la noche.

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La mañana siguiente fue más que complicada, lograr que Mily saliese de la cama, se metiera en el baño, tomara su desayuno y alistara sus cosas fue el reto más extraño de mi vida, pero eso de peinarle realmente convirtió la mañana en un desastre, Mily terminó llorando y dejé que no fuera a la escuela, le había hecho un nudo en las puntas del cabello intentando hacer una trenza tallada, y el ver a su tía en tan malas condiciones no mejoró con su pequeña depresión, la dejé hacer lo que quería, vio, televisión por la mañana, jugó con sus legos y se quedó dormida en la alfombra, cuando la alcé descubrí que tenía algo de calentura, le busqué unas medias y un pijama más abrigado y pedí a la enfermera un medicamento para la niña, no sabía la verdad que darle y podía resultar peligroso, le dimos un jarabe y después de dos horas sus síntomas comenzaron a desaparecer.

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