Veinte

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—Tío Sebas en serio, ¿para qué te hiciste de rogar si igual ibas a venir? Ahh... ¿por qué yo no sabía que tenías un hijo? Además, me dejaste cotillear.

—¿Cotilleas sobre mí? —preguntó Sergio con una gigante sonrisa de autosuficiencia.

—Basta —Dijo Sonia.

—Ves, soy irresistible.

—También es egocéntrico —Dijo Silvia.

—To... Sebas...—Dijo Rosie.

Una de las gemelas para que su tío le cargara, pero este parecía no poder escuchar, ni ver a nadie más que Olivia. Sebastian no quitaba su mirada de ella la cuál se veía pálida y temerosa acariciaba la cabellera rubia de su hijo.

—Oli, si quieres que nos vayamos nos vamos —sugirió Octavio.

—Piénsalo bien —Advirtió Sebastian.

—Podemos ir por un café, ustedes a comprar y en unos minutos los encontramos.

—Yo cuidaré de todos —Dijo Silvia.

Sebastian y Olivia caminaron en dirección opuesta, ella se acercó a un puesto de helado y compró uno para cada uno, Sebastian estaba tan molesto como ella estaba asustada. Los dos tenían miedo, los dos habían cambiado, él se dejaba la barba con algunas canas en ella, mientras Olivia pagaba vitaminas para su cabello y un ondulado diferente en su cabello, un poco más atractiva, la edad la hacía lucir más elegante.

—Quería encontrarte. Te necesitaba, yo... quería saber de él. Sé que nació en julio...

—Treinta y uno.

—Quería llevarle a su primer juego.

—Apestaba —Sebastian sonrió.

—Quiero saber su comida favorita.

—Pechuga y alas fritas, papas fritas y de postre pastel de chocolate.

—Te extrañé Olivia, porque estaba enamorado de ti —Ella asintió.

—Lo suficiente como para usarme de dardo. Querías vengarte de papá.

—Y él me quitó diez años de la vida de mi hijo.

—No, no fue mi padre. Eso lo hizo tu familia, yo dejé de importar cuando tu madre me recordó de dónde venía...

—Hola Olivia —sonrió y se volteó para ver a Alex. —¿Interrumpo?

—No —Respondió ella.

—Sí —Respondió Sebastian.

—No —Volvió a decir Olivia. —¿Qué se te ofrece Alex?

—Pensaba... que podíamos salir, comer o tomar algo... los dos.

—No puede—Dijo Sebastian, al darse cuenta de que quería ligársela, era un mocoso ¿cuánto tenía dieciséis?, bien, se veía más viejo, mucho viejo en extremo.

—No ha dicho que día, Sebastian.

—El jueves —Respondió con una sonrisa incómoda. —No tengo guardia.

—¿Eres enfermero? —preguntó Sebastian.

—Soy Radiólogo —Respondió.

—El jueves está...

—Complicado, nos casamos el sábado —Las mejillas del joven se pusieron rojas, antes de disculparse, Olivia majó el zapado te Sebastian y cuando se volteó para hablar con Axel él ya se había alejado.

La lobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora