Solo una puta

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Matrimonio, me está pidiendo Matrimonio,  observé a Sebastián quien estaba ahora de pie, después de meter una piedra verde creo que es Jade rodeada de por rubí y un aro de oro, acaricié la joya alrededor de mi dedo y escuché a Sebastian hablar de nuevo.

  -¿Olivia?, Negarte es una opción.  - Recomendó.

  - Estoy... asustada. ¿Te volviste loco? No estás enamorado Sebastian, la única profesión que he desarrollado es la prostitución y ¿Pretendes casarte conmigo?

- ¡Acepta y ya! - Respondió notablemente molesto.

- No, uno no se casa por que sí.

- ¿Crees que alguien aparte de mí se casaría con una puta? En este momento Olivia, no tienes un burdel y definitivamente estar en la calle no es tu opción, algún verdugo te tomará y serás una esclava. Aceptar es lo mejor que puedes hacer si quieres un futuro brillante para Mily - Respondió Sebastian con el fin de humillarme.

Está vez su razonamiento y su propuesta lo lograron por igual.
Me tomó fuerte de la muñeca para llevarme hacia mi asiento.

Comimos prácticamente en silencio y sin dirigirnos la mirada, estaba completamente dolida, me había esmerado en buscar un vestido, arreglar mis uñas, mi cabello por un hombre que no me valoraba, esto no tenía sentido, no tenía sentido desde el hecho en que me doliese porque ningún hombre me había, entonces cual es la diferencia entre casarme con él y cualquier otro puesto que en el momento en el cual  me engañe dolerá menos,  si llegase a pegarme tendría sobre mí el menor efecto y en el momento en que me divorcie... al menos, tendré dinero.

Observé mi plato vacío sin mucha dificultad dije:

- Acepto. -Tomé mi copa de champaña y la acerqué a mis labios.

-¿Perdón?

- Serás mi verdugo social, muchas le llaman esposo. - respondí y me quedé completamente en silencio.

Sebastian sin importar lo que yo quisieses me llevó a casa y me tomó como si fuese suya y por primera vez sentí que estaba con un cliente y no con el hombre que hacía a mis hormonas despertar, con él no me sentía como lo que  era, como una loba, me sentía como la gata más andrajosa, como un pulgosa perra que despertaría sobre las oscuras sábanas satinadas.

A la mañana siguiente desperté y tomé una larga ducha, lavé cada parte de mi cuerpo con detenimiento y luego de vestirme salí en dirección a la cocina, me encontré con Sebastian quien tomaba una taza de café y leía el periódico.

- ¿Quieres desayunar? -Le preguntó y él posó su mirada sobre la de ella.

Le miró en aquella camisa que le llegaba  hasta los muslos, se vio tentado a verificar si llevaba bragas, el hombre le hizo una seña con la mano para que se acercara, la mujer caminó lentamente hacia él intentando borrar la decepción que sentía con respecto a lo dicho y sucedido la noche anterior, el joven acarició la pierna de la mujer y sintió la frescura que había dejado el agua fría sobre la blanca piel de la mujer.

Sebastian le apretó y movió la pierna con el fin de que se acercara y ella soltó un suave bufido apenas auditable, el hombre siguió explorando con las suaves yemas de sus dedos la piel tersa de la pelirroja y se aseguró se de subir hasta el tesoro oculto de la mujer, que casualmente estaba cubierto, Sebastián soltó el periódico y con ambas manos colocó a Olivia sobre la mesa, echó su silla hacia atrás y abrió las piernas de la mujer para ponerse en medio y vio las marcas que le había provocado la noche anterior, el hombre se sintió completamente molesto por su descuido, puesto que le había irritado completamente, y por la inflamación en el centro de la mujer no dudaba que también le hubiese desgarrado.

- ¿Te duele?

-He tomado dos ibuprofenos. -confesó.

-Llamaré al médico...

-Agradecería que no lo hicieras, tengo marcas en todo el cuerpo y no pretendo exhibirlas. -Dijo Olivia. - ¿Deseas algo de desayunar?

-Ve a la cama y ponte un pijama decente. -la mujer se bajó de la mesa y caminó cuidadosamente hacia la habitación, observó las sábanas oscuras manchadas de fluidos sexuales y un poco de sangre, las retiró y sustituyó con otros, dejó las sucias en la lavadora y volvió para cambiarse antes de que Sebastian notara que no había obedecido su petición, se puso una pijama de seda y cambió las bragas que tenía esas por unas de encaje, se acomodó en la cama y cerró los ojos.

Sebastian recibió a la doctora que había elegido para que viera a su prometida, la dirigió a su habitación y le encontró dormida, Sebastian despertó a Olivia y le dijo que se acomodara porque la doctora estaba ahí, la chica se acomodó en la cama y recibió a la mujer.

-¿Quiere decirme qué ha ocurrido?

-Estamos grandecitas, ¿Usted quiere recetar y dejarme en paz?

-Señora, usted no presenta golpes en el rostro o en la cabeza por lo que no creo que haya sido una pelea pero estoy segura de que sufre de violencia física.

-Estábamos innovando.

-Bueno, no veo de qué manera esto pudo haber sido consensuado, pero si usted lo niega no puedo ayudarle, usted fue violada, todo en su cuerpo lo indica, solo debe pedir ayuda.

-Sabe, ocupo algo para que me deje de arder y doler, y poder descansar, no fue nada como usted lo plantea, déjeme descansar ¿Si?

La mujer escribió la receta y le entregó a Olivia una tarjeta con su nombre, le dijo que necesitaría una revisión en unos días y que lo mejor era dejar aquellas prácticas inusuales por un tiempo, la mujer asintió con la cabeza y poco después de su salida ingresó Sebastian.

-Ella cree que te violé.

-Necesito medicamentos. -Dijo y él asintió y tomó la receta.

-No quiero que te vea más.

-Eso es como decirle que lo hiciste. -Respondió Olivia y él salió de la habitación.

Olivia lloró durante el tiempo que Sebastian estuvo fuera, porque le gustase o no la doctora tenía razón, ella había sufrido abuso sexual y seguiría conviviendo con su agresor, no recordaba haber sido tratada como una mujer la noche anterior, o que alguna de las prendas que le quitaron hubiese sido con gentileza, todo había sido rudeza y ferocidad, la mujer se quedó dormida

Cuando Sebastián regresó con la flores color rojo las dejó en donde ella las pudiese ver al despertar, también fue a meter los ingredientes para preparar una sopa, no estaba seguro de que quedara bien, pero era mejor que no darle nada, después de su fallido intento terminó pidiéndole el favor a su madre quien apareció una hora más tarde con un tarro llenó de sopa.

-Gracias.

-¿Qué tiene?

-Oh, ella se lastimó y quería ser agradable.

-Que se mejore. -Dijo la mujer y besó al frente de su hijo.

Sebastián sirvió el caldo en un plato pequeño y lo llevó a la habitación de la cual la pelirroja dormía estaba seguro que la médico que le atendió tenía razones científicas para decirlo y el en sus recuerdos razones para asegurarlo, se sentía como el peor de los monstruos pero no tenía forma de revertirlo, más que explicarle que se cegó con la excitación  que no volvería a pasar.

-Solo soy tu prostituta.

-Eres más que eso Olivia, eres mi mujer, y te mereces respeto. -El joven le besó la frente y salió de la habitación. 

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