Viejos piojos

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Tiempo después.

Sergio es un niño bastante particular, metódico según los sicólogos que su madre le obligaba visitar, a veces demasiado, aquel comportamiento le enloquecía, sentía que su hijo no disfrutaba de las cosas genuinas, de lo que importa, no podía disfrutar de un juego porque solo pensaba en ganar o el premio, no entendía las bromas de los demás porque eran muy estúpidas o tenían demasiado razonamiento disponibles en su cabeza, el peor problema de su hijo era el mal carácter que tenía y Olivia no siempre quería tener que manejar. Además, le parecía peligroso dejarle por la vida así.

—¿Cuál es el propósito? —Preguntó el niño. Su madre y su hermana rodaron sus ojos. La doctora asintió.

—Sergio, la vida es así y no creo "que hayas nacido molesto" no me conformaré.

—Mamá, tuve entrenamiento hoy, me quiero ir a casa.

—Sergio, éstas citas son costosas, por lo menos, pon de tu parte.

—Mily, ¿por qué no te callas?

—Aquí se viene a hablar imbécil.

Los dos comenzaron una discusión y la doctora les pidió que salieran del consultorio para compartir unas palabras con su madre. Los dos, salieron y Olivia tomó su bolsa la cual colocó sobre su regazo para rebuscar en su bolso.

—Olivia, ¿cómo has estado?

—Bien, yo... ¿Sabe que venimos por Sergio? —Dijo y se acercó un frasco con pastelillos.

Emma tomó uno de ellos y lo mordió, ella disfrutó de la explosión de sabor en su boca mientras observaba a la mujer antes sus ojos, llevaba visitándola casi cuatro meses, con su hijo de casi once años y su hija de catorce, los dos bastante distantes, Milena un poco dispersa, Sergio bastante molesto.

La que más le consternaba era la mujer pelirroja que les llevaba, Olivia vestía siempre en tonos de rojo, sus uñas largas bien arregladas, sus piernas muy bien cuidadas, se notaba que pasaba horas en el gimnasio, su cabellera pelirroja era impresionante, abundante y ondeada. Además, de su hostil comportamiento.

—Señora Smith... ¿Qué hay de usted?

—¿De mí? —Cuestionó de vuelta.

—Sí, usted, qué hace usted para que Sergio sea de esa manera. Por ejemplo, ¿qué hay de su padre?, ¿qué hay de su madre? De la infancia de ambos.

—¿De qué le sirve?

—Insiste en que su hijo lo tiene todo, todo lo que usted soñó; estabilidad económica, una madre amorosa, una hermana, tienen un lugar caliente para dormir. ¿No tuvo eso, señora Smith?

—No —soltó y se arrepintió de inmediato. —Doctora Pieth, mi pasado está bien para mí. Solo quiero un buen presente y Sergio es la clave de ello. Mi hijo no disfruta de los colores, no tiene un padre en su vida, es un poco obsesivo, no es un niño feliz y creo en que puedo convertirlo en uno. Así que dígame, ¿qué hago? Lo cambio de grado, le quito actividades, ¿menos... qué...?

—Sergio no tiene un papá, tiene muchas cosas... entre ellas una mamá, una mamá con problemas. Necesita terapia, Olivia el problema de sus hijos es usted.

La mujer se puso en pie y arregló su ropa.

—Sergio vendrá la próxima semana, ¿Milena necesita venir con él?

—No, usted con respuestas sobre el padre biológico de su hijo y su infancia.

(................)

Oliva llevó a sus hijos de vuelta a casa de su padre, el cuál no dejó de consentirles a ambos, la mujer les miró con una sonrisa jugar al billar como si dependiera de sus vidas contra sus primos. Katrina, Ellian, William estaban jugando con ellos mientras William y su esposa les molestaban a todos con sus tiros.

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