Sergio, Sebastian. Sebastian, Sergio

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Olivia estaba con sus hijos en la cocina de su nuevo departamento en Mainvillage, su padre había enfermado y quería la familia cerca, por lo que tuvieron que dejar Inglaterra para volver a aquella ciudad llena de recuerdos. La única que no se sentía bien en aquella cuidad era ella, había estado tan cerca de Sebastian que podía olerlo, sentirlo...

Los chicos llevaban casi seis meses viviendo en la cuidad y ya habían decidido no querer moverse jamás, Mily preguntaba a escondidas si verían a su tío Sebastian Olivia intentaba convencerla que era mala idea, pero Sergio no era tan fácil quitarle aquella idea. Olivia miró a su hijo y le acarició la mejilla, era perfecto, estaba sano, tenía amor, era educado, aunque a veces un poco egocéntrico, su niño. Mily era toda una señorita, la avispa del amor le andaba bailando en la cabeza y ella le miraba con algo de preocupación.

Estaba sentada con ambos en el comedor. Milena decoraba cup cakes para la venta del colegio en el que los había inscrito un par de meses antes, le di varios besos a mi hijo el cual estaba muy grande para besar a mamá.

—Sergio, te amo. —Dijo Oliva a su hijo.

—¿Mamá...?

—Sergio, te amo —Volvió a decir.

—Yo igual, Olivia —La mujer rió ante la declaratoria desesperada de su hijo. —Te amo, má.—Dijo antes de despeinarle y llenar de besos las mejillas de su madre.

El chico estaba bastante alto para su edad y el parentesco con su padre era bastante obvio. A veces imaginaba que ambos iban caminando por la calle y se encontraban de frente, se veían un par de segundos a los ojos y se reconocían uno al otro, en sus sueños justo después de encontrarse los dos, tiene que aprender a vivir con el resentimiento y recelo del niño al que le entregó su vida y el odio de su novio.

—Milena la fea, a ti también te amo —Milena rodó sus ojos y le dio una sonrisa, el chico aprovechó para apretarle las mejillas.

—Te dolerá cuando te muerda con mis frenillos imbécil.

—Gracias estúpida.

—¡Basta los dos! —dijo Olivia. — ¿No podemos tener un minuto en paz y amor?

—Mamá, empezó Sergio —Olivia le dio una mirada amenazadora a su hija antes de continuar decorando con ella. —¿Por qué si son para Sergio, los decoramos nosotras?

—Milena, ¿me has visto decorar? —Dijo el pequeño. — Es lo único en lo que apesto —Ambas mujeres rieron a carcajadas.

—¿Qué haremos con ese ego tuyo, cariño? —preguntó Olivia.

Sergio le dio una sonrisa y ella una mirada reprobatoria. Olivia le envió a lavar los utensilios, mientras ellas terminaban de decorar, el chico caminó hacia la cocina y comenzó a recoger todo para lavar los platos y limpiar las bandejas que su madre había utilizado.

—Mamá, Mily dice que mi papá vive aquí. ¿Puedo conocerlo?

—No creo que sea apropiado, él querrá la custodia y será una pelea judicial y luego vivirás en dos casas o nunca nos verás.

—Mamá, dije conocerlo, no ir a vivir con él—El ambiente definitivamente había cambiado, Olivia no pudo evitar rodar sus ojos o mantener su rostro comprimido.

—Tu papá es un ganador no aceptará pedazos de ti, lo querrá todo. A mí tampoco me gusta perder cariño. ¿Me dejas pensar? —Sergio se quedó en silencio. — Deberían tomar un baño antes de dormir. —Les di un beso a ambos y Mily arrastró a su hermano al segundo piso.

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