Prólogo

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Cliente nuevo 

¡Qué pereza da moverse!

Al menos tenía un departamento, sí, en un feo vecindario, pero económico y con buena calefacción y ventilación, hay excelentes espacios y está casi decorado, la cama está tibia y maravillosa...

—Teeea. Tía. Tía. O.

Mi despertador natural (Mily) ya avisó que es hora de desayunar.

Me metí en al baño y como siempre duré lo necesario para no oler a ninguno de esos cerdos en mi cuerpo, restregué lo más que pude cada espacio de mi piel y me aseguré luego de llenarlo de loción y aceite. Me vestí con los primeros vaqueros que encontré y la blusa. Cuando salí de la habitación Mily ya tenía el desayuno listo para las dos, mi sobrina de 4 años todo lo investiga y todo lo hace.

— Tía ¿por qué hoy llevas el cabello en moño?

— Nena, es que está muy mojado y quería comer caliente — Probé los huevos y tomé asiento. — ¿Tu mamá?

— Dejó eso — Me levanté y tomé el papel.

Desdoblé a hoja para leer lo que mi hermana tenía que decir., mire su adecuada e impresionate calirafía, su magnífica ortografía, no lo podía creer, definititvamente estaba mal de la cabeza, se había ido, de nuevo.

Exactamente había decidido odiar a mi hermana y los lunes.

"Bla bla bla... me voy, te dejo a la niña y sus papeles."

¡Claro! Lo mala madre no se le quita así de fácil.

¡ZORRA de mierda!

¡Hasta yo tengo más sentido de responsabilidad!

Al parecer, no tuve inteligencia para reconocer la verdad, desde que Niza dijo "volver por la niña", que había dejado las drogas... que ya estaba más seria debí mandarla de paseo.

Quien sabe a dónde se fue, pero cuando vuelva por dinero... No entiendo por qué le creí.

—¿Qué dice?—Preguntó la niña.

— Mi amor, ella no va a venir hasta dentro de una buena temporada.

— Lo sabía —Respondió y continuó comiendo su desayuno. — ¿Qué vas a hacer conmigo?

Y esa sí que era una buena pregunta, porque me quedaban solo dos opciones pagaba la comida o una niñera y el bar... ese de mala muerte con hombres calenturientos no era la mejor opción pero para meter a una niña y que alguien la cuidara por mí.

Sí, Niza está vez lo había arruinado, firmé los documentos, en la tarde se los llevaría a un abogado, que me sacaría la plata de un mes, pero sería legal, Milena, mi sobrina, pasaría a ser mi hija.

— Tú... tienes que ir hoy al restaurante conmigo, una de las chicas te van a cuidar.

¡Me molesta que haga esto!

Niza sabe que yo adoro a la niña, pero odio llevarla a ese bar de mala muerte, la forma en la que te educan marca tu vida. La nena se arregló tranquila como siempre, es feliz ... al menos por ahora, continua estando feliz e inocente.

Tomé su mano para bajar del autobús, durante toda la caminata no paró de canturrear, no lo hace mal, me encantaría tener para pagarle clases de canto, pero con lo que produce mi cuerpo... claro está... no puedo.

Entré y como siempre empezaron a maullar.

Mi nombre laboral es la Loba, nombre que me ha dado la furia que me provocan algunos clientes. Soy una "servidora del sexo", en palabras refinadas. Trabajo en un oculto y no tan barato bar a las afueras del la cuidad, hombres exclusivos visitan el lugar y ocupan los servicios de las chicas, la mayoría de nosotras somos obligadas a ejercitarnos, cuidar la alimentación y a cambio nuestros clientes traen exámenes mensuales.

Desde hace unos años soy lo que se puede considerar la puta estrella, puesto que de mi vagina se pagan la mayor parte de las cuentas de ese imbécil.

Últimamente esto va de caída y los hombres nos han dejado de buscar porque sus mujeres saben que se hace aquí.

— ¿Tía por qué hacen eso?—Preguntó disgustada.

— ¿Maullar?—Asintió.— Loquera, nena. — Soltó mi mano para ir con Rossy la maquillista.

— ¿La cuidas por hoy?—Pregunté a mi amiga y Mily aplaudió con una sonrisa mientras brincoteaba, Rossy esbozó una amplia sonrisa antes de asentir.

— Claro que sí — ambas se fueron cotilleando.

— Loba, ¡Cliente nuevo!—Dijo el barman.

La lobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora