Domando Lobos

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La semana me la pasé al cuidado de la terca de mi sobrina quien por ahí del miércoles quiso ver a Sebastián, ni siquiera le llamé porque la realidad es que no le importaba y de ningún lugar me llamaban.

El viernes por la mañana decidí alistarme dejé a Mily en la academia de canto, el mismo señor de la vez pasada me saludó y me ofreció ir por un café. Tiene 32, es divorciado, se hace cargo de la niña en las tardes, el viernes y sábado completo, es abogado, un muy buen prospecto sin duda.

Recibí una llamada y fui hacia el baño a contestar.

— ¿Vas a venir hoy?

— Hola. Si tú quieres.

— Nos vemos en el centro comercial de la última vez, llama al chofer para que vaya por ti.

— Nos vemos — se despidió y colgó.

Cuando volví a la mesa me sentí culpable, Ricardo no se hubiese fijado en mí de una manera tan seria si no fuese gracias a Sebastian.

— Olivia, me preguntaba si irías con nosotros el jueves al parque de atracciones.

— Ricardo, me encantaría, pero quiero que sepas que tengo un... estoy en una relación y no quiero que te ilusiones.

— Sales con Sebastian y no me importa, él es demasiado amargado para una chica como tú.

Me puse en pie y dejé dinero sobre la mesa antes de salir, escuché que me llamaba pero el chofer que Sebas envío por mí ya estaba afuera esperándome.

—¿La llevo al centro comercial?

— Por favor —Vi a Ricardo alejarse ¿Qué diablos pasa por la cabeza de ese hombre?

Llegamos rápido al centro comercial esperé a Sebastián en la heladería, cuando llegó me dio un tosco beso sobre los labios y recordé mi nueva misión; convertirlo en un hombre de familia.

— Sebas, devuélvete y dame un beso cariñoso— Me miró algo confundido, segundos después dejó su silla y caminó de nuevo hacia mí depositando pequeños besos en las comisuras de mis labios para luego besarlos lenta y suavemente.

—¿Cómo ha ido todo? — asentí.

— Mily no ha parado de pedir por ti y yo ya me inscribí en la universidad.

— ¿Qué matriculaste?

—Administración

Me dio una linda sonrisa y le metí una cucharada de helado de vainilla con chispas de chocolate a la boca, luego él intentó hacer lo mismo pero me embarró de helado la nariz, la cual besó.

— Ahora nos miran.

— Siempre me miran —Negué con la cabeza.

Terminamos el helado entre los dos y luego nos dirigimos a las tiendas compramos cosas elegantes y costosas, también desfilé lencería y me gané una que otra sonrisa por parte de Sebas, me encantan sus dientes blancos y perfectos.

Fuimos a una librería por un par de libros y finalmente a casa, tomé un baño y Se bastan se me unió, eso me hizo sentir algo nerviosa, por lo que mi momento sagrado se estaba volviendo un tormento. — Tranquila susurró en mi oído.

Mordió mi oreja con algo de salvajismo para luego dejar besos delicados sobre mis hombros, se bastante tocó un botón y la ducha se transformó en una enorme tina la cual se llenó en menos de 5 minutos. Me dejó de un lado de la tina y se fue él al otro.

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