Aves enjauladas

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—Tío Sebas por favor, ¿sí? Oprime mi mano, es en serio. Como la última vez, ¡por favor! Tío Sebas, un solo dedo, ellas no nos quieren y tía O se quiere ir, por fa. Tío Sebas, si no despiertas las mujeres malas acabarán contigo.

—Se acabó la visita —Dijo Roberta.

—Milena, nos vamos.

—No, tía por favor, piénsalo ¿si?

—Milena, lo hablamos. Ya despídete, dale un beso y un abrazo, sé amable. Es la última vez que le verás.

—No quiero. La pequeña me dio un fuerte abrazo y luego sentí la cama hundirse a mi lado.

—¡Milena! Rápido, tengo cosas que hacer que no involucran ser humilladas

—¿Nos dan un minuto? No es como si pudiese llevármelo a casa. La puerta se cerró y alguien me abrazó. —Sabes, soy Olivia y te extraño, además no estoy lista, me echan no me voy, habla con Alessandro, si de verdad escuchas, él te dirá, pídele al chofer la carta. Sebastian, estoy enamorada de ti.

Se bajó de la cama, y la habitación de nuevo estaba en silencio. Después de esa visita siempre estaba en silencio o Silvana pasándome la esponja.

—Me alegra que se fuera. ¡Eres un imbécil! ¿Cómo pudiese presentársela a mis papás? Ambos son peor que la mierda. Además, puedo comprobar que tienes un buen pene, —Dijo con tono morboso— ahí abajo.

La habitación se quedó en silencio, pero de igual manera sentí la esponja sobre mi cuerpo. Me cobijaron y mi hermana se subió sobre la cama.

—Sebis, eres mi hermanito. Es más difícil sin ellas, en serio hace tres meses cuando se fueron creí que era una bomba hacerlo sola, pero necesito que estés conmigo y me apoyes o solo me insultes. No sé si pueda seguir reteniéndolas, mi marido, mamá, mis hermanas me tienen arrinconada, el dinero se agota... No voy a desconectarte, ¡Necesito encenderte! Ellas y yo no tenemos a nadie más. ¿Quieres que vuelvan? Tienes que abrir los ojos o hacer algo con tu cerebro para que los doctores nos den ya sabes...

Quería lo mismo darle señales, lo entendía pero no podía, ese medicamento, había algo que me daban que me hacía sentir peor.

Pasé cinco días en silencio.

—Pediré un nuevo médico, lo haré la próxima semana, todos van de vacaciones. ¡Qué estupidez! —Dio una risa amarga. — No tienen dinero pero quieren vacaciones familiares. Creo que te están matando y ¡NO, lo voy a concebir! Así que prepárate para abrir tus daltónicos ojos. —Repartió varios besos sobre mis mejillas y mi frente.

La habitación siempre estaba en silencio a menos que hubiesen doctores o mi hermana parlanchina y últimamente los gritos y el llanto con su esposo, creo que el teatro de alguien se estaba a viniendo hacia abajo.

Sentí como la cama se movía y los gritos que daba Silvia, tenía un nuevo médico y estaba aparentemente en otro lugar, ahora también sabía que despertaría ella lo decía frecuentemente.

—Silvi, Silvi. Silvana, me vas a dejar sin mano.

—Gracias a Dios.

—Qué.

—Despertaste gilipollas, ya estaba pensando en matarte antes de que te murieras.

—Por qué estás aquí y no con tu familia.

—Son los hijos de mi ex esposo. Lo dejé —Silvia comenzó a llorar y se acostó a mi lado, como siempre me pellizcó embarró sus mocos en mi ropa y gritó maldiciones en mi oído. —Me alegra que estés conmigo.

La lobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora