Maullidos....

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—Hola.

Posé mi mirada sobre Wiliam, no se veía bien, se mostró agotado y algo decaído, de igual manera vestía pulcramente una camisa de lino y unos vaqueros, esbocé un corto suspiro y él volvió a hablar:

—Espero no representar ningún inconveniente...—Dijo y se encogió de hombros. — mis hermanos y yo queremos conocerte.

—Estoy pintando la habitación de mi hijo.

—Es un varón —Asentí. —Es maravilloso, en serio, los abrazos son más fuertes, todo siempre es una competencia y sus besos son los más divertidos.

—¿Cuántos hijos tienes?

—Tres varones y una niña, ella es el amor de mi vida, ellos... me enloquecen —Asentí.

—¿Quieres pasar?

—Solo si puedo ayudar con la pintura.

Le dejé pasar le llevé directo a la habitación del pequeño, tenía el ropero, algunos juguetes, el limpiador.

Tener niños es caro, sobre todo porque son humanos muy pequeños y requieren de demasiadas precauciones y detalles.

Pasamos dos horas pintando en silencio, William parecía alguna clase de experto, todo le salía perfecto y lo hacía de una manera elegante y pulcra, ¿así es criarse con Owen? Un hombre marcado por tantos errores, mentiras y secretos podía hacer que una persona fuese como William, ¿aquello era obra única de su madre? Miré al joven de reojo y no me imaginé calzando en su familia.

—Papá quiere que te mudes a casa.

—Tengo mi propia casa.

—Olivia, en unos meses no será solo una barriga pesada y una niña pequeña. El hombre es un gilipollas, pero, todos nos equivocamos, tu hijo tendrá la vida que tú debiste disfrutar.

Escuché los pasos agitados de Mily.

—¡Volví! —Gritó emocionada— ¿Te he dicho cuan mal me caen las niñas?

—Me has dicho cuan mal te caen las piedras —Mi sobrina asintió.

—Hola yo soy Mily.

—Hola Mily, yo soy William. —Ambos estrecharon manos.

—¿Quién es William, tía O?

Mily había dicho que me llamaría mamá, pero, no lo había repetido una sola vez después que lo preguntó, es la niña más cambiante que conozco.

—Soy su hermano.

—Tienes un hermano. ¿Por qué yo no sabía?

—Yo tampoco sabía.

—Así que tienes un papá —Asentí. —Tu papá me cae... peor que las piedras y las niñas —anunció antes de salir de la habitación.

Despupes de que mi sobrina salera de la habitación observé que William había acabado de pintar la pared, le llevé a la cocina y serví en un plato un de los inventos que había preparado para vender, un pastel de calabaza con zanahoria y crema, a Milena no le había encantado, por lo que, opinión de William podría ser más objetiva que la de ella o Gabriella quien creía que todo lo que preparaban mis manos es especial.

—Está muy bueno. —Dijo mientras saboreaba la tarta. Le acerqué una taza de café y lo olfateó luego le dio una corto sorbo. —Es perfecto, el favorito de Odi y Octavio, bueno, a ella le gusta la zanahoria y a él la calabaza. —Sonreí. —pelean por todo. Este pastel es una discusión menos.

La lobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora