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Mientras compraba en una cafetería cerca de la universidad, vi a una joven discutir con un chico parecido a ella, pelirrojos los dos, altos, delgados y bastante convincentes, discutían con respecto al pastel que querían comprar mientras su padre les regañaba para que decidieran por uno.

—Bien, compren los dos. —Dijo el hombre al notar la fila que se formaba detrás de ellos.

—Odessa eligió la última vez, me toca elegir. —espetó el chico.

—¡¡El de zanahoria es familiar!! —gritó desesperada la joven. —Es tradicional, rico, ¡exquisito! Le ponen crema en medio. Además, a mi hermano también le gusta. —defendió la chica el pastel que quería comprar.

—Pues yo soy tu hermano también y quiero el de calabaza, llevaremos el tradicional de calabaza con crema porque a mí me corresponde elegir y es mi casa y mi familia y no negociaré, la próxima es tu turno. —El señor hizo una seña para que le empacaran ambos, miró hacia atrás y se disculpó con los que hacíamos fila.

Poco después llegó mi turno, me compré una caja de leche personal una tajada del especial de calabaza y el tradicional de zanahoria; tuve que admitir que eran perfectos ambos, que tenían nueces en medio y eran esponjosos, pero el de zanahoria, la zanahoria era lo mío. Además, se le podía llamar legendario. Al acabar de comer mi preferido caminé a la universidad,

Mientras caminé, noté las miradas, el asunto con las miradas no habían cambiado, algunos compañeros continuaban tratándome con recelo mientras que otros con cierta amabilidad solo por ser una mujer embarazada, mis profesores no me lo ponían más fácil en absoluto.

La universidad me iba genial, y el trabajo mejor, trabajaba en mi tiempo libre no tenía horario ni que ir a la oficina, mi trabajo consistía en pagar las facturas y todas las cuentas hechas antes del viernes en la tarde, las cuentas siempre al día. Con Mily todo era genial, Gabrielle y Larissa me ayudaban en las tardes y Mily se volvía más autosuficiente con el paso de los días.

Hay dinero, amor y salud... todo estaba relativamente bien.

Cálculo II, me enloquece, pero jamás me había sentido tan viva. La vida era lo que más me rodeaba, tengo a cargo otra vida, y llevo una vida extra conmigo.

Mi profesor de cálculo II es casualmente pelirrojo, todas las clases que comparto con él me pensaba que debería pasar la materia, a causa de una hermandad natural de pelirrojos, luego insultaba a alguien y me recordaba que no pasaría.

Era mi segundo cuatrimestre en este lugar y ya sabía que él realmente tenía fama. Me llamaba la atención la manera en la cual se perdía entre sus explicaciones y los números.

Admirable.

Salí en dirección a casa y un apuesto joven se detuvo, lo había visto en varias clases, se comportaba seguro y atento con todo el que se le acercaba y coqueteaba con cualquiera que se hiciera llamar mujer. Todo el tiempo esperé estar fuera de su liga. Pero al tenerle persiguiéndome por el pasillo, me convencí de que estaba simplemente loco y fuera de lugar.

—¿De cuánto estás? —preguntó el joven.

—Unas semanas... eso es obvio. —Ambos reímos. Extendí mi mano hacia él. —Olivia.

—Mike

—La M arrasa, deería llamar con M a tu bebé, niño o niña, ya sabes, mola. La gente nos adora cuando escuchan la vibración de la "M". ¿Melina, Mariela, Messer o Milo? — Dijo el chico con una contagiosa sonrisa. — ¿No? —Negué con la cabeza. —¿Quieres ir a comer pizza?

La lobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora