Roedores

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Dos meses y dos semanas.

No había respuesta, fui por Mily al colegio, luego directo al hospital. Le di un baño a Sebastian y corté su barba mientras conversábamos, le di un beso en la mejilla y le acaricié la cabeza.

Me sentí mal al verla sobre la cama, completamente fuera de sí, no había nada que pudiese hacer, me sentía impotente.

Desde el ventanal vi a las hermanas de Sebastian discutiendo con su madre y Roberta, ambas se acercaron a paso acelerado y me pidieron que saliera. Milena se quedó practicando su escritura mientras yo salí con las mujeres.

—Olivia, sabemos lo de tu prostitución.

—Sebastian lo sabe y no le importa.

—A nosotras sí, planeamos desconectarlo, no queremos un escándalo sobre su novia prostituta cuando lo anunciemos a la prensa. —Contestó Roberta. —Tenemos una buena propuesta, un trabajo digno, fuera de la cuidad, un colegio notan caro pero bueno, todo lejos de lo que él fue y sobre todo de nosotros, al fin y al cabo, tu familia le ha metido en esto.

Me lo esperaba, desde que le declararon en coma esperé a que alguien me dijera que no era bien recibida, pero esperaba que Regina tuviese las agallas de decir que no me quería cerca de su hijo.

—No estoy de acuerdo, Sebastian nos metería a todas en coma, la am, no sean tan necias, enserio él la ama y lo mejor es que ella esté aquí...

—Silvia, no seas una soñadora, la amante de tu marido, no le ama. La prostituta de tu primo tampoco. —señaló Roberta.

—El punto es que no tendrás más permiso de visita, no lo hagas difícil, acepta lo que te damos.

—No es necesario, en unos días Milena insistirá, así que le traeré aquí y ella se despedirá, solo eso necesito.

—Es lo mínimo que podemos hacer, llámame y vendré con ustedes dijo Dana.

Fui a la habitación bajo la mirada de todas esas mujeres, Mily le leía a su tío, mientras le sostenía la mano.

—Me apretó la mano. —Decía eso siempre por lo que decidí sonreí. —Se recuperará.

—Así, es. —Le di un beso en la cabeza y le pedí que se despidiera, luego le di un beso sobre los labios a Sebastian y me acosté en la cama durante unos minutos... Sentía tanta amargura, no tenía nada más, a dónde ir, no lo tenía a él y me había enamorado.

La pesadilla de cualquier prostituta, el hoyo y el tinte se habían gastado y con ellos mi tiempo.

Me fui de la habitación y caminé hacia la salida con mi pequeña y la cabeza en alto. Me monté a la limosina y el chofer me explicó las nuevas órdenes que le habían dado.

—¿Me puede hacer un favor muy personal?

—Lo que sea, el señor parecía enamorado, ellas no hacen lo correcto.

—Seguro... no quiero que crea que lo dejé o que estaba con él por dinero, ¿pasaría por unas cosas y se las daría si despierta? —Asintió y nos llevó a casa.

Milena no dio más lata, por lo que fui directo a la cama, dormí durante horas y la calentura me volvió a subir, era la tercera en dos semanas.

—Tía ocupas más papel.

—Dios, sí, el mundo me castiga —Escuché a mi sobrina reír y me pasó el papel higiénico.

Le pagué a Cindy porque cuidara a la pequeña, mientras hacía una visita al médico, compraba una departamento que pudiese mantener con mis ahorros y los pagos relacionados con mudanza, cuando iba camino a mi cita con el doctor me encontré con una de las hermanas de Sebastian, Dana se acercó y se disculpó, luego me recordó que no podía ir a verlo.

Odiaba estar sensible justo en este momento y enfrente de esos monstruos.

Llegó mi turno y me atendió el amigo de Sebastian, se mostró amable y le dije mis síntomas con algo de vergüenza, cagar más que un caballo era un record.

—Puede que me deshidrate.

—Es peligroso los de la deshidratación sí.

—Lo siento, pero espero que sea cáncer o algo porque si es un virus...

—¿Cuándo fue su último periodo?

Tenía dieciséis cuando mi hermana se le ocurrió gastar todo el papel de baño, yo me cansé de comprar y me cansé de rosear aerosol, seis meses después nació mi sobrina.

—Es normal que con el accidente se te haya escapado, te recomiendo un examen e ir con la ginecóloga...

—la mamá de Sebastian no me soporta, cree que... tengo un pasado desagradable. No me humillaré frente a ella... yo no quería un bebé, saldrá con el ceño fruncido y será llorón—El doctor comenzó a frotar mi espalda y me limpió la mejilla.

—Serás una buena mamá, nadie odia a bebés cuando su padre está medio muerto y sin importar qué necesitas una buena revisión.

—Alessandro es un lindo nombre para niño, tu mamá debe ser muy cálida.

—Todo lo contrario, pero, vamos a ver al pequeñajo.

Me llevó al otro extremo de la cuidad, y me presentó a una amable doctora la cuál me realizó un par de exámenes y un ultrasonido, era fantástico escuchar su corazón y verle vivo y el que dijeran que estaba sano, me compré las pastillas y cuando regresé a casa mi sobrina se veía feliz y me dolió arruinarle la tarde.

—¡¿Por qué?!

—las hermanas de Sebas no me quieren y no quieren que las visitemos.

—Tía, a mí me gusta aquí.

—Tendremos jardín Mily.

—Tía O, él sabrá dónde buscar, le dejaremos nuestro número. —comencé a llorar y ella conmigo mientras nos abrazábamos.

—Tendré un bebé o una bebé. —Mi sobrina me limpió las lágrimas.

—Te harás gorda, pero seguirás siendo mi tía favorita.

—Gracias.

—Tía O, cómo le daremos de comer al bebé.

—Trabajaré.

Mi sobrina me dio un fuerte abrazo y acarició mi cabello. Las dos miramos la casa medio vacía y finalmente salimos hacia el auto bus que nos llevaría a Seinvillage, nunca entendí por qué Mainvilage tenía que ser la cuidad principal, si según los investigadores se encontró Seinvillage primero y miden lo mismos, todo es una estupidez, nada tenía sentido.

Quería a Sebastian de vuelta.

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La lobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora