Mes SasuSaku 2024

Día 8 | Lluvia de meteoros

Puedes acompañar el escrito con la siguiente canción:

🎵「https://www.youtube.com/watch?v=GkEjCynfk_E」

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En un reino tan lejano como antiguo, ubicado entre las estrellas del cielo nocturno, vivían dos almas destinadas a encontrarse. Sakura, la princesa tejedora, quien era conocida por su habilidad para crear los más bellos tejidos que el cielo jamás había vestido. Ella pasaba sus días trabajando diligentemente, bajo la atenta mirada y revisión de su padre, el rey del cielo.

Sasuke, por otro lado, era un solitario pastor de estrellas, quien guiaba y cuidaba a las constelaciones con una precisión y dedicación inigualables. Aunque frío y distante, su labor era indispensable para el equilibrio del cielo.

Un día, mientras Sakura trabajaba en su telar, una estrella fugaz cruzó el cielo. Ella se detuvo por un momento, sus ojos verdes brillando con curiosidad y deseo. Nunca había visto una estrella tan hermosa y anheló saber más sobre ella. Fue entonces cuando sus ojos se encontraron con los de Sasuke, quien la observaba desde lejos.

—¿Quién es él? —preguntó Sakura a su padre con suma curiosidad, la cual trató de disimular.

Su padre la miró extrañado por la pregunta, pues su hija siempre estaba abocada a su labor sin nada que le llamara su atención. —Es Sasuke, el pastor de estrellas —respondió el rey.

—¿Un pastor de estrellas? ¿Qué hace un pastor de estrellas?

—Él, bueno, su trabajo es tan importante como el tuyo, Sakura —respondió.

—Pero no me has dicho ¿qué hace?

El rey suspiró, notando que la curiosidad de su hija no se disipaba. —El cuida y guía a las estrellas; por lo que no lo debemos de distraerte, así como tus tejidos mantienen el cielo en equilibrio. Lo entiendes, ¿verdad?

—Sí, padre —respondió Sakura saliendo de su ensoñación al escuchar cómo su padre hacía mucho énfasis en sus palabras.

—Bien —asintió.

Pasaron los días y, a pesar de las advertencias de su padre, Sakura no podía dejar de pensar en Sasuke. Su corazón, siempre enfocado en su trabajo, ahora latía con un nuevo ritmo. Uno que la llamaba a su destino por lo que, sin más, un día, decidió acercarse a él.

—Sasuke —dijo, su voz suave pero firme—. He visto cómo cuidas de las estrellas. Es admirable sin duda.

Sasuke levantó la mirada, encontrando a Sakura frente a él. Sus ojos oscuros la estudiaron con una mezcla de sorpresa y curiosidad. —¿Qué haces aquí, Sakura? —preguntó, su tono frío y controlado.

El oír pronunciar su nombre la sorprendió y de inmediato le preguntó: —¿Qué? ¿Me conoces?

—No seas ridícula —chasqueó su lengua—. Todos conocen a Sakura, la princesa tejedora. —Ese comentario la hizo sonrojar y a Sasuke le pareció que era linda, hasta el punto de relajarse un poco, pero se dio un golpe mental y volvió a fruncir el ceño—. Así que te repito: ¿qué haces aquí?

—Quería conocerte —respondió ella con una sonrisa—. He escuchado mucho sobre ti.

Aunque Sasuke se mostraba indiferente, no pudo evitar sentirse intrigado por la calidez de Sakura.

—Ya me viste —Sakura asintió—. Ahora vete. Eres muy molesta.

Sakura abrió la boca para decir algo más, pero no fue posible. Él ya se había ido. A partir de ese día, Sakura comenzó a visitar al pastor de estrellas todos los días. Al principio, como era de esperarse, él se comportó de forma hosca y en algunas ocasiones rayaba en lo grosero.

Aun así, Sakura lo visitaba día a día y Sasuke se permitió a sí mismo conocer a la princesa. Debía reconocer que le parecía muy linda y, conforme pasaban los días, se dio cuenta de que ella le transmitía una paz que nunca había sentido. Cuando se dio cuenta, él se había enamorado de Sakura tanto o igual que ella comenzando una relación.

Sin embargo, sus deberes comenzaron a descuidarse. Las estrellas no eran guiadas con la misma precisión y los tejidos de Sakura perdieron su perfección. El rey del cielo, al ver el caos que se desataba, decidió intervenir.

—Sakura, Sasuke —dijo con autoridad—. Su amor ha perturbado el equilibrio del cielo. Mírenlo —les ordenó—. ¿Lo pueden ver? El cielo está desequilibrado y todo por su negligencia en su trabajo —gritó—. A partir de ahora, serán separados por la Vía Láctea y solo se les permitirá reunirse una vez al año, el séptimo día del séptimo mes.

La tristeza inundó el corazón de Sakura. —Padre, por favor, no nos separes. Prometo trabajar más duro, pero no puedo vivir sin Sasuke. No me alejes de él. Yo lo amo.

Sasuke, aunque menos expresivo, también sintió el dolor de la separación. —Cumpliremos con nuestros deberes —prometió—, pero permítenos estar juntos.

El rey del cielo, sin duda estaba conmovido por su sinceridad, pero mantuvo su decisión de separarlos. Ellos no se podrían ver a diario. Su trabajo era sumamente importante y deberían dedicarse a él sin distracciones.

Así, la Vía Láctea se convirtió en la barrera entre los dos amantes, permitiéndoles reunirse solo una vez al año.

El primer Tanabata llegó y Sakura y Sasuke se encontraron en el puente de estrellas. Sus corazones latían con fuerza mientras se abrazaban, sabiendo que su tiempo juntos era limitado.

—Te he echado tanto de menos —susurró Sakura, con lágrimas en los ojos.

—Y yo a ti —respondió Sasuke, su voz baja pero llena de emoción—. Pero debemos ser fuertes. Nuestro amor es eterno, aunque estemos separados.

Con cada año que pasaba, su amor solo crecía más fuerte. Los dos trabajaban diligentemente durante el resto del año, sabiendo que su recompensa sería la noche de Tanabata, cuando podrían estar juntos de nuevo.

En una de esas noches, mientras se abrazaban bajo las estrellas, Sakura le susurró a Sasuke: —Nuestro amor es como estas estrellas, siempre brillando, aunque a veces parezca distante.

Sasuke la miró, sus ojos reflejando la luz de las estrellas. —Siempre encontraré el camino de vuelta a ti, Sakura. No importa cuán lejos estemos, siempre estaremos juntos en espíritu.

Y así, la historia de Sakura y Sasuke, como Orihime y Hikoboshi, se convirtió en una leyenda, recordando a todos el poder del amor verdadero, un amor que ni siquiera las estrellas podían separar.

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18.07.2024

Espero les haya gustado.
Les agradezco mucho por regalarme un poco de su tiempo, su apoyo y sus comentarios.

Un abrazo, Gali.