~White Noise~

26. Don't dance at night

Lo conoció hace más de medio año, se volvió una costumbre de verlo después del trabajo en una de las cafeterías del centro, ese que tiene sillas en forma de corazón y su decoración parece sacada de uno de esos cuentos de hadas, mesas redondas y negras y en medio un paraguas blanco. Los pilares tenían enredaderas y un jardín en la terraza, la dueña era una viejita muy amable que se ocupaba de mantener el lugar resplandeciendo, su hijo se encargaba de la cocina, su nieto de la barra y su nieta junto a una mujer de mejillas regordetas y cintura marcada en la sección de postres.

Se convirtió en uno de sus lugares favoritos, además del lugar más tranquilo para conversar y siempre mantenían la radio encendida, sintonizada en su canal. Era la única cafetería que tenía vida después de las cinco de la tarde, una maravilla descubierta gracias a ese amigo tan particular.

Muchos verían mal su relación, esa amistad tan extraña, aunque su piel era más clara que el de sus familiares, eso no quitaba el hecho de que fuese mestizo, uno de los pocos que puede ir a eventos especiales sin ser tratado como poca cosa, tenía una clase de poder muy sutil, pero tenía algo más que el resto de su gente y eso le ha dado la ventaja de subir sin importar de su procedencia.

—¿No sabes hacer otra cosa que no sea trabajar? —ese chico de rubios cabellos y ojos azules, el estereotipo más marcado de la época y sumando que su nombre delataba su estatus en la sociedad.

—Anthony —advierte—. Los guiones no se escriben solos —replicó tomando su taza de café y volteando la página de los papeles que cargaba engrapados en la esquina superior izquierda.

—No sería mejor que en tu tiempo libre mandaras a volar tu trabajo —pidió apoyando sus codos en la mesa.

—Las noticias respecto a la bolsa están alborotando la ciudad y todos quieren saber más —explica muy calmadamente dejando la taza en la mesa—. Es preciso mantener...

—...al público entretenido y sintonizado —termina la frase interrumpiendo con fastidio a su amigo—. Ya lo sé, maniático del trabajo.

—No soy– —se interrumpió a sí mismo al evaluar sus palabras y a punto de replicar ante el chico, pero tenía razón—. Ha habido un incremento en los suicidios en todo el país desde comienzos del año.

—Noticia de todos los días ¿eso qué tiene que ver?

—A veces las historias trágicas mantienen a las personas atentas —aseguró dejando el guión a un lado—. Además que parece que hay rumores de un intento de recuperación de las empresas, pero no anunció rumores sin sustento.

—Vamos, además de los suicidios y eso, no ha ocurrido nada interesante en estos días, quizá te puedas centrar solo en los grandes éxitos musicales, Alastor.

El nombrado levantó una ceja y rió para su adentro.

—Las personas no se mantendrán todo el tiempo entretenidos sin noticias de verdad, Anthony.

—¡Vamos! —insistió, sorprendiendo a su amigo—. Dame la oportunidad de salir con mi amigo esta noche.

—¿Está noche? —repitió en forma de pregunta.

—Sí —respondió insistente—. Vamos a darle una vuelta a la ciudad solo porqué sí.

—Tony —no se veía convencido, pero los ojos brillantes de su amigo le estaban haciendo cambiar de opinión. Hace medio año que se veían solo para hablar y nunca habían planeado salir más allá de las ocho de la noche porque cada quién tenía sus propios planes nocturnos—. ¿Tienes algún lugar en mente que solo dar vueltas como un par de vagabundos afectados por la crisis económica?