24. I won't even try

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La oscuridad se apartó cuando llegaron a su habitación, eran como una ola de mar negro que cubrió y despejó. El cuarto, sumido a solo las luces del espejo de Angel, todo desordenado.

Claro que aún le costaba ver un poco lo que estaba a su alrededor, apenas identificaba que la mancha roja que lo cargaba era Alastor y eso ya era bastante sospechoso. No habló desde que los gritos cesaron y después que el mismo demonio rojo lo aferró a su pecho era de verdad como vivir un cuento de hadas, solo que con una cortina de sangre a la distancia.

Siente que lo apoya cuidadosamente en la cama, estaba tan silencioso, estaba tan confundido que se dio cuenta tarde que Alastor estaba en su habitación y que Fat Nuggets debía estar recostado en su cama, así que con la mirada aún nublada llegó a donde debería estar él.

—Sigue ahí —le calmó Alastor tomando en cuenta esa vista rápida que dio Angel—. No me provoca comer tocino a estas horas.

—¡Ni a ninguna hora! —remarcó con frialdad, no debería, pero era su cerdito.

Alastor nota esa mirada amenazante, incluso el movimiento que hace su brazo al estirarlo al cerdito como si estuviera preparándose para ponerse en medio en caso de que se le ocurriese contradecirse. Angel no le importaba su estado, aunque le arrancase su brazo, prefería mil veces que fuera él y no su cerdito.

—Cálmate, en tu estado poco podrías hacer contra mí —dijo tomando su postura rígida—. Deberías agradecerme por haberte ayudado.

—¿Por qué lo hiciste? —cuestionó frunciendo el entrecejo, débil.

¿Qué debería decirle? Si lo intentaba como lo había pensado, hacerle recordar... Le parecía tan extraño que solo él se diera cuenta quién era el otro; por ello no quería involucrarse tanto por miedo a estar equivocado. Al ver sus ojos y su actitud, su historia, quisiera tener más pruebas, pero siente en su vacío interior que no cabía ninguna duda de quién tenía de frente era a su preciado Anthony, llegó al infierno después de él y entre las décadas ambos intentaron olvidarse del otro.

Supongo que tú fuiste el único que lo logró...

—No creo que a Charlie le hubiese encantado ver a su paciente llegar después de ser profanado por las bestias que deambulan por este lugar —respondió con cierto asco e ira, quiso disimularlo, pero la idea le revolvía el estómago. En el rostro del chico había un rastro de decepción—. Tampoco me gusta ese tipo de actos, menos cuando cruzan territorio ajeno. Fue mera casualidad que te encontrara ahí —desvió la mirada un momento viendo a su sombra jugar con las orejas del dormido cerdito y luego volvió una mirada de perfil a Angel quién no parecía querer despegar sus ojos de él—. ¿Me dirás cómo te metiste en un lío así, Angel?

El chico suspiró y miró el suelo.

—Un mal negocio, suele pasar. —fue lo único que dijo antes de volver a levantar la mirada nuevamente encontrándose con la mancha roja, entrecerró los ojos ya que la mancha se veía demasiado cerca de él.

Confirmó la distancia cuando una de las manos de Alastor acaricia su mejilla.

Suele pasar —Se repitió mentalmente Alastor con el entrecejo fruncido y apretando la mandíbula.

—¿Te lastimaron? —preguntó como si de verdad estuviese preocupado.

Angel se reía mentalmente de la voz que simulaba su inquietud.

—Pff no, pude huir a tiempo —intenta ocultar el hecho que no puede ver bien y que sus piernas ya no lo pueden levantar.

Estaba avergonzado de solo pensar que Alastor le estaba tocando por voluntad propia.

~White Noise~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora