14. Without Strings

362 52 5
                                    

Olía a metal con una fragancia ligera a tabaco, agradable y a la vez sospechoso.

Obligado a estar en esa oficina, frente a ese hombre, en esa situación. Había muchas cosas que quería hacerle, una de ellas era empujarlo hacia el ventanal, dejar que cayera y se estrellara contra el ardiente pavimento; mas no es estúpido, debía abstenerse de todo impulso imprudente que pudiera condenarlo, a él y a su colega que quien sabe en qué estado debía estar.

Después de que cruzara la puerta se percato que no estaba solo estaba aquel de abrigo largo, había alguien más sentada en el sofá con la vista clavada en su celular, no necesito verle el rostro para saber de quién se trataba. Permaneció rígido, con los hombros en reposo, pretendía no mostrarse perturbado, pero cuando ese hombre sonríe de esa manera, arrogante, divertido por las circunstancia, le era más complicado el seguir imperturbardo o al menos solo aparentar.

—Veo que no te tomo mucho tiempo —dijo del otro lado del escritorio riendo entre labios, viendo la mano del contrario sostener el mango de la maleta—. ¿Hiciste lo que te pedí?

—Sí —arrojó el objeto al escritorio de mala gana, quería terminar con eso rápido antes de que algo más pasara. No sentía buena espina al tener a la chica sentada en silencio lejos en el sofá—. Ahora cumple con nuestro trato.

Se sentía incómodo.

—Oh sí, claro —dijo un poco decepcionado que la expresión de Tyco no fuese la que esperaba—. Aunque, antes debo verificar el contenido ¿Sabes? Siempre hay que ser precavidos en estos negocios ¿No es así?

El de sombrero con una pluma en ella no hizo movimiento. Tyco le concedió revisar con calma el contenido. La abrió con facilidad, la paciencia se le iría por lo lento que estaba resultando todo el proceso, y se molestaba más por el hecho que Valentino lo hacía apropósito.

—Vaya, buen trabajo, me ahorraste mucho con esto, así que —dijo una vez que verifico el contenido. chasqueo los dedos luego de cerrar la maleta— ya te puedes retirar, no hay nada más que requiera de ti.

La risilla de la demonio se escuchó y Tyco no evitó no voltearse por simple inercia. Ella extendía su brazo izquierdo a un lugar de poca luz en la oficina, sus dedos hacían unos movimientos extraños como si tocara un piano a la vez que daba la apariencia como si estuvieran retorciéndose, arriba, abajo, hundía un dedo y estiraba el otro. Todo sin despegar sus ojos de su teléfono.

De la oscuridad del cuarto, en ese espacio remoto salió alguien arrastrando sus pasos. Tyco con su único ojo trató de agudizar la mirada preparándose a la vez por lo que sea que saldría de ahí. El horror fue la expresión que enmarcó su rostro, dio un medio paso hacia tras cuando le vio salir de la negrura, tuvo que retenerse para no salir corriendo a su dirección. Imaginó todos los escenarios en que su colega pudo pasar en manos de un overlord como Valentino, pero jamás lo que ahora le daban a mostrar.

Su amigo parecía un muñeco al moverse, su cara desfigurada por los golpes y quemaduras, en su cuello pudo ver claras marcas de cadenas y si no fuera por la camisa de botones que traía y los vaqueros tal vez fuese peor, porque él aun no veía debajo de ellas y quizá su compañero tardara una buena temporada en recuperarse físicamente, pero quien sabe lo que le han hecho psicológicamente.

—Ahí está tu amigo —dijo atrás del muchacho, ni siquiera se había dado cuenta cuando se le cercó—. Le di un nuevo conjunto, me pareció que sería adecuado. 

La imagen de su colega al ser tratado como una mera marioneta o un maniquí por Velvette era incluso más impactante de lo que alguna vez pensó, jamás ha visto sus habilidades en persona, solo rumores que se esparcían por el pentagrama.

~White Noise~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora