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Ciudad de Nusquam, Nueva Roma, diez años antes del inicio de esta historia

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Ciudad de Nusquam, Nueva Roma, diez años antes del inicio de esta historia.

Solo se cumplen dieciocho una vez y Belén era muy consciente de eso. Adquirir las libertades de la vida adulta era algo que había esperado con ansias los últimos años, desde que, ya avanzada su adolescencia, se percató de que ya no congeniaba tanto con su padre como antes, de que ya no era más su «niña mimada».

Su cumpleaños, y el de Nicol, su gemela monocigótica, llegó una mañana de verano un par de semanas después de graduarse del Bachillerato. Belén, para celebrarlo, tenía planeada una noche de juerga interminable con los amigos, mucho sexo con Alfonso y no recordar quién era a la mañana siguiente, pero primero debía sobrevivir a pasar el día con la familia. A menos, claro, que pudiese evitarlo.

—¡Bel!, ¡levántate ya! —gritó Nicol desde el umbral de la puerta de la habitación que compartían y lanzó una almohada sobre su cabeza—. Novaria le declaró la guerra a Nueva Roma por ese asunto del dominio sobre los yacimientos de gas natural en Medio Oriente. ¡Papá se está volviendo loco!, no para de hablar de las proyecciones a la baja de Protek Global para el próximo año y de la posible reducción del PBI —relató afligida.

—¡Feliz cumpleaños a ti también, hermanita! —canturreó Belén bajo la almohada y la retiró de sobre su rostro con pereza, solo para lanzarla de vuelta hasta Nicol.

—¡¿Qué no me oíste?! —interrogó esta última tras detenerla en su trayecto de colisión inequívoca rumbo a su cara y arrojarla al piso a un lado de la cama—. ¡Estamos en guerra! ¿Tienes idea de lo que eso significa para la empresa? Posible suspensión de contratos gubernamentales, incremento de riesgos operativos y de seguridad, cambios en las prioridades del Estado con respecto a la seguridad interna —enumeró con los dedos—. ¿Quieres que siga?

Belén se dio vuelta sobre el colchón para mirar a su hermana, se limpió las babas que se le habían chorreado por la comisura de la boca durante el sueño, bostezó y se estiró como un gato.

—Nueva Roma ha ido a la guerra antes y ni papá, ni ningún otro esnob adinerado, se ha hecho menos rico por eso —rebatió con desinterés.

Nicol negó y exhaló profuso. Era seguro que Bel nunca sería la mano derecha de su padre, eso hasta el viejo Coronel Lombardo lo había entendido ya, pero, algunas veces, todavía esperaba que su hermana mostrase algún atisbo de responsabilidad o ambición, para así no ser ella quien tuviese que cargar siempre con las expectativas familiares.

Era frustrante, y aterrador, ser «la última esperanza de los suyos», y la presión que su padre ponía sobre sus hombros, so pretexto de ser la mayor, aunque esto solo fuere por una ventaja mínima, era insostenible a veces. Al punto en que Nicol estaba acostumbrada a dividir su tiempo entre los estudios y las largas jornadas de trabajo como practicante en Protek Global a las que su padre la sometía, lo que venía de la mano de días completos de privación de sueño.

REDEMPTIO © (Pronto en Papel) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora