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Tal y como lo calculó, Alexey fue a dar a través del ducto al área abandonada de estacionamiento en la parte posterior del edificio, en la que se encontraba también el viejo helipuerto

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Tal y como lo calculó, Alexey fue a dar a través del ducto al área abandonada de estacionamiento en la parte posterior del edificio, en la que se encontraba también el viejo helipuerto. En él, un hermoso ACH145 negro rompía con el paisaje post apocalíptico que lo rodeaba. Sin duda la última carta de Novikov para no hundirse con el barco.

Si había una forma rápida y segura de ubicar al pakhan para acabar con él en un momento de crisis esta era paradójicamente simple, aguardarlo cerca de su helicóptero.

Revisó su pierna; el daño era peor de lo que pensaba, con un orificio de entrada arriba de los gemelos y otro de salida que marcaba el trayecto de la bala, obligándolo a cojear y provocando un sangrado constante.

Tomó la bufanda de Sergei y la ató firme sobre la herida para intentar contenerla, nada más podía hacer, no hasta que su trabajo estuviese terminado. La cabeza le daba vueltas y las manos le temblaban. ¡Maldita droga!, seguía pasándole factura, pero aquello no impediría que pusiese a salvo a su familia.

—¡Ahora somos solo tú y yo, Sokol! —soltó la voz rasposa de Boris Kozlov en ruso desde su espalda. El Halcón se dio vuelta y ajustó una mano en la empuñadura de su pistola—. ¡Terminemos con esto de una vez!

La luz de la luna se reflejaba en la superficie brillante de la media máscara que ocultaba el rostro deforme de Kozlov y el azul de su ojo refulgía.

Comenzaba a llover.

Alexey vio de frente a su retador que, dictando las reglas del encuentro, puso la pistola en el piso para blandir un cuchillo en su lugar. El Halcón sabía que el duelo no sería parejo. Él estaba recuperándose de un coma inducido por un narcótico potente, y tenía una pantorrilla perforada, mientras Boris ostentaba solo un raspón de bala en el hombro.

Lo más fácil habría sido desenfundar y disparar a traición, deshacerse del problema, quizá también lo más inteligente; pero sabía tan bien como Kozlov que no lo haría, su honor estaba de por medio. Así que deslizó el arma lejos por el piso y blandió su propio cuchillo.

Maestro y pupilo se mantuvieron en silencio unos segundos después, estudiándose, analizando sus movimientos como parados ante un espejo. Conocedores de sus capacidades y falencias, aguardaban la oportunidad para atacar. Fue Boris quien dio el primer paso. Avanzando, balanceó el cuchillo con media sonrisa siniestra, en tanto Alexey se preparaba para recibirlo barajando posibilidades, y ajustando corajudo el cuchillo en la mano.

La lluvia recrudecía a cada instante haciendo del viejo concreto una trampa resbaladiza y peligrosa.

Kozlov arremetió contra Alexey, pero el Halcón era ágil, a pesar de sus circunstancias, y bloqueó el ataque con el filo de su arma. Las hojas de metal chocando llenaron con su estruendo el ambiente y determinaron con chispas el inicio de aquél encuentro titánico.

 Las hojas de metal chocando llenaron con su estruendo el ambiente y determinaron con chispas el inicio de aquél encuentro titánico

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REDEMPTIO © (Pronto en Papel) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora