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El plan dio inicio sin contratiempos

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El plan dio inicio sin contratiempos. Eran quince especialistas, los mejores en su rubro, armados con rifles de asalto, pistolas y cuchillos tácticos, y respaldados por Alfonso y su gente desde las instalaciones de Protek Global, los que acompañaban a Belén en la incursión.

Se dividieron en grupos de a tres para cubrir mejor el terreno. Aprovechando que no eran esperados, treparon silenciosos por los muros circundantes de la propiedad, eliminando discretos, conforme avanzaban, a cuanto enemigo se cruzase en sus caminos y comunicándose entre ellos a través de sus micrófonos de garganta.

Tal y como Alexey vaticinó, las bajas de la Pauk iban en ascenso, en tanto Novikov se regodeaba en su venganza.

Belén siguió sola, como acostumbraba tras volver de la guerra, lo que aunado a su reputación sanguinaria la hizo ganarse el nombre clave de «Sombra Carmesí».

—La niña está en la tercera planta —habló Alfonso a su oído. La cámara térmica la localizó sin problemas; primera puerta a la izquierda saliendo del ascensor. La segunda planta parece ser una suerte de área de descanso para los hombres de Novikov. Ten cuidado, hay unos treinta en total.

—¿Qué hay de Alexey?, ¿sabemos dónde encontrarlo? —cuestionó Belén preocupada.

Un par de segundos de silencio le siguieron a la pregunta.

—Su temperatura es baja ahora por el sedante, lo que dificulta su ubicación —explicó Navarro—. Además, el edificio tiene tres niveles de sótanos, todos blindados en concreto, no tenemos visibilidad ahí.

—Es decir que no sabemos dónde está —sintetizó Lombardo.

—Lo encontraremos —aseguró Alfonso en consuelo—, pero encarguémonos de la niña primero.

—¡Así será! —confirmó Belén.

A paso firme, y con la adrenalina quemándole las venas, se enrumbó al ascensor como Alfonso había sugerido. Esperaba que sacar a Mila no se complicase, pero necesitaría información adicional para llegar hasta Alexey, lo que solo podía significar una cosa: tenía trabajo sucio pendiente.

Avanzó por los pasillos de paredes mugrientas y decadencia a la vista hasta que, entre luces parpadeantes y chatarra, logró ubicar las puertas del ascensor. Se acercó unos pasos y estas se abrieron impredecibles revelando a un hombre, de los que estuvieron presentes durante el intercambio, con un arma colgándole del cinto.

Con precisión digna de una máquina de guerra, Belén desarmó al tipo antes de que este tuviese oportunidad de reaccionar, y lo empujó hacia el interior. Una vez allí, le presionó la espalda contra el espejo frontal y le puso el cuchillo táctico en la garganta. Ya con el sujeto asegurado, cerró las puertas del ascensor y detuvo su movimiento.

Sokol! —exigió después muy cerca de su rostro—. ¡¿Dónde lo tienen?!

El hombre reconoció a su atacante y esbozó una sonrisa torcida, sus ojos brillaban con morbo y desprecio.

REDEMPTIO © (Pronto en Papel) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora