Tres imponentes Toyota Land Cruiser, de un negro profundo y lunas oscuras, se deslizaron silenciosas por las calles húmedas de Nusquam esa noche rumbo al punto de intercambio. Dos de ellas transportaban a los ocho miembros del equipo de seguridad de Belén, preparados para intervenir si la situación se descontrolaba. La tercera la llevaba a ella. A sus lados, sus dos guardaespaldas personales, asignados por primera vez a su custodia, vigilaban atentos cada movimiento.
Entre tanto en el maletero, oculto de la vista, pero crucial para la misión, Alexey, de acuerdo con su propio plan, yacía esposado, descalzo y en pijama, pero armado con el rastreador subcutáneo que, tras su entrega, llevaría a Belén y su equipo hasta la ubicación exacta en donde el pakhan se ocultaba.
Novikov y su gente estaban junto al cadáver de lo que un día fue una montaña rusa para cuando llegaron. Él, blindado en sus flancos por tres de sus matones, Boris Kozlov uno de ellos, y con una sonrisa ladina, recostaba su cuerpo enfundado en un traje negro sobre el capó de un BMW i7 color plata. Una Porsche Cayenne azul oscuro, con una ventanilla a medio bajar, albergaba a Aurora Lombardo en el asiento trasero, y a otros tres individuos a su alrededor. Novikov y seis más, tal y como Alexey lo había considerado.
Belén bajó de la camioneta vistiendo un traje ejecutivo completo en gris oscuro, avanzó unos pasos para ponerse a la vista de los presentes y seis de los miembros de su equipo de seguridad se acomodaron a su espalda y en sus flancos laterales de forma estratégica.
El pakhan avanzó unos pasos confiados hasta la Cayenne, Kozlov y otro más lo siguieron, dio un par de golpes secos en el techo y la ventanilla, que hasta entonces dejaba ver medio rostro de su rehén, terminó de bajar por completo.
—¡Ahí está su hija, señora Lombardo! —soltó con falso entusiasmo y señaló a Belén. Había frialdad y soberbia en su mirada—. ¿Tienes algo para mí, muchacha? —agregó desafiante.
Bel miró a su madre tratando de transmitirle algo de calma que en verdad no poseía, pero que, dado su entrenamiento, aparentaba a la perfección. Aurora estaba encañonada en la sien con una Beretta cortesía del matón a su izquierda y, con el pánico retratado en los ojos y el llanto contenido, se limitó a asentir.
—¡Tráiganlo! —rugió Lombardo para su gente sin separar la vista de su madre. Los cuatro elementos restantes de su equipo apuraron sus pasos hasta la Land Cruiser al centro de la caravana que, antes de ser tocada siquiera, se remeció contundente tras la protesta muda de la fiera enjaulada en su maletero—. Puede que no esté de buen humor —advirtió Belén después para Novikov con un gesto adusto en la faz—. Estaba dormido cuando lo inmovilizamos.
El pakhan asintió complacido y esbozó una sonrisa torcida.
—Comprendo —respondió conciso—. Podgotov'te dozu! —escupió después para su gente y Kozlov extrajo un neceser pequeño de cuero negro del bolsillo interior de su abrigo.
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REDEMPTIO © (Pronto en Papel)
RomanceBelén y Alexey, una ex agente de las Fuerzas Especiales y un subjefe de la mafia rusa, intentan superar sus conflictos internos, y entender lo que sienten el uno por el otro, mientras, para salvar sus vidas, se ven obligados a unirse y enfrentar a l...