Capítulo 10

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"Extraño mi maldita vida"

Suelym

Todo era tan parecido a la primera vez. El Festival Tollwood era una atracción vibrante, pero lo que me ataba a él no tenía nada que ver con las razones turísticas o de ocio de los demás. Aquel festival había sido parte de la noche que marcó un punto de inflexión en mi vida. La noche en que Roy me dijo que me amaba, que yo lo confesé de vuelta, que me prometió entregarme su ciudad como si fuera mía y lo cumplió devotamente. Sabía muy en el fondo que mi vínculo con Roy, con Múnich, e incluso con Imperio, se había gravado con fuego en mi piel aquella noche.

Recordaba aquel festival con tanto cariño. Aún podía vernos, tomados de las manos mientras corríamos de aquí para allá porque era demasiado tarde y temíamos perdernos los fuegos artificiales. No los perdimos. Él me había besado mientras el cielo se iluminaba con aquella mezcla de efímeros colores que provocaba estruendos al detonar, pero que se amortiguaban con los juramentos de amor eterno que Roy dejaba flotar a nuestro alrededor entre cada roce de nuestros labios.

El mismo amor con que atesoraba aquel recuerdo era el que me rasgaba el pecho al verme allí otra vez, pero sin él.

—¿Estás segura de que no quieres ir a ver? —preguntó Kaitlyn, recostada a mi lado en la cajuela del auto— Podríamos comer algo.

Levanté la vista. Sí, definitivamente había mucho que ver allí. En cualquier otra circunstancia me hubiera encantado perdernos entre los puestos, de seguro Kaitlyn me arrastraría a comprar adornos para su oficina y algunos recuerdos para los chicos, pero no tenía energía para ello. A pesar de que el subidón de adrenalina de la carrera aún burbujeaba en mi interior, me sentía completamente drenada.

—No falta mucho —respondí, chequeando la hora en mi teléfono—, nos iremos pronto

Kaitlyn no dijo nada, en realidad no había hablado mucho en el trayecto, y lo apreciaba. El silencio era reconfortante cuando no eras capaz de expresar cómo te sentías, ella entendía eso. No le había dicho por qué decidí ir a la feria, ni qué era lo que estaba esperando, pero ella no me había presionado ni una sola vez.

De repente una explosión roja estalló en el cielo nocturno. Todos levantaron la cabeza en un movimiento casi coordinado, incluyéndonos. Algunos dieron pequeños saltos emocionados, otros gritaban, yo solo contemplé como otros colores se iban agregando al paisaje, formando destellos fugaces que me forzaban a estar atenta si quería contemplar el espectáculo por completo.

—No me dijiste que había fuegos artificiales—murmuró Kaitlyn, sonriendo fascinada como una niña pequeña mientras echaba su cabeza hacia atrás tanto como podía.

Deslicé la vista hacia ella y no pude evitar sonreír. Yo tenía la misma expresión aquella vez. Roy me tomó una foto solo para guardar mi reacción, decía que el momento era demasiado especial como para no inmortalizarlo, y tenía razón. Incluso allí, tres años y demasiados recuerdos después, podía sentir el soplo de la nostalgia sobre mi piel, calándome por completo con el rastro de las emociones que sentí aquella noche.

La imagen de los fuegos artificiales comenzó a verse borrosa por las lágrimas que se amontonaban poco a poco en mis ojos. Ninguna cayó, como si resistieran hasta el último instante, aferrándose a la última capa de dureza que me quedaba porque no quería darle la razón a Kaitlyn, no quería desmoronarme frente a ella, pero al mismo tiempo sabía que la había llevado allí porque confiaba lo suficiente como para dejarle verme débil.

—Roy me trajo aquí una vez —dije, intentando disimular el tono estrangulado de mi voz por el llanto retenido—, fue una noche especial —tomé una pausa, aún sin mirar a Kaitlyn, asegurándome de que era capaz de continuar sin echarme a llorar—. Cada recuerdo que tengo con él lo es, por eso es tan difícil mantenerme enojada.

Hassle [Problemas #3]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora