Capítulo 4

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"Deja que suene"

Suelym

Contuve el aire cuando su pie impactó en el centro de mi abdomen, lanzándome hacia atrás en la colchoneta. No caí, pero mi pulso estaba acelerado y la mitad de mi cuerpo ardía por los golpes. Dolía, pero podía doler más. Necesitaba que doliera más.

—Puedes hacerlo mejor —dije, enderezando la espalda.

—Puedo matarte si lo hago —respondió Shelsie, acomodando su largo cabello negro en una coleta. Estaba mucho más calmada que yo, pero el rasguño en su brazo sangraba y el moretón en su pierna derecha se estaba haciendo más notable. Era reconfortante saber que yo también era capaz de causarle algo de daño, aunque fuera mínimo.

—Roy se enfadará si la lastimas —dijo Seith, sentado en una silla al otro lado de la habitación, en su faceta de guardia, vigilando cada uno de nuestros movimientos.

—¡Cállate! —grité, lo suficientemente alto como para que me obedeciera. Odiaba que se metiera en mis asuntos. Era mi cuerpo, si yo quería lastimarlo, lo haría.

—Tómate un descanso —sugirió Shelsie, saliendo de la colchoneta y tomando una botella de agua de las que habíamos sacado de la nevera—, te patearé el trasero luego.

Asentí de mala gana. En realidad sí necesitaba ese descanso, pero no pensaba admitirlo, no delante de Seith. No tenía nada en su contra, pero sabía que cada cosa que yo decía o hacía la registraba en su memoria para contársela con lujo de detalle a Roy. Eso había provocado que su presencia me incomodara. Shelsie era un tema distinto, era la niñera buena. Roy le pagaba para vigilarme, o cuidarme, como él decía, pero no era una espía. Ella era lo más cercano a una amiga que había tenido en aquellos dos meses y mi ancla para no caer en la locura.

Era una maldita prisionera en un pent-house de lujo, alejada de todos los que me importaban. No solo estaba triste, estaba furiosa. Me estaba consumiendo en mi propia ira y Shelsie podía notarlo, así que cuando propuso instalar un pequeño espacio en el gimnasio para practicar algo de defensa personal y, en sus propias palabras, dejarme golpearla sin que me atravesara con una espada, accedí. Era liberador dejar salir la frustración de esa manera, incluso si yo acababa mucho más magullada que ella, cada golpe lo valía. Shelsie era buena peleando, mucho más capaz que la mayoría de los hombres de Roy, era la principal razón por la que le había confiado mi seguridad a ella. Y era una excelente maestra. No era que saber noquear a alguien fuera a solucionar mis problemas, pero me hacía sentir mejor saber que quizás podría defenderme por mí misma si lo necesitaba.

—¿No tenías una reunión a las ocho? —le preguntó Shelsie a Seith, obligándolo a abandonar el asiento para ocupar su lugar— Deberías irte antes de que el tráfico empeore.

—Puedo quedarme un rato más—respondió él, chequeando la hora en su teléfono antes de guardarlo en el bolsillo delantero de sus pantalones.

—No creo que hayas entendido —añadió Shelsie—, te estoy diciendo que te largues.

A Shelsie le gustaba bajar un poco la iluminación para nuestras sesiones, decía que no siempre puedes ver a tu enemigo, no podías dejarle todo el trabajo a tus ojos si te veías envuelta en una pelea de noche. Tuve que forzar un poco la vista para alcanzar a ver la sonrisa compartida entre ella y Seith, cargada de un matiz cómplice que delataba la profunda conexión entre ellos. La confianza que flotaba cuando estaban juntos era equiparable a la de amantes de antaño, pero sabía de primera mano que no existía más que una buena amistad, de hecho, tenía entendido que Shelsie había estado mediando entre Seith y su novia. Era deprimente que la mayor noticia de mi semana fueran las crisis románticas de mi guardia.

Hassle [Problemas #3]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora