Capítulo 13

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"Principiante"

Amy

Increíble que el primer caso que llevara a juicio fuera mi maldita defensa.

Me reacomodé en la silla, completamente sola en la oficina del detective, cuyo nombre no recordaba, que me había sacado de mi casa acusándome de triple homicidio. No me habían dado detalles, solo la típica charla sobre mis derechos que ya me sabía de memoria, así que no tenía una maldita idea de por qué estaba allí y mucho menos por qué estaba en una oficina y no en la sala de interrogatorios o una celda. No es que me estuviera quejando, eso y el hecho de que no me colocaron las esposas me parecía un detallazo, pero no me hacía sentido. Los policías no eran amables o considerados solo porque sí, mucho menos con los sospechosos de un crimen, o, en mi caso, tres. Algo no cuadraba.

Paseé la vista por los estantes llenos de archivos, colocados en las paredes adornadas con un horrible papel tapiz. Todo lucía apáticamente cuadrado allí, en tonos grises que apenas diferían entre ellos mismos por ínfimos grados de oscuridad o claridad que podían asociarse más al desgaste de los años que a una intención creativa inicial del fabricante. Sabía que las comisarías no eran lugares felices, pero algo en ese sitio conseguía deprimirme profundamente.

La puerta de la oficina se abrió, dando paso a un exaltado Logan que cruzó el espacio hasta mí en dos zancadas. En segundos estuve de pie, envuelta en sus brazos y siendo reconfortada con palabras de aliento y amenazas para quienes me hubieran puesto un dedo encima. Aún seguía con el pantalón de franela y la sencilla camiseta blanca de su pijama, pero había sustituido las chanclas por zapatillas deportivas, probablemente algunas que Kristal le hubiera alcanzado, porque salió tan de prisa para no perderle el rastro a la patrulla que no había tenido tiempo de cambiarse.

—¿Cómo te dejaron entrar? —pregunté, rodeando su cuello con mis brazos.

—¿Bromeas? Tengo tres emperadores allá afuera amenazando con cortar pelotas si no nos dicen qué pasa contigo.

Sonreí. Debí saber que Imperio tendría influencia sobre la policía de Filadelfia.

El suave crujido de la puerta nos hizo voltear justo a tiempo para ver al detective entrar con una carpeta en la mano. Logan le ofreció una mala mirada mientras se separaba lentamente de mí. El detective nos rodeó para alcanzar su puesto al otro lado del escritorio. Podría decir que rondaba los cincuenta, a juzgar por las líneas de expresión en su rostro y las canas que le peinaban diversas zonas del cabello y la barba, aunque muchos policías tendían a lucir mayores que su edad real debido al estrés al que eran sometidos. El traje gris combinaba con la decoración de su oficina y la placa de oficial policial reposaba orgullosa sobre su pecho atada por una fina cadena. No lucía muy feliz de tenerme allí. Ya éramos dos.

—Siéntense por favor —pidió, aunque sonó más a una orden.

Logan se aseguró de dejarme acomodada antes de sentarse a mi lado, manteniendo la expresión dura para el detective. Un completo contraste con la suavidad con que su mano sostenía la mía. Me preguntaba si el detective también había tratado con Brandom, Roy y Andrew y por eso no lucía sorprendido de tener a Logan junto a mí aquí dentro.

—No tiene que acceder a esta conversación sin presencia de su abogado, señorita Brown.

—Soy mi propio abogado, detective... —dejé la interrogante en el aire, dándole a saber que desconocía su nombre.

—Reynolds —respondió—. En ese caso, pasaremos a lo importante. El arma utilizada en los asesinatos de Darío Stewart apareció ayer en la tarde, recibimos una llamada anónima donde nos informaban del hallazgo de un cuchillo de caza lleno de sangre en un basurero cercano a la casa de la víctima.

Hassle [Problemas #3]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora