CAPÍTULO 5

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Anna.

- Ay Anna, no sabes lo mucho que te envidio… - me dice Bianca suspirando, mientras me lleva en una silla de ruedas hacia la salida del hospital.

-	Es en serio? – pregunto sorprendida – Envidias no poder ver ni recordar nada?

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- Es en serio? – pregunto sorprendida – Envidias no poder ver ni recordar nada?

- Claro que no tonta – me dice con diversión en su voz – envidio que estés bajo su cuidado.

- El es un grosero! – digo con recelo– como se le ocurre entrar así en la habitación. Y si hubiera estado desnuda o algo así?

- Yo no me quejaría nena. – dice ella volviendo a suspirar – Ay Anna si pudieras ver lo guapo que es, me entenderías. Nunca lo había visto tan de cerca. Es el mejor trabajo que he tenido en mi vida.

- Pues, de nada. – le digo, pero me ignora y sigue hablando.

- Lastima que no puedo hablar de esto con nadie más. – se queja.

Bianca, no deja de sorprenderme con la confianza con la que me habla.

- Lo que pasa es que en estos cuatro meses mientras cuidaba de ti, has sido como mi confidente. – me explico un día.

- Lo siento Bianca, pero no recuerdo nada de lo que me pudiste haber dicho antes de que despertará- le respondí sintiendo pena por ella.

- Esa es la mejor parte Anna. Porque te dije cosas que se suponía no debía comentar con nadie. – me dijo en un susurro como si fuera un secreto.

- Veras…. Cuando me contrataron para asistir al doctor Cho en tu cuidado, me hicieron firmar un acuerdo de confidencialidad.- me dice en un tono un poco más bajo.

- Acuerdo de confidencialidad?— pregunte llena de curiosidad – Porque?

- Pues porque son personas muy…. Cual es la palabra?? Ay no se… Influyentes tal vez? – dice indecisa. – Lo siento, no puedo decirte más.

Eso me dejo muchas dudas. Pero Bianca me aseguro que solo se están cuidando las espaldas, que son buenas personas.

- El señor Kim por ejemplo vino cada semana sin falta para ver como estabas. – me dijo emocionada – Incluso varias veces se quedo más de una hora en tu habitación leyendo para ti. Es tan lindo…!

- Lastima que no recuerdo nada de lo que leyó para mi. – respondo en un tono condescendiente.

- Ay Anna no seas odiosa! – me regaña – el ha estado preocupado por ti.

- Pues es lo menos que puede hacer – le digo – te recuerdo que estoy en este estado por culpa de su avión. Seguro que están tan preocupados por mi para que no los demande por negligencia o algo así.

- Fue una falla mecánica Anna, pudo pasar en cualquier avión. – me reprocha. – Cuando los conozcas personalmente te darás cuenta que clase de persona son. – asegura con mucha confianza.

Lo cierto es que ahora que conoci al señor Min digamos que no fue una buena primera impresión. Si no fuera porque no tengo a nadie más creo que abría rechazado su generosa oferta.

- Solo prométeme algo Anna – dice Bianca deteniendo la silla antes de salir del edificio  - si necesitas cualquier cosa no dudes en llamarme si? Aunque sea solo para desahogarte – y pone en mis manos un papel y una caja, y en mi dedo coloca un anillo.

- En el papel esta escrito mi número de teléfono y unos regalitos por si tienes otro episodio de ansiedad. En la caja hay goma de mascar y puedes girar el anillo para enfocarte en eso – me explica.— No estoy segura si nos volvamos a ver. Así que guarda bien mi número ok.?

-	Gracias Bianca

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- Gracias Bianca. – le agradezco sinceramente.

- Puedes llamarme a cualquier hora. Sobre todo si te permiten invitar a una visita – me dice coqueta.

- Eres insufrible Bianca – digo resignada, mientras nos reímos juntas y salimos del edificio.

Yoon-gi.

Estoy recostado del auto, en la entrada de la clínica esperando que traigan a Anna. Ella sale en una silla de ruedas, que la enfermera dirige, ambas están riéndose de algo. Se acercan hasta la puerta del auto mientras le va indicando las cosas que hay a su alrededor para que Anna pueda orientarse.

- Toda suya señor Min- me dice cuando llegan frente a mi.

- Le agradezco – respondo mientras observó a Anna con más atención. Se ve más relajada.

-   Si necesitamos de su ayuda una vez más, se lo haremos saber a través de el doctor Cho. – le digo a la enfermera.

- Por supuesto. – me responde con una sonrisa – Cuide muy bien de Anna por favor.

- Lo haré – al parecer se ha encariñado con su paciente. Anna se levanta con cuidado y la sostengo por el brazo para guiarla hacia la puerta del auto.

- Cuidado con la cabeza – le digo cuando entra.

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