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CAPITULO 11

Anna

Lo siguiente que supe es que iba de regreso a la ciudad en un auto para una cita con un psicólogo.

Esta vez iba con Jin y Yoongi. Ellos iban sentados adelante y yo en el asiento de atrás. Definitivamente, no me siento bien en lugares tan pequeños. Tengo que recordar mencionarle eso al psicólogo.

Iba concentrada enumerando en mi mente las cosas que debía mencionarle al psicólogo. Así que el viaje se me hizo corto. Cuando llegamos al lugar, esperábamos unos minutos antes de que me llamaran. Estamos en una sala de espera, estoy sentada con uno de ellos a cada lado.

Lo primero que captó antes de que dijeran mi apellido fue un olor de perfume demasiado fuerte para mi gusto. No pude evitar hacer una mueca de desagrado.

- ¡Rodríguez! - llamó una voz de mujer. Los tres nos levantamos al unísono.

- Soy yo - respondí levantando mi mano.

- ¡Oh!... ¿Vienen con ella? —dijo la voz melosa de la mujer—, pasen por favor.

Yoongi toma mi mano y me guía hasta la puerta antes de que mi bastón toque el suelo.

- Es un placer conocerlos, yo soy la doctora Suni Han para servirles. Lamento haberlos hecho esperar. Siéntense, por favor.

- Buenas tardes, doctora - la saluda Jin - gracias por atendernos sin previa cita. - dice mientras ubico una silla.

- ¡Oh, cualquier cosa por mi viejo amigo el doctor Cho! - contestó ella - y bueno que los trae por acá!

¿Por qué me desagrada tanto su voz?

- Anna es quien necesita su consulta - afirma Jin - creo que nosotros esperaremos afuera.

Una vez que ellos salieron, ella comenzó a hacerme preguntas y no pude evitar notar el cambio en su voz y en su actitud.

- (Suspiro dramático para recomponerse) ¿Son familiares tuyos? ¿Tienen algún parentesco? - me pregunta curiosa.

¿Por tanto, tanto interés tienen mis acompañantes, si soy yo la paciente? Y con eso toda mi confianza se esfumó. En ese preciso instante decidí que esto no iba a funcionar con ella. Supongo que esto con los psicólogos es así. Necesitas sentirte en confianza con esa persona para contarle tus cosas más personales. Y ella no me inspira eso. Aunque me siento mal por los chicos por traerme hasta aquí, para nada. Así que intente, aunque sea, sacarle algo de provecho a esta consulta.

- He tenido ataques de pánico. Por eso estoy aquí —le comento, omitiendo deliberadamente su pregunta.

- Claro. ¿Con qué frecuencia experimentas esos ataques de pánico? —inquiere.

- ¿Qué puedo hacer para calmarme? - insisto.

- Pues, existen varias técnicas para sobrellevar la situación...

Hablamos durante unos 10 minutos. Me centré en preguntarle algunas cosas más que en contarle. En realidad, no me dijo nada que no supiera. Ya Bianca me había mencionado cosas muy similares a lo que me dijo. Además, su perfume me estaba volviendo loca, así que cuando no tenía nada más que preguntarle, me levanté.

- Gracias por su tiempo, doctora. - Y empecé a golpear el suelo con mi bastón para ubicar la salida.

- ¡Oh...! Por supuesto, querida.

Abro la puerta y enseguida se acercan Jin y Yoongi.

- Aquí está mi tarjeta para que me llamen y organicemos la próxima cita. - dice con su voz empalagosa de nuevo en lo que salimos de su oficina.

No sé a quién le dio la tarjeta. Pero estoy segura de que no habrá una próxima cita.

- Gracias por todo, doctora. - Le digo de nuevo. Y camino hacia donde ubico la salida, sin esperar a notar si me siguen o no. Escucho a Yoongi despedirse y luego sus pasos alcanzándome. Llegamos afuera y no percibo el olor de Jin. Supongo que se quedó.

- Eso fue rápido. - observó Yoongi - pensé que se tardarían más. Me imagino que para la próxima cita...

- No habrá próxima cita. - interrumpo, recostándome del auto y cruzando los brazos en mi pecho. Justo allí llega Jin.

- ¿Qué? ¿Por qué? - dicen al unísono.

- ¿Cómo qué, por qué? - respondo un poco indignada - ¿Están seguros de que la única ciega aquí soy yo?

Yoongi no dice nada. Simplemente camina hacia el otro lado del auto. Aunque podría jurar que se fue para no reírse en mi cara. Jin, en cambio, se acercó a mí.

- ¿Celosa, Anna? - me pregunta dramáticamente - si pudieras ver lo hermoso que soy, entenderías a esa pobre mujer. - y se sube al auto.

- ¡Ay, por favor! - me quejo conmigo misma, porque él ya estaba dentro del auto.