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CAPÍTULO 7

Yoon-gi

Es mediodía cuando llegamos a la casa. Después de viajar toda la mañana por carretera, el sol brillaba alto en el cielo despejado, iluminando el camino que conduce a nuestra casa de campo.

La llamamos casa de campo porque está ubicada en el campo lejos de la ciudad, literalmente en medio de la nada. Pero es más como una pequeña villa. Hace unos años la diseñamos para cuando necesitamos tomarnos un respiro de nuestro día a día. Nadie más aparte de nosotros siete sabe de su ubicación. Es el sitio perfecto para que Anna se recupere. No le mentí a Anna cuando le dije que es un refugio en medio de la naturaleza. Ella lleva durmiendo todo el camino, después de decir que no tenía sueño.

¡Anna! - la llamó suavemente para que despierte.

- ¡Anna!!!... Llegamos...

Anna.

Su voz me despierta. Me duele un poco el cuello.

- ¿Llegamos tan rápido?

- Ja. Hemos viajado por 4 horas Anna. Debes tener hambre—me revela el señor Min, y sale del auto.

No puedo creer que me quedara dormida en todo el camino. Creo que desde que desperté del coma no había dormido tantas horas seguidas. Las pesadillas no me dejan dormir, lo peor es que no recuerdo de qué se tratan. Solo sé que me despierto asustada y sudando frío. El señor Min abre la puerta para que salga.

- Puedes salir, Anna. - sugirió él.

Lo primero que hago al bajar es sentir la calidez del sol en mi rostro. Inhalo profundamente, el olor a montaña me parece gratificante.

- Hay unos escalones que debemos subir para llegar a la casa, - señaló el señor Min. - Estoy a tu derecha, apoyándote en mi brazo.

Levanté mi mano buscándolo y me sostengo de su brazo mientras caminamos.

- Primer escalón. - me indica él y empezamos a subir lentamente.

Me parecen interminables, siento que con cada escalón desfallezco, pero no digo nada.

- Listo, llegamos arriba - me señala el señor Min, después de lo que me pareció una eternidad.

- Necesito un minuto - balbuceo para llenar mis pulmones de aire.

- Claro. - accedió él. - Perdón. Subimos muy rápido.

- No, está bien. Solo que mi estado físico está hecho un asco. —le explico.

Después de que mi ritmo cardíaco volvió a la normalidad, le indicé que podíamos seguir.

- Me vas a odiar por esto. Pero aún quedan como 4 escalones más —me dice apenado. — Puedo llevarte en brazos, para que no te esfuerces más.

- Como pareja recién casada, ja, ja, ja - bromeó. - Gracias, pero creo que puedo con ellos. ¡Vamos!

Cuatro escalones después, por fin estábamos en casa. Me dirigí hasta un sofá donde me dejé caer exhausta. Mientras él hacía una llamada.

- ¿Dónde están? Ya estamos aquí. —reclamó a quien estaba del otro lado de la línea.

- No, no lo he visto... Bien, y colgó.

- Imagino que estás tan hambrienta como yo. Voy a preparar algo rápido para comer, - me dice mientras se aleja.

Me quedo en el sofá recuperando el aliento mientras lo escucho a poca distancia, moviendo ollas en lo que imagino es la cocina. De pronto se escucha la puerta que se abre.

—¡Llegaron!— Exclama con una voz masculina, alegre y jovial. - ¡Qué bueno que ya estén aquí!

- ¡Hace rato que llegamos! - se queja el señor Min - ¿Dónde estabas?

- ¡Calma! ¡Calma! Ja, ja, ja —responde riendo—, estaba algo ocupado dándole los últimos toques a la habitación de nuestra invitada, que por cierto no la veo. ¿ Dónde la escondiste?

- No la escondí en ningún lado. Estaba allí en la sala de estar.

- ¡Oh...! - escucho cómo se acerca a mí - Aquí estás, tú debes ser Anna. Es un placer conocerte al fin, yo soy Kim Seok-Jin. Puedes decirme, Jin.