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CAPÍTULO 35

Nam

El día de la operación llegó, otra vez. Yoongi insistió en estar presente en el quirofano. Al doctor no le quedó otra que acceder y comenzó la operación. 

Al finalizar esperábamos que Anna despertara de la anestesia y que el doctor nos dijera alguna noticia al respecto. 

Después de lo que parecía una eternidad, Anna despertó y el doctor apareció en la puerta de la habitación. Su rostro mostraba una expresión serena y confiada. 

—Buenas noticias, Anna —dijo sonriendo amablemente, mientras Anna contenía visiblemente su alimento, llena de expectativa—, la operación fue un éxito. Hemos logrado restaurar tu visión.

Un grito ahogado de alegría se escapó de los labios de Anna mientras Yoongi la abrazaba. 

- ¿De verdad? ¿Puedo… puedo ver? —preguntó con voz temblorosa. 

—Así es, pero es importante que tomes esto con calma. Le dijo el doctor. — Tu visión puede ser borrosa al principio mientras te acostumbras a los cambios. Pero estoy seguro de que pronto podrás disfrutar del mundo que te rodea.

Mientras el médico les explicaba algunos detalles sobre el proceso de recuperación y las precauciones que debían tomar en los próximos días, Anna no dejaba de sonreír. Me siento muy feliz por ella, todos lo estamos. 

Finalmente, el doctor les dio algunas instrucciones finales antes de salir de la habitación.

—Recuerda seguir todas las indicaciones, te espero aquí dentro de tres días para retirar las vendas. —le recordó el doctor antes de salir de la habitación— voy a ir a firmar el alta para que puedas irte. 

—¿Qué es lo primero que harás cuando puedas ver? —le pregunta Jimin contagiado de la alegría del momento. 

Anna sonreía ampliamente mientras pensaba en todas las posibilidades.

—Quizás quieras ver tu reflejo en un espejo… —dice Yoongi a su lado. 

—O tal vez quieras ver la cara de Yoongi para asegurarte de que no sea un monstruo —interrumpió Jin con una risa suave.

—¡Oye…! —lo defiende Anna lanzandole la almohada que tenía entre sus brazos. Mientras reímos. 

Tres días después. 

Anna. 

Llega el día que tanto he esperado. Mientras camino con los chicos de nuevo hacia la clínica, puedo sentir la calidez del sol en mi rostro; es un recordatorio constante de lo que estoy a punto de recuperar. 

Con cada minuto que pasaba, la anticipación crecía dentro de mí. Sé que pronto podré abrir los ojos y enfrentar el mundo nuevamente; un mundo lleno de luz y color que había estado esperando pacientemente por mí. Y con esa certeza latente en mi corazón, me sentí más que lista para retirar estas vendas de mis ojos.