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CAPÍTULO 37

Yoongi 

El vapor de la ducha aún flotaba en el aire cuando salí, sintiendo cómo las gotas de agua se deslizaban por mi piel. Me detengo en la puerta del dormitorio y contemplo la escena ante mí. Anna está dormida en mi cama, envuelta en las sábanas blancas como si fuera un ángel caído del cielo. Su rostro sereno y sus labios ligeramente entreabiertos me provocan una sonrisa involuntaria. Ella es hermosa, y en este momento, todo parece perfecto.

Mientras la observo, mi mente no puede evitar regresar a la noche anterior. La imagen de Anna, con su cabello desordenado y su piel radiante, ocupa cada rincón de mis pensamientos. Compartimos momentos intensos, una conexión que había ido más allá de lo físico. En la forma en que ella me mira, aún no me acostumbro a ver sus ojos mirando directamente los míos, como si pudiera ver a través de las capas que he construido a lo largo de los años; me hacía sentir vulnerable, pero también poderoso al mismo tiempo. Es extraño. 

Sin hacer ruido, me acercó a la cama y me inclinó y apartó su cabello desordenado de su rostro. Recuerdo cada detalle de la noche anterior: las risas, los susurros y la forma en que nos entregamos el uno al otro sin reservas. 

Me visto y salgo sigilosamente del dormitorio; me dirijo a la cocina. Abró el refrigerador y comenzó a reunir ingredientes para preparar un delicioso desayuno. Mientras trabajo en la cocina, los aromas comienzan a llenar el aire; siento una oleada de satisfacción al pensar en cómo sorprenderé a Anna cuando despierte. 

Cuando termino de preparar el desayuno, coloco todo cuidadosamente en una bandeja junto con dos tazas humeantes de café recién hechas. Sonrío al darme cuenta de que Anna tiene un vicio serio con el café. Es peor que Hoseok. 

Con la bandeja en mano, regreso al dormitorio y me detengo nuevamente al ver a Anna durmiendo plácidamente. La luz del sol entraba por la ventana y acariciaba su rostro delicadamente; parecía tan tranquila e inocente en ese momento.

—Desierta, hermosa —murmuró suavemente mientras colocó la bandeja sobre la mesita junto a la cama. Me arrodilló a su lado y acarició suavemente su mejilla.

Anna abrió lentamente los ojos y parpadeó varias veces antes de enfocar su mirada en mí; un segundo después una sonrisa perezosa apareció en su rostro al ver el desayuno preparado frente a ella.

—¿Qué es todo esto? —preguntó con voz soñolienta mientras se incorporaba lentamente.

—Un pequeño regalo para ti —respondí con una sonrisa amplia. Necesitas empezar tu día con energía.

Ella cubre su rostro con vergüenza mientras se ríe y me espía a través de sus dedos. 

—Eres increíble. ¡Gracias! —dijo. 

Mientras compartíamos ese momento sencillo pero significativo juntos, sentí cómo mi corazón se llenaba aún más por ella. No solo era una mujer hermosa; era inteligente, divertida y tenía una fuerza interior que me atraía irremediablemente.

—¿Qué haremos hoy?—pregunta ella al terminar de desayunar. 

—Jin nos espera en la oficina —le digo mientras recojo los platos. 

- Bien. Voy a darme una ducha rápida antes de irnos —anuncia dirigiéndose al baño con las sábanas envueltas en su cuerpo.

La observó, sintiendo cómo mi corazón latía más rápido al ver su figura moverse entre las sábanas. La luz del sol iluminaba su piel, resaltando cada curva y cada línea de su cuerpo. Es un espectáculo que me deja sin aliento, y no puedo evitar sentirme atraído por ella de una manera casi primitiva.

—¿Necesitas ayuda con eso? —bromeo, intentando mantener un tono ligero mientras me acerco a ella.

Anna se gira, sus ojos brillando con picardía. 

—No creo que necesite ayuda para ducharme, pero gracias por ofrecerte —respondió con una sonrisa.

Mientras ella se dirigía hacia el baño, sentí una oleada de deseo recorrer mi cuerpo; es como si cada movimiento suyo me llamara a seguirla. Sin pensarlo dos veces, decidí que no podía dejar pasar la oportunidad.

Abró la puerta del baño y entró detrás de ella. Anna ya ha comenzado a quitarse las sábanas que la envolvían, revelando su piel suave y tentadora. El aire está impregnado de vapor y fragancia de jabón, creando un ambiente íntimo y sensual.

—¿Te has olvidado de algo? —preguntó Anna con una sonrisa traviesa mientras se gira hacia mí, completamente desnuda.

Toda mi sangre subió a mi cabeza; no pude resistir la tentación. Me acercó rápidamente y tomó su rostro entre mis manos, inclinándome para besarla con fervor. Nuestros labios se encuentran en un choque electrizante que asciende aún más el fuego entre ambos. La empujó suavemente hacia el interior de la ducha. 

—¡Eres insaciable! —me dice entre risas. 

—Definitivamente no puedo resistirme a ti —murmuró contra sus labios. 

El agua caliente cae sobre nosotros como una cortina brillante, creando un ambiente perfecto para perderse el uno en el otro nuevamente.

La atraigo más hacia mí, nuestros cuerpos chocando bajo el chorro de agua caliente. Las gotas resbalan por nuestras pieles mientras sus manos tiran de mi ropa, y exploramos cada rincón del cuerpo del otro con urgencia y deseo desenfrenado.

El beso se volvió más intenso; nuestras lenguas danzan en perfecta armonía mientras mis manos recorren la curva de su espalda y bajan hasta sus caderas. Anna gemía suavemente contra mis labios, alimentando aún más mi deseo.

—Necesito sentirte —le digo con voz grave mientras la levanto, apoyándola contra la pared del baño. Ella rodeó sus piernas alrededor de mi cintura sin dudarlo ni un segundo.

Comenzó a moverme lentamente dentro de ella, disfrutando cada instante mientras los gemidos de Anna resonaban en mis oídos como música celestial. Cada embestida es más intensa que la anterior; estamos atrapados en un torbellino de sensaciones donde todo lo demás carece de importancia.

Anna arquea su espalda contra la pared mientras siente cómo aumenta el ritmo. Su respiración se vuelve más errática. Está completamente perdida en el placer que le proporcionó.

—Yoon… Más… por favor —suplicó entre jadeos.

Con esas palabras como combustible, intensifico mis movimientos, llevándola al borde del éxtasis una vez más. La combinación del agua caliente y el calor corporal creaba una atmósfera de un sueño compartido donde solo existíamos nosotros dos. 

Finalmente, cuando alcanzamos juntos ese clímax explosivo, todo pareció desvanecerse a nuestro alrededor, como si el tiempo dejara de existir y solo quedaran los ecos de nuestra respiración pesada mezclada con el sonido del agua cayendo.

—Esto es definitivamente una forma interesante de empezar el día —dijo Anna con una sonrisa pícara.