Bello Imposible

cap. 4: Irresistible

-¿Qué? – Gruñó el muchacho y se asomó en su taza te por lo que Draco le había echado y no vio nada, frunció el seño al ver que el rubio se metía en su compartimiento, bebió la taza de te sin ser conciente que Luna había visto todo

El efecto tardaba unos diez minutos, pero claro que Rolf comenzaba a sentir los párpados pesados,  alcanzó a quitarse la camisa y acostarse en su cama, hacía calor en esa época del año, por lo que no se cubría, el sueño fue inmediato, profundo, una tormenta podía pasar y el no lo sentiría, Luna miró primero la habitación de Hermy, ella estaba en cama

Y pensó que dormía, cuando la verdad era que ella estaba despierta y jugueteaba con el pañuelo de Draco, pero no lo advirtió, la pequeña rubia encaminó sus pasos y entró a donde el muchacho, Rolf dormía a pierna suelta, solo con sus pantalones de pijama puesto, el resto estaba expuesto a la intemperie, sus ojos azules y claros recorrieron el camino masculino enriquecido con sus respiraciones

-¿Rolf? - Le habló suavemente, pero el muchacho no reaccionó, la hojita era milagrosa...

Ella quedó al pie de la cama, sus manos temblorosas se alargaron hasta acariciar el cabello color caramelo suave, era tan sedoso, lo enredó entre sus dedos y rozó con suavidad su mejilla, delineó sus pómulos, sus labios entreabiertos, en medio de la oscuridad y sin testigos, Luna podía contemplar a gusto ese cuerpo masculino semidesnudo, uno que no tendría jamás en sus manos

Sus dedos hirvieron al contacto con la piel de su pecho, la curiosidad de Luna iba más allá, finalmente, tenia ya cerca de los 20 años, era una mujer, una muchacha que no había tenido nunca la dicha de encontrar a un hombre que la comprendiera y la aceptara tal cual era, Rolf era el menos indicado, porque la miraba peor que a la peste, entonces... lo que hacía no era lo correcto, pero era simple curiosidad, ese hermoso ejemplar masculino, que lucía pleno

Luna Lovegood estaba siendo tentada por Erato

Por un momento Luna se distrajo con lo que había en la habitación y no es por que el cuerpo de Rolf no fuera suficiente distracción, si no por los libros y manuscritos que llevaban la firma de Newt Scamander, sin duda, el viejo adoraba a su nieto al grado de darle todas sus investigaciones, aunque éste fuera un completo tonto, ella regresó sus ojos a él, se recostó a su lado para contemplarlo mejor, para mirarlo con detenimiento, para contar las imperfecciones en su rostro ¿Cuales? Ninguno...

Ella se hizo muchas preguntas ¿Que se sentiría que le diera un beso? O que un hombre como él la besara,  que le diera una caricia, que la tocara en zonas prohibidas... dejando a un lado sus cosas raras y su imaginación desbordante, sus necesidades de mujer salían a flote, la necesidad de una caricia masculina que no fuera la de su padre, que la hiciera sentir deseada

Imaginaba muchas cosas, por eso, al estar ahí, en esa cama, a su lado y sin que éste se diera cuenta, pues era para aprovechar la situación, ella ladeó el hermoso rostro de Rolf e inclinó sus labios hacia los del muchacho, presionando suavemente, fue algo extraño, ese contacto, la boca del muchacho era suave y delicada como la seda, ella se sentía tan burda al hacerlo, tan tonta, pero le rebuscaba a ese beso fallido

Le dio pequeños besitos en sus labios, intentó atrapar todos sus labios, le apresó el labio inferior el cual lo tenía más grueso, temió lastimarle el cuello por el modo en que lo sujetaba para darle las caricias, su inexperiencia salía a flote en esos momentos, pero se conformaba con lo que estaba haciendo, con lo que estaba sintiendo, dejó en paz los labios y pegó su rostro al suyo, sintiendo su respiración parsimoniosa, aspiró el aroma de su piel y hasta el sabor salado, se acomodó entre sus brazos y cerró los ojos...

El sueño la venció, pero su sistema de alerta la despertó dos horas antes que la hojita de insomnia perdiera su efecto, se marchó a la parte de su habitación, dejando su lado tibio, a esas horas el fresco era intenso, pero por la tibieza de sus cuerpos, no parecía sentirlo, pero poco a poco el muchacho abrió los ojos titiritando de frío y miró a su alrededor, curiosamente se sentía muy descanso y fresco, su cama seguía tibia