Cáp. 14: Solo somos tu y yo

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La castaña se quitó el baby doll y con las prendas diminutas y escandalosamente atrevidas fue hacia la cama besándose apasionadamente con Draco, mientras que ella acariciaba su pecho y lo que podía alcanzar sus manos, sus respiraciones estaban agitadas, ella lo necesitaba

El rubio no pudo aguantar más el no poseerla, pero EL, no ella, debía ser el quien le demostrara a esa mujer que él era el macho dominante, que podía hacerla gritar de pasión hasta hacer que se quedara sin voz y que pidiera paz...

Hermione se olvidaba por completo de su odio por el blondo, de solo contemplar el tatuaje de mortífago en su brazo izquierdo la excitaba más, porque era de un tipo malo ¡Que le hacía unas cosas tan buenas!

Los besos que le daba él a ella eran tan ricos, exquisitos ¡joder! ¿De quien abría aprendido a besar tan bien? los movimientos sugestivos con su boca, cubriendo la suya, no dándole tregua en la respiración, ahora le tocaba a ella sentir los movimientos de sus caderas, los cuales eran únicos ¡Que buen amante era el blondo! No se había equivocado en escogerlo precisamente a él.

Definitivamente ella se perdió en un remolino vertiginoso de extravagancia pasional, si pensaba que le iba a costar trabajo tener sexo con el había quedado demostrado desde que ella lo atacara primero, cuando sintió por primera vez su poderío, claro, en esa ocasión ella solo había actuado, en esta ocasión, los dos tenían una lucha desenfrenada por posesionarse de sus cuerpos y no dejar un rincón siquiera

Y como la castaña le había dicho que ella no quería más que sexo con él y que por lo mismo no pensaba en embarazarse por ninguna circunstancia, pues el rubio tenía carta abierta para terminar dentro de ella y desfallecerse en su cuerpo

La castaña agitada pensaba en el fondo que no quería volverse adicta a los besos y las caricias de Malfoy, porque no era correcto, ya que después de restregarle a Ron que se había enredado con él y anular el matrimonio, no pensaba volver a verlos, aparte, seguro que Ron jamás diría una sola palabra por esa humillación

El rostro del blondo terminó entre sus pechos mientras respiraba entrecortadamente y ella acariciaba su cabello, pensando una y otra vez, que si había algo más que imposible era eso... que los dos hicieran el amor, o más bien dicho, que tuvieran sexo tan genial, el rubio levantó su rostro y miró los ojos castaños de la impura, ella jaló su cabeza para darle un increíble beso

-Eres buen amante Malfoy - susurró

-Tengo que reconocer que tienes mucho sabor Hermione... eres una buena hembra

-Lo se - sonrió - pero gracias...

-¿Ya te cansaste?

-¡JA! Debes estar bromeando, que esto apenas es el principio... - Y de nuevo comenzaron los besos, Draco la envolvió en sus brazos, ella se enredó en su cuerpo y buscando de nuevo, una posición en la que él pudiera poseerla de manera gustosa y en la que ambos disfrutaran el placer, sin duda, no le iba a costar mucho trabajo, puesto que Hermione se sabía de memoria... un libro muggle llamado... Bueno, el nombre no importa...

¡Ah! El amanecer... fue sin duda, llovioso, copioso y precioso, ella estaba en la entrada de la tienda de campaña, con un café en sus manos contemplando como caía agua del cielo y como tenían un arroyo pasando al frente de su tienda, ella suspiró y estaba feliz, era una mujer feliz ¡Era por fin una mujer de nuevo!

-¡Hermione! – Frunció Draco la nariz al salir de la habitación, ella estaba con unas bragas (medio decentes) y una camisetita pegada en la que se notaban sus atributos

-¡Buenos días dormilón! – sonrió ella tomando su café

-¡Estás desnuda! – Chilló

-No exageres niño – puso sus ojos en blanco – Tengo ropa puesta – señaló

Bello ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora