Tormenta Interior

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En el rincón más oscuro de su mente, Kawaki siente una perturbación, como un rayo de luz que amenaza con romper la densa neblina de su control.

Descubre, con horror creciente, que Boruto no solo está investigando la muerte de Naruto, sino que ha encontrado una pista crucial que lo lleva a deducir que Naruto sigue vivo.

Este conocimiento es una espada afilada que corta a través de su ya frágil psique, dejando heridas abiertas de desesperación y temor.

Kawaki, atrapado en un torbellino de emociones, se siente como un barco azotado por una tormenta incesante. Su corazón es un campo de batalla, donde la desesperación y la furia libran una guerra sin fin.

Cada pensamiento es un golpe de martillo que resuena en su mente, cada latido un eco de su miedo a perder lo único que ha querido verdaderamente: la atención y el amor de Naruto.

El alma de Kawaki es un abismo oscuro, lleno de ecos de desesperación y susurros de venganza. Sabe que debe tomar medidas drásticas para asegurarse de que Boruto no descubra la verdad.

Sus pensamientos se enredan como enredaderas espinosas, y en su desesperación, decide que la única manera de proteger su secreto es eliminar a Mitsuki, el aliado más cercano de Boruto.

Mitsuki, con su lealtad inquebrantable y su amor por Boruto, se convierte en el objetivo de la locura de Kawaki. En su mente distorsionada, Kawaki ve esto como un sacrificio necesario, un oscuro ritual que garantizará su control sobre Naruto y su aislamiento de aquellos que intentan recuperarlo.

El secuestro ocurre en la penumbra de la noche, cuando el velo de la oscuridad cubre la aldea. Mitsuki, desprevenido y confiado en la seguridad de su hogar, es sorprendido por Kawaki.

Los movimientos de Kawaki son rápidos y precisos, como un depredador acechando a su presa. Con una habilidad fría y calculadora, Kawaki captura a Mitsuki y lo lleva a un lugar oculto, lejos de los ojos de la aldea.

El lugar de reclusión de Mitsuki es un sótano sombrío, lleno de humedad y sombras inquietantes. Las paredes son de piedra fría, rezumando un aire de abandono y desesperanza. La única luz es un tenue resplandor que se filtra por una pequeña ventana, proyectando sombras alargadas que parecen danzar en un macabro ritual.

Mitsuki, al recobrar la conciencia, se encuentra en un rincón oscuro del sótano, sus manos y pies atados con cadenas de hierro. Su corazón late con fuerza, cada latido un tamborileo de miedo y confusión. La desesperación se apodera de él, como una marea imparable que amenaza con ahogarlo. Sus pensamientos son fragmentos dispersos, un rompecabezas de angustia y desesperanza.

- ¿Por qué...? - murmura Mitsuki, su voz un eco débil en el vasto silencio - ¿Por qué, Kawaki?

Kawaki, de pie frente a él, es una figura de sombras y rencor. Su mirada es un abismo insondable, una mezcla de furia y desesperación.

- Porque necesito que Boruto deje de buscar. Necesito que él crea que todo ha terminado - responde Kawaki, su voz fría y calculadora.

Kawaki, con manos firmes y un corazón de piedra, saca una jeringa llena de un líquido opaco. La droga que contiene es un elixir oscuro de olvido, diseñada para borrar los recuerdos y dejar la mente en blanco. Mitsuki, al ver la jeringa, siente un terror visceral que se agita en su interior como una tormenta de pesadillas.

- Esto es por tu propio bien - murmura Kawaki, sus palabras llenas de una falsa compasión - Olvidarás a Boruto. Olvidarás todo.

La aguja penetra la piel de Mitsuki, y el líquido se inyecta en sus venas como veneno. Mitsuki siente una oleada de calor, seguida de una frialdad glacial que se extiende por todo su cuerpo.

Sus pensamientos se vuelven nebulosos, sus recuerdos se desvanecen como humo en el viento. En cuestión de minutos, la mente de Mitsuki es un lienzo en blanco, despojado de los momentos más preciosos que compartió con Boruto.

Kawaki, satisfecho con su obra, libera a Mitsuki de sus cadenas. El cuerpo de Mitsuki es una marioneta vacía, moviéndose sin propósito ni dirección. Sus ojos, antes llenos de vida y amor, ahora son pozos vacíos de olvido y confusión.

Mitsuki es dejado en un callejón oscuro, su mente una ruina de recuerdos perdidos. Cuando Boruto lo encuentra, corre hacia él con desesperación y esperanza.

-¡Mitsuki! ¿Estás bien? - grita Boruto, su voz un rayo de luz en la oscuridad.

Mitsuki lo mira con ojos vacíos, su mente incapaz de reconocer a la persona que una vez fue su sol.

- ¿Quién eres? - pregunta, su voz un susurro quebrado - No te conozco.

El corazón de Boruto se rompe en mil pedazos, cada fragmento un cristal afilado de dolor y desesperación.

- Soy yo, Boruto - dice, su voz temblando con incredulidad y tristeza - Soy tu Boruto.

Pero las palabras de Boruto caen en el vacío, como gritos en un abismo insondable. Mitsuki, despojado de sus recuerdos y su amor, es un extraño en un mundo que ya no entiende.

Boruto, con lágrimas en los ojos, abraza a Mitsuki, pero el abrazo es frío y distante, un reflejo pálido del amor que una vez compartieron.

Boruto, enfrentando la devastadora realidad de que su amado Mitsuki ya no lo recuerda, siente que va muriendo por dentro.

En el oscuro horizonte de su lucha, solo queda una chispa de esperanza, una promesa de que el amor verdadero puede superar incluso el olvido más profundo.

La tormenta sigue rugiendo, pero Boruto sabe que debe seguir adelante, por el amor que una vez fue y por la esperanza de lo que aún puede ser.

La tormenta sigue rugiendo, pero Boruto sabe que debe seguir adelante, por el amor que una vez fue y por la esperanza de lo que aún puede ser

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Fragmentos De Nosotros (SasuNaru) (MitsuBoru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora