En un mundo donde los lazos familiares y el amor se ponen a prueba, Boruto Uzumaki-Uchiha vive una vida aparentemente normal con sus padres, Naruto y Sasuke y su novio Mitsuki. Sin embargo, todo cambia cuando Kawaki, el hijo adoptivo de Naruto y Sas...
Boruto, atrapado en un mar de tristeza, sentía el peso de la ausencia de sus dos seres más queridos como un ancla que lo arrastraba hacia las profundidades de su dolor. La vida se había convertido en una sombra pálida de lo que una vez fue, y cada día era una lucha por encontrar un motivo para seguir adelante.
Sus pensamientos eran como nubes oscuras que se arremolinabsn en su mente, cada una cargada de recuerdos dolorosos y esperanzas rotas. El eco de la risa de Naruto y el amor de Mitsuki resuenan en su memoria, una sinfonía triste que acompañaban su soledad. Boruto caminaba por los pasillos de la mansión, ahora fríos y vacíos, como un espectro buscando consuelo en un mundo desolado.
Kawaki, observando desde las sombras, sentía un placer perverso al ver a Boruto finalmente derrotado y envuelto en dolores mortales. Su risa era una serpiente venenosa que se deslizaba por el aire, envenenando cada rincón del hogar Uzumaki-Uchiha.
— ¿Qué pasa, Boruto? ¿No puedes soportar la realidad? — se burla Kawaki, su voz llena de desprecio — Mira lo que has perdido. Tu padre, tu novio... todo por tu estúpida insistencia en seguir adelante.
Boruto, con el corazón herido y la rabia ardiendo en sus venas, levantó la mirada.
— Tú no entiendes nada, Kawaki. No es sobre perder, es sobre no rendirse — dice Boruto, su voz temblando de emoción contenida.
—¿Rendirse? ¡Mírate! Eres una sombra de lo que fuiste — respondió Kawaki, acercándose con pasos lentos y amenazantes — Todo lo que te importaba ha sido destruido, y tú no eres más que un espectro derrotado.
Boruto, con los ojos brillando de determinación, se enfrentó a Kawaki.
— No estoy derrotado. Tú puedes haber tomado mucho de mí, pero no puedes quitarme mi voluntad. ¡No te daré el placer de verme rendido!
Kawaki sonríe, una sonrisa fría y despectiva.
— Tu voluntad no vale nada sin los que amas. Pero está bien, sigue luchando, Boruto. Solo prolongarás tu sufrimiento.
Kawaki, con la sensación de triunfo reflejada en su rostro, tomó sus pertenencias y se alejó de la mansión de la familia Uzumaki-Uchiha. Cada paso que daba era una declaración de su victoria, una marcha triunfal que resonaba en el corazón herido de Boruto.
La mansión, una vez un hogar lleno de amor y risas, se convirtió en un mausoleo de recuerdos y dolor. Las paredes, testigos mudos del sufrimiento, parecían cerrarse alrededor de Boruto, quien permaneció en pie, observando cómo Kawaki se alejaba.
Pero Boruto, en el fondo de su ser, se niegaba a rendirse. El dolor era profundo, pero su determinación era aún más fuerte. Sabía que rendirse no traerá de vuelta a su padre ni a su amado Mitsuki. Sabía que su única opción era seguir luchando, por ellos y por sí mismo.
Con una decisión firme, Boruto se dirigió a la habitación de Sasuke, decidido a levantarlo de la cama y devolverle la voluntad de vivir.
— Sasuke, no podemos dejar que esto nos destruya. Naruto no querría esto para nosotros — dijo Boruto, su voz llena de una mezcla de desesperación y esperanza.
Sasuke, sumido en una depresión profunda, apenas levantó la mirada.
— No puedo, Boruto. El dolor es demasiado grande — murmuró, sus palabras pesadas con el peso de su tristeza.
Pero Boruto no se dejó disuadir. —Mi padre nos necesita, Sasuke. Mitsuki me necesita. No podemos dejarlos atrás. Debemos seguir adelante, por ellos y por nosotros mismos.
Sasuke, con los ojos llenos de lágrimas, finalmente se incorporó, tocado por la fuerza y la determinación de Boruto.
—Tienes razón, Boruto. No podemos rendirnos. No ahora — dijo, su voz quebrada pero llena de una renovada resolución.
Boruto y Sasuke, unidos por el dolor y la esperanza, se levantaron de las sombras que los habían consumido. La mansión, aunque aún llena de recuerdos dolorosos, empezaba a brillar con una luz tenue de esperanza.
Las llamas de la chimenea, que Boruto contemplaba en soledad, ahora ardían con un nuevo propósito, reflejando la determinación de ambos para enfrentar lo que venga.
Fuera, la nieve continuaba cayendo, pero dentro, Boruto y Sasuke sabían que debían seguir adelante. La lucha no había terminado, y aunque el camino sea difícil, estaban listos para enfrentarlo juntos. Boruto y Sasuke estaban decididos a no dejarse vencer por la tristeza.
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