En un mundo donde los lazos familiares y el amor se ponen a prueba, Boruto Uzumaki-Uchiha vive una vida aparentemente normal con sus padres, Naruto y Sasuke y su novio Mitsuki. Sin embargo, todo cambia cuando Kawaki, el hijo adoptivo de Naruto y Sas...
Boruto, cuyo corazón siempre había sido una fuente inagotable de fuerza y esperanza, empieza a desmoronarse al ver que Mitsuki no lo reconoce.
Sus días, antes llenos de luz y amor, se transforman en un campo de batalla emocional, donde cada intento de llegar a Mitsuki es una flecha lanzada al vacío.
- Por favor, Mitsuki, trata de recordar - suplicaba Boruto, su voz temblando con una mezcla de desesperación y esperanza -Soy yo, Boruto. Te amo, siempre te he amado. De hecho nos amamos intensamente, recuerdalo
Pero Mitsuki, cuyo corazón y mente han sido vaciados de sus recuerdos más preciados, miraba a Boruto con ojos vacíos, como si estuviera observando a un extraño.
-;No sé quién eres - responde Mitsuki, su voz helada y distante - Por favor, deja de molestarme.
Boruto siente cómo su mundo se desmorona. Cada palabra de Mitsuki es una cuchilla que desgarra su alma, un recordatorio cruel de la pérdida que ha sufrido.
A pesar de ello, Boruto no se rinde y sigue intentando hacer que Mitsuki recuerde, aunque sus esfuerzos solo sirven para aumentar la distancia entre ellos.
La relación entre Boruto y Mitsuki se convierte en una danza dolorosa de acercamientos y rechazos.
Mitsuki, sintiéndose nervioso y molesto por la presencia de ese rubio que brillaba como el sol, se vuelve cada vez más frío y distante con él. Sus encuentros son como dos planetas en órbitas opuestas, destinados a colisionar.
Un día, Boruto se acerca a Mitsuki con una fotografía de ellos juntos, esperando que una imagen del pasado pueda reavivar sus recuerdos.
- Mira, Mitsuki, esto fue tomado en nuestro lugar favorito. ¿Recuerdas cómo solíamos ir allí y hablar durante horas?
Mitsuki, en lugar de la chispa de reconocimiento que Boruto esperaba, sintió una oleada de confusión y molestia.
- Ya basta, - dice Mitsuki con voz tensa, empujando a Boruto con fuerza - Deja de intentar obligarme a recordar cosas que no puedo. ¡Déjame en paz!
La frustración y la angustia de Mitsuki finalmente estallan en una violenta confrontación. En un momento de furia intensa, Mitsuki, normalmente tranquilo como un lago en calma, permite que su angustia aflore como una tormenta desatada.
- ¡Te dije que me dejaras en paz! - grita Mitsuki, sus ojos llenos de una furia que Boruto nunca había visto antes. Mitsuki lanza un golpe que Boruto apenas logra esquivar, su corazón latiendo desbocado por el dolor y la sorpresa.
- Mitsuki, por favor, soy tu amigo, tu... tu novio - dice Boruto, su voz rota por el dolor. Pero sus palabras caen en oídos sordos, y Mitsuki continúa atacando, su desesperación y confusión canalizadas en cada golpe.
Desde las sombras, Kawaki observa con un placer intenso. Su plan había funcionado a la perfección, y cada golpe que Mitsuki lanzaba era una sinfonía de triunfo para él. Los ojos de Kawaki brillan con una satisfacción oscura mientras disfruta del sufrimiento de Boruto.
Amado, habiendo recibido su paga y terminado su trabajo con las drogas solicitadas, se acerca a Kawaki una última vez.
- Aquí tienes el último lote. Mi trabajo aquí está terminado - dice Amado, entregando el producto a Kawaki antes de desaparecer en la noche, como una sombra que se disuelve con la llegada del alba.
Code, por su parte, también se aleja de Kawaki una vez que comprueba que ha recibido su pago.
- Fue un placer hacer negocios contigo, Kawaki - dice Code con una sonrisa de satisfacción - Pero tengo mis propios caminos que seguir -Y con eso, desaparece, dejando a Kawaki solo con su victoria y su obsesión.
Boruto, destrozado por los eventos del día, regresa a casa, un lugar que una vez estuvo lleno de amor y alegría, ahora desolado y frío. El hogar Uzumaki-Uchiha, que solía ser un faro de esperanza y calidez, se ha convertido en una tumba silenciosa de recuerdos y dolor.
Sasuke, habiendo entrado en una profunda depresión, yace en su habitación en la cama, sin dejar de llorar en silencio. Sus lágrimas son un río silencioso que corre por su rostro, un testimonio de su dolor y desesperación.
Boruto, con el corazón pesado y el alma rota, se dirige a su habitación. Se deja caer en el sillón frente a la gran chimenea, contemplando las llamas arder con una intensidad hipnótica. Las llamas bailan como espíritus inquietos, reflejando el caos en su interior.
Mientras fuera empieza a nevar, cada copo de nieve es un susurro de frío y silencio, cubriendo el mundo en una manta blanca de olvido. Boruto siente cómo el peso de la desesperación se posa sobre sus hombros, sus pensamientos un torbellino de dolor y confusión.
Las lágrimas caen de sus ojos como gotas de lluvia en un desierto, cada una un reflejo de su amor perdido y su esperanza destrozada. En la soledad de su habitación, Boruto enfrenta la dura realidad de su pérdida, sabiendo que debe encontrar la fuerza para seguir adelante, incluso cuando todo parece perdido.
Boruto se encuentra sumido en el dolor y la desesperación, enfrentando un futuro incierto en un mundo que ha perdido su luz.
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