En un mundo donde los lazos familiares y el amor se ponen a prueba, Boruto Uzumaki-Uchiha vive una vida aparentemente normal con sus padres, Naruto y Sasuke y su novio Mitsuki. Sin embargo, todo cambia cuando Kawaki, el hijo adoptivo de Naruto y Sas...
Boruto, Himawari y Sasuke se despertaron lentamente, sus cuerpos adoloridos y sus mentes en blanco. La confusión era una niebla espesa que los envolvía, y cada movimiento era una punzada de dolor que atravesaba sus cuerpos.
— ¿Qué ha pasado? — murmuró Boruto, su voz rasgada por la confusión y la angustia.
El dolor físico era intenso, como si cada fibra de su ser hubiera sido destrozada y vuelta a unir. Boruto se tocó las costillas, sintiendo el dolor agudo de los golpes recibidos. Sin embargo, su mente era un desierto vacío, incapaz de recordar el origen de esas heridas.
— ¿Por qué me siento así? — se preguntaba, una sensación de angustia indefinible apretando su corazón.
El médico de la familia, convocado con urgencia por.Sasuke, examinó a los tres con una mirada de preocupación. Sus manos hábiles trabajaron con cuidado, curando las heridas visibles y tratando de aliviar el dolor que los consumía.
— Estas heridas son el resultado de una batalla cuerpo a cuerpo muy intensa — dijo finalmente, su voz grave y preocupada.
— Pero no recordamos nada — respondió Sasuke, su voz llena de una mezcla de frustración y desconcierto — ¿Cómo podemos haber peleado y no recordar nada de ello?
El médico sacudió la cabeza, incapaz de proporcionar respuestas acertafas.
— Es muy inusual. Necesitan descansar y dar tiempo a sus cuerpos para sanar. La memoria puede regresar eventualmente.
Para Boruto, la confusión era un océano profundo y oscuro. Cada intento de recordar era como nadar contra una corriente implacable, que lo arrastraba más y más hacia la desesperación. Su corazón latía con una pesadez que no podía explicar, una angustia que lo consumía desde dentro.
— ¿Por qué me siento así? — se preguntaba, sus pensamientos una tormenta de emociones no resueltas — Es como si algo muy importante me estuviera siendo arrebatado, algo que ni siquiera puedo recordar ¿qué puede ser peor que perder a mi padre y a mi amado Mitsuki?
Boruto, decidido a proteger a Himawari, le dijo suavemente:
— Debes descansar y alejarte de esto por un tiempo. No quiero perderte a tí también.
Himawari, aunque preocupada, asintió con una mezcla de resignación y determinación.
— De acuerdo, Boruto. Pero no puedo quedarme sin hacer nada. Ayudaré a Sasuke en su bufete de abogado por las tardes. No soportaría estar sin hacer nada.
Sasuke, viendo la resolución en los ojos de Himawari, aceptó su ayuda.
— Está bien, Himawari. Puedes asistir a la academia por las mañanas y trabajar conmigo en el bufete por las tardes.
Los días pasan en una rutina frenética. Boruto asistía a las clases por la mañana, sumergiéndose en los estudios mientras su mente seguía buscando respuestas.
Durante las tardes, se dedicaba a investigar todo lo que podía sobre la ubicación de su padre, siguiendo pistas y fragmentos de información que parecían no llevar a ningún lado.
Himawari, por su parte, se dividía entre la academia y el bufete de Sasuke. En las mañanas, asistía a clases con una determinación férrea, absorbiendo conocimiento con una mente ávida. Por las tardes, se sumergía en los archivos del bufete, ayudando a Sasuke a investigar y tratar de desentrañar el misterio de su situación.
Mientras tanto, Kawaki se trasladó al apartamento donde tenía a Naruto cautivo. La droga que le inyectó había borrado todos sus recuerdos, excepto uno: Kawaki es su único hijo. La puerta del apartamento se abrió, y Kawaki entró para ser recibido por un Naruto sonriente y feliz, quien lo abrazó efusivamente.
— ¡Kawaki! La cena está lista mi niño — dijo Naruto, su voz llena de una alegría infantil. Para Naruto, la vida era ahora un paraíso distorsionado, donde solo existía Kawaki y nadie más.
Kawaki sentía que finalmente había encontrado su lugar, una paz que nunca antes había conocido. Su verdadero hogar.
— Mañana temprano nos iremos de esta ciudad, padre. Ya está todo listo — dijo mostrando los pasajes de avión con una sonrisa triunfal.
Naruto, sin la capacidad de cuestionar, aceptó felizmente.
—Estoy listo, hijo. Vámonos a donde tú digas.
Boruto, Himawari y Sasuke sumidos en la confusión y el dolor del olvido.siguen investigando, mientras Kawaki disfrutaba de su paraíso distorsionado.
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