Bajo la lluvia torrencial (Parte 2)

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2 a.m

Estuvimos hablando durante horas, más bien, yo estuve hablando durante horas. Él se limitaba a escucharme con atención, y a dedicarme una sonrisa de vez en cuando. Le conté algunas cosas sobre mi, con sumo cuidado de no soltar ningún secreto ni nada que pudiera hacerme quedar en ridículo.

- No me puedo creer que de pequeña te comieras un escarabajo - dijo, sin reprimir una carcajada sonora - ¿Estaba bueno?

- No seas idiota, estaba asqueroso. Además, tenía 6 años y pensaba que era una uva, yo que iba a saber. - respondí, divertida.

- Por si te sirve de consuelo, a mi me obligaron a comerme una araña, pero me gané 20€ por cumplir la apuesta.

- No me jodas, ¿y no te convertiste en Spider-man? - dije, soltando una carcajada que podría haber hecho eco en toda la ciudad.

Después de un largo silencio, algo incómodo, me di cuenta de que estaba mirando, como se mira a una estrella fugaz sobrevolando el cielo en una noche estrellada . Entonces lo entendí. Yo era la estrella, él era la noche. Él era el fuego, y yo era la llama que le hacía arder. Él la órbita, yo el planeta que giraba sobre él.

Liam

Llevaba toda la noche diciendo cosas estúpidas solo para hacerla reír. Para poder ver como una sonrisa se dibujaba en su rostro cada vez que decía algo ingenioso. Solo de pensar que esa risa la había provocado yo, me hacía sentir tan sumamente orgulloso como nunca antes me había sentido. Que, solo por un instante, yo la hacía feliz. Aunque sabía que no podría hacerlo para siempre. Dentro de unos meses tendría que irme a Estados Unidos para estudiar en Harvard, y eso significaba dejar todo lo que tenía aquí. Dejarla a ella. Aunque no estaba seguro de si en algún momento había llegado a tenerla.


3:45 a.m

Margot

- ¿Te gusta la lluvia? - me preguntó, curioso.

¿Cómo podía decirle que en mi corazón llovía todo el tiempo, sin que me dejara tirada en medio de la autovía? Me encantaba la lluvia. La mayor parte de la sociedad asocia la lluvia como algo malo. Pero yo no creo que sea así. La lluvia hace que la naturaleza intensifique sus colores. La lluvia era el único lugar bajo el que me permitía bailar. La lluvia era el recordatorio de que no existen tormentas eternas. De que después de la lluvia hay un arcoíris esperando para hacerte feliz. Y lo único que podemos hacer mientras esperamos a que deje de llover, es bailar bajo el diluvio. Por un momento, me replanteé el hecho de que Liam pudiera ser mi arcoíris.

- Me encanta - me limité a responder.

- A mí también - dijo, mientras me miraba.

Ninguno de los dos volvió a hablar durante un largo rato, aunque durante ese periodo, yo entendí muchas cosas, sin necesidad de pronunciarlas en voz alta.

4:50 a.m

- ¿Sabes que el momento en el que más brillan las estrellas es cuando están a punto de morir? - me dijo, rompiendo el silencio. - Es muy triste.

- Lo es. - dije, después de un suspiro profundo y sonoro.

- ¿Te estoy aburriendo? - me dijo, con una expresión triste en los ojos, aunque intentó que yo no lo notara. Entendí la intención de su pregunta cuando recordé el suspiro que había soltado hace unos momentos, a causa del sueño. Seguro que pensaba que no la estaba escuchando. Soy un capullo.

- Que va, suspiro porque estoy cansado. - aclaré.

Acto seguido, como si del destino se tratase, en la radio comunicaron que los problemas en la carretera se habían solucionado y que, por lo tanto, el tráfico podía volver a circular.

Una Nueva Vida En Las AfuerasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora