Capítulo 6

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Hayden Vanderbilt

East Hamptons, Nueva York.


Siento su suave piel contra mis labios mientras beso su cuello, pero mi mente está en otro lugar. Es una rutina para mí, una forma de asegurarme de que todo parece perfecto por fuera. Cada beso en su cuello, aunque pueda parecer íntimo, es solo parte del guion que sigo.

Suspiro suavemente, más por costumbre que por sentimiento, y empiezo a moverme, deslizándome fuera de su interior y apartándome con cuidado. Me apoyo en los codos para levantarme, sintiendo la frescura del aire de la habitación en contraste con el calor que dejé atrás en la cama.

Me levanto lentamente, tratando de no hacer demasiado ruido para no despertarla de su letargo. Mientras me quito el preservativo y me visto, mi mente ya está planeando el resto del día, las cosas que tengo que hacer y las personas que tengo que ver. Me pongo los pantalones y busco mi camisa, abotonándola con precisión automática.

La miro por un momento, su cuerpo envuelto en las sábanas, su respiración tranquila y regular. Para cualquier observador, esta escena podría parecer un momento de intimidad y ternura, pero para mí, es solo una pausa antes de volver a la realidad.

Finalmente, me inclino una última vez, dejando un beso ligero en su frente. "Te veo luego," murmuro, más para cerrar la escena que por un verdadero deseo de volver a este momento. Salgo de la habitación, cerrando la puerta detrás de mí con cuidado, listo para enfrentar el día sin mirar atrás.

—Hayden —me detiene su voz, haciéndome girar los ojos.

Me detuve en seco, un escalofrío recorriendo mi columna. Me giré lentamente para verla, y ahí estaba, como siempre: su melena rubia desordenada cayendo en suaves ondas sobre las almohadas, sus ojos azules fijos en mí con una mezcla de desafío y vulnerabilidad. Su bonita sonrisa ahora ausente, reemplazada por una expresión que conocía demasiado bien. Su cuerpo, aun parcialmente cubierto por las sábanas, irradiaba esa mezcla irresistible de sensualidad.

—Llevamos años en esto, ¿verdad? —Su voz era suave, pero cortante, cargada de una emoción que me negaba a enfrentar.

—Sí —respondí, intentando mantener mi tono neutral, pero sabiendo que mi frialdad solo la enfurecería más.

—¿Y esto es todo lo que somos? ¿Coger y algo más? —Su pregunta no era nueva, pero cada vez que la hacía, removía algo en mí que prefería dejar enterrado.

—Es lo que siempre ha sido. Sabías desde el principio que no podía ofrecerte más.

Ella soltó una risa amarga, sacudiendo la cabeza.

—Claro, y sigo aquí, esperando algo que nunca llegará.

Miré sus ojos, buscando una respuesta que no tenía. Sabía que debía decir algo más, algo que pudiera aliviar la tensión, pero las palabras se me escapaban. Finalmente, opté por la salida más fácil.

—Me tengo que ir —murmuro, dándome la vuelta nuevamente.

Antes de que pudiera dar otro paso, su voz me detuvo otra vez.

—¿Y qué pasa con nosotros? ¿Qué pasa conmigo?

Me detuve antes de salir de la habitación, una sensación de resignación arrastrándose dentro de mí. No podía dejarla de esa manera. Giro sobre mis talones y la miro, su rostro aun mostrando esa mezcla de desafío y vulnerabilidad que me había paralizado.

Lazos de pecado (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora