Isabella.
Me apoyo contra la puerta, mi corazón latiendo frenéticamente en mi pecho. Puedo escuchar los murmullos apagados de las voces en el otro lado de la pared. Intento calmarme, respirando profundamente y tratando de ignorar el ardor en mi piel y la pulsación persistente entre mis piernas.
No puedo evitar sonreír al recordar la intensidad de los momentos que acabamos de compartir. A pesar de la interrupción, sé que esto no ha terminado. Él y yo tenemos una conexión que no puede ser ignorada, y estoy dispuesta a esperar lo que sea necesario para continuar lo que hemos comenzado.
Me acerco a la ventana y miro la vista impresionante del Empire State, tratando de distraerme mientras espero. La noche de Nueva York brilla con luces, y me permito un momento para apreciar la belleza de la ciudad, sabiendo que pronto estaré de nuevo en los brazos de Callaghan, continuando nuestra historia sin interrupciones.
Siento un nudo en el estómago mientras me quito las botas y camino descalza por el frío piso de madera. La habitación es elegante, con una decoración que exuda sofisticación y buen gusto. Mis pies se sienten fríos, pero no puedo evitar caminar hacia el ventanal, atraída por la deslumbrante vista del Empire State. Las luces de la ciudad parpadean en la distancia, creando un contraste hermoso con la oscuridad de la noche.
Me pierdo por un momento en la magnificencia de la vista, tratando de calmar mi respiración y el torbellino de emociones que siento. Justo cuando empiezo a relajarme, escucho voces elevadas provenientes del salón. Callaghan está discutiendo, y su tono es inusualmente molesto.
Estoy sentada en el borde de la cama, el frío del suelo aún se siente en mis pies desnudos. El silencio en la habitación se mezcla con los murmullos cada vez más intensos que vienen del otro lado de la puerta. No puedo evitar escuchar, cada palabra de Callaghan y su padre parece resonar en la habitación.
—¡Por Dios, Callaghan! —La voz de su padre suena exasperada—. ¿Por qué estás tan...? ¿Estás acompañado o por qué demonios estás erecto?
Siento un calor subir por mi cuello hasta mis mejillas. La vergüenza y el nerviosismo me invaden. No puedo creer que su padre haya preguntado algo así.
—No, no es eso. Estaba solo... —responde Callaghan, su voz firme pero con una clara nota de incomodidad—. Papá, enfoquémonos en lo importante. Madeleine ha desaparecido de nuevo y esta vez no está contestando a nadie. Esto no puede seguir así.
—No me mientas, Callaghan. ¿Estás cubriéndola? Hayden ya dijo que no la ha visto en todo el día —insiste su padre, su tono acusador.
—No estoy cubriendo a nadie. ¿Por qué asumes lo peor de mí? —la furia en su voz es palpable, incluso a través de la pared.
—Porque siempre intentas protegerla. Desde que cumplió la mayoría de edad, ha estado fuera de control y tú siempre estás ahí para justificar sus acciones. —La voz de su padre es cortante, llena de frustración.
—No estoy justificando nada. Solo quiero encontrarla y asegurarme de que esté bien —su voz se quiebra ligeramente, revelando una profunda preocupación.
Me acerco un poco más a la puerta, mis sentidos agudizados por la tensión en el aire. Siento el nudo en mi estómago apretarse más. La situación es más complicada de lo que imaginaba. La preocupación de Callaghan por su hermana es genuina, pero la desconfianza de su padre solo añade más leña al fuego.
—No podemos seguir así, papá. Necesitamos encontrar una solución real para Madeleine. No podemos seguir ignorando el problema —dice Callaghan, su voz ahora más baja pero firme.
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Lazos de pecado (borrador)
RomanceSaga Oscura Tentación / Libro IV En esta historia de romance, pasión y cuestiones de lealtades, Isabella Kensington se encontrará enfrentando una elección imposible: seguir los dictados de su corazón o sucumbir a las intrigas del destino. En esta...