Capítulo 7

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Isabella

14 de septiembre.

Manhattan, Nueva York.

El día de la boda de Benjamín con mi hermana había llegado, y con él una necesidad inminente en mí por ser tragada por la tierra, aventarme de un barranco o echarme sobre las vías del tren, acabando con esa maldita agonía de una vez por todas, antes de llegar al lugar en donde se celebraría la bendecida unión de dos personas de la misma estirpe.

Como lo supuse, Daphne se negó a celebrar tu boda en a lo que se refería como un "local de cuarta." Supongo que él, como el jefe el negocio, deseaba culminar una importante etapa de su vida de esa forma para iniciar una nueva, pero mi adorable hermana con su complejo de personaje multimillonario de películas de los noventas, logró que Benjamín gastara si no era todo su dinero, gran parte de él, un celebrarlo en un buen hotel de la ciudad, en el que pasaríamos la noche previa a la unión, así que deberíamos llevar una maleta con cambios de ropa.

Así que me encuentro en mi habitación, con la maleta abierta sobre la cama. Es hora de prepararme para el fin de semana de la boda de mi jefe, ese hombre del que estuve enamorada en secreto durante tanto tiempo, ahora uniendo su vida con mi hermana, quien siempre fue cruel y creída.

Empiezo seleccionando cuidadosamente algunos vestidos largos que compré con el dinero que obtuve de las buenas semanas de trabajo. Los coloco con delicadeza en la maleta, asegurándome de elegir opciones que sean elegantes pero no demasiado llamativas. Después, elijo unos pares de tacones que complementen cada conjunto, garantizando que sean lo suficientemente cómodos para aguantar toda la noche.

No puedo olvidar la ropa interior adecuada, así que elijo algunos conjuntos que me hagan sentir segura y sexy a la vez. Luego, añado un poco de maquillaje y otros accesorios, solo lo necesario para realzar mis rasgos naturales sin exagerar. Después de todo, no quiero llamar demasiado la atención, especialmente frente a mi jefe y su nueva flamante esposa.

Una vez que todo está listo y ordenado en la maleta, la cierro con un suspiro de resignación y me dejo caer sobre mi cama, el colchón hundiéndose bajo mi peso. Entierro mi rostro entre las almohadas y dejo escapar un grito de frustración, dejando que la angustia y el disgusto se liberen en un torrente de sonidos ahogados.

No quiero ir a ese evento. No tengo el más mínimo deseo de pasar un fin de semana rodeada de personas que apenas conozco, celebrando la unión de un hombre con el que una parte pequeña de mí sigue queriendo con la hermana desagradable y creída con la que crecí. Es como una pesadilla que no puedo evitar.

El olor a lavanda de las almohadas me rodea, pero no me ofrece consuelo. Todo lo que siento es un nudo en el estómago y una sensación de opresión en el pecho. ¿Por qué tengo que hacer esto? ¿Por qué tengo que fingir que estoy bien, cuando en realidad todo lo que quiero es quedarme en casa y olvidarme de este evento?

Mis manos se aferran a las sábanas, apretándolas con fuerza mientras dejo escapar otro grito frustrado. La habitación parece cerrarse a mi alrededor, como si estuviera atrapada en un lugar del que no puedo escapar.

Pero sé que no tengo opción. Tengo que ir. Es parte de mi trabajo, parte de mantener las apariencias y seguir adelante incluso cuando todo en mí quiere retroceder. Así que, con un último suspiro, me obligo a levantarme de la cama y a enfrentar lo que sea que me espera en ese evento. Aunque mi corazón grite de protesta, sé que debo seguir adelante.

Si que me niego, si no voy a presenciar con mis propios ojos que toda oportunidad por tener al hombre del que me enamoré cuando tenía diecisiete años ya no es más una opción, aunque jamás fue así, entonces seguiré en el mismo círculo de ingenuidad y autocompasión. Y no quiero seguir siendo lastimada intencionalmente o no.

Lazos de pecado (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora