Capítulo 10

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Callaghan


Me visto con cuidado esta mañana. Elijo unos pantalones de pinza color beige y una camisa celeste casual, recogida hasta los hombros para no parecer demasiado formal. Me coloco un cinturón café que hace juego con mi reloj Cartier y termino el conjunto con unos tenis blancos elegantes. Mientras me miro en el espejo, seco mi cabello rubio al aire libre, disfrutando de la brisa que entra por el enorme balcón de mi habitación.

Este balcón es una de las joyas de la casa. Mi padre, con su habilidad como arquitecto, se aseguró de que fuera perfecto, manteniendo la casa en reconstrucción hasta que cada detalle estuviera en su lugar. Este lugar, nuestra casa familiar en East Hamptons, es un sueño hecho realidad. Tan grande que rara vez nos chocamos más veces de las necesarias, con detalles dorados y ornamentaciones que hacen que se sienta como un museo antiguo y elegante.

Desde afuera, parece un maldito castillo. Tiene una cancha privada de tenis, una playa privada, un establo para los caballos de mamá, un masivo estacionamiento para todos nuestros autos, una enorme piscina y un patio trasero inmenso donde cultivamos fresas y flores de cerezo. Las fresas siempre han sido las favoritas de mamá y mías, mientras que las flores de cerezo son las preferidas de mi hermana. Comenzó a amarlas desde que el abuelo Antoine se las traía en cada cumpleaños.

Tomo mi desayuno en el balcón, disfrutando de la vista y de la paz de la mañana. Sé que esta casa fue construida por mi padre pensando en mi madre, pero con los años se han hecho cambios y mejoras que la han convertido en algo aún más impresionante. Podría ser la sede de una de las grandes universidades, con su tamaño y su majestuosidad.

Miro a mi alrededor, apreciando los detalles y recordando todas las veces que hemos disfrutado en familia en este lugar. Aunque es enorme, hay un sentido de calidez y hogar que no se puede negar. Es un lugar donde hemos creado recuerdos juntos, y donde seguiremos haciéndolo.

Termino mi desayuno y me preparo para el día, sabiendo que estoy rodeado de la belleza y el amor que mi familia ha construido en este increíble hogar.

Me rocié un poco de perfume, disfrutando del aroma fresco y sofisticado que llenó el aire. Hoy era mi segunda cita con Isabella, y tenía una sorpresa preparada para ella. Algo que noté le gustaba desde la primera vez que la vi. Se lo diría cuando nos encontráramos, como habíamos quedado.

Bajo las escaleras con una sensación de anticipación, pero me detengo en seco cuando veo a Hayden besándose y toqueteándose con su novia en uno de los sofás del salón. Estaban prácticamente desnudándose el uno al otro, y la situación me incomodaba a pesar de que los he visto hacer lo mismo durante años.

—¿Qué demonios, Hayden? Vayan a un hotel o algo —les digo, tratando de no mostrar mi disgusto.

Hayden levanta la vista, una sonrisa burlona en su rostro.

—Tranquilo, hermano. Mamá y papá están en París visitando a los abuelos, así que, por ahora, yo soy el hombre de la casa y doy las órdenes. Y mi orden es que te sumes a nosotros. —Su tono es provocador, y siento la furia empezar a arder dentro de mí.

Justo cuando estaba a punto de responderle, Madeleine entra en la habitación. Con una mirada fría y una sonrisa desdeñosa, se planta frente a Hayden y su novia.

—¿Tan desesperado estás que necesitas montar un espectáculo aquí o es que tu masculinidad es tan frágil que necesitas rebajarte a este nivel, obligándonos a ver partes de ti que no nos permitirán dormir por la noche por las pesadillas? Debes de estar realmente necesitado si crees que alguien va a seguir tus órdenes...

Lazos de pecado (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora