Dale detalles ♥️

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Consejo: 💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗Checo 💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗

Expectativa: Si el lo dice es porque funciona 😍

Contras: Ninguna. Él es perfecto 😘

A partir de esa conversación con Checo, decidí que era hora de dar un paso más y comenzar a darle pequeños detalles. No quería ser obvio, pero cada regalo era una forma de mostrarle cuánto me importaba.

El primer detalle fue algo sencillo: una caja de sus chocolates favoritos. Sabía que Checo tenía un gusto particular por el chocolate oscuro con almendras, así que encontré una caja de una marca exclusiva y se la dejé en su mesa de trabajo con una nota anónima que simplemente decía: "Para alegrarte el día."

La siguiente mañana, cuando entré al paddock, lo vi con la caja en las manos y una sonrisa radiante en su rostro.

—¡Miren lo que me dejaron! —dijo a los chicos, mostrando su regalo—. ¿Quién habrá sido?

Me encogí de hombros, intentando no parecer demasiado interesado, pero por dentro, mi corazón latía con fuerza al ver su expresión de felicidad. Cada vez que recibía uno de mis detalles, su sonrisa se ensanchaba, y yo me sentía más cercano a él.

Luego, decidí regalarle un libro. Sabía que le encantaban las historias de aventura, así que busqué uno que pensé le gustaría y se lo dejé en su casillero. Al abrirlo y ver el título, sus ojos brillaron de emoción.

—¡Wow! Justo lo que quería leer —comentó a Carlos, que estaba a su lado—. ¿Será el mismo que me dejó los chocolates?

Carlos se encogió de hombros, compartiendo su curiosidad. Yo seguí observando desde la distancia, complacido al verlo tan contento.

Con el tiempo, los detalles se volvieron un poco más personales. Le dejaba notas con frases motivacionales antes de cada carrera, o pequeños amuletos de buena suerte que sabía apreciaría. Una vez, le regalé una pulsera de hilo rojo, hecha a mano, que según la tradición traía protección y fortuna.

—Max, ¿has visto esto? —me preguntó un día, mostrando la pulsera.

—Sí, es bonita —respondí, tratando de mantener la compostura.

—Me pregunto quién se toma el tiempo para estas cosas —dijo, sonriendo mientras se la colocaba en la muñeca—. Es un detalle muy bonito.

Asentí, sintiendo una mezcla de orgullo y nerviosismo. Cada pequeño gesto era una manera de acercarme más a él, aunque fuera en secreto.

Sin embargo, lo que más me gustaba era ver su sorpresa al recibir estos detalles. Había algo en su expresión que me hacía sentir una calidez indescriptible. Sus ojos se iluminaban y sus labios se curvaban en una sonrisa genuina, una que parecía reservada solo para estos momentos.

Empecé a esperar ansiosamente cada oportunidad de sorprenderlo. Era como un juego, uno en el que yo siempre ganaba al ver su felicidad. Me di cuenta de que no importaba tanto si él nunca descubría que yo era el responsable de esos regalos. Lo importante era que cada detalle hacía su día un poco mejor, y eso era suficiente para mí.

Una tarde, después de una intensa sesión de entrenamiento, encontré una pequeña tienda de antigüedades y decidí entrar. Vi un llavero de plata en forma de estrella que me recordó a Checo, así que lo compré sin dudar. Al día siguiente, lo dejé en su casillero con una nota que decía: "Para que siempre encuentres tu camino de vuelta a casa."

Más tarde, cuando todos estábamos en la sala común, Checo entró con el llavero en la mano.

—Miren lo que me dejaron ahora —anunció, mostrando la estrella—. Realmente, esta persona sabe cómo hacerme feliz.

Mis amigos intercambiaron miradas cómplices, pero yo solo me permití una sonrisa discreta. Era un juego que estaba dispuesto a seguir jugando, porque cada sonrisa de Checo valía más que cualquier otra cosa.

Y así, continué dándole pequeños detalles, disfrutando cada momento que pasaba observándolo descubrir cada sorpresa. Porque aunque él no lo supiera, estos gestos eran mi forma de decirle cuánto significaba para mí. Y mientras pudiera seguir viendo esa sonrisa en su rostro, seguiría buscando maneras de alegrar su día.

Un día, mientras colocaba cuidadosamente otro pequeño detalle en el casillero de Checo, sentí una presencia detrás de mí. Me giré rápidamente, esperando encontrarme con algún compañero curioso, pero me encontré cara a cara con Fernando Alonso.

—Así que eres tú —dijo con una sonrisa, cruzando los brazos sobre el pecho—. No sé por qué, pero no me sorprende.

Mi corazón se aceleró y mis manos comenzaron a sudar. No había esperado que alguien descubriera mi pequeño secreto tan pronto.

—No le digas —le pedí, mi voz temblando—. Aún no estoy listo para confesarme.

Fernando levantó las manos en señal de rendición y bajó la mirada.

—No le diré —aseguró, su tono más suave—. Después de todo, admito mi derrota.

—¿De qué hablas? —pregunté, confundido por sus palabras.

—Yo sé lo que digo —respondió con una mueca, desviando la mirada—. Así que no pierdas el tiempo y ve y dile.

Observé cómo se alejaba, dejando en el aire una sensación extraña. ¿A qué se refería con "admitir su derrota"? No tuve tiempo para reflexionar demasiado. En su partida, Fernando había dejado claro que había notado mis sentimientos por Checo y, sorprendentemente, no parecía querer interferir.

Con el corazón aún palpitando por el susto, terminé de colocar el regalo y me alejé rápidamente del casillero. La conversación con Fernando me dejó pensando en sus palabras. ¿Por qué me había instado a confesarme? ¿Qué sabía él que yo no?

Durante el resto del día, no pude sacarme sus palabras de la cabeza. Tal vez era hora de ser honesto con Checo. Aunque la idea de confesarle mis sentimientos me aterrorizaba, también sabía que seguir escondiéndome no me llevaría a ninguna parte.

Efectividad: 100% lo amo 😍

Consejo Aprobado

Guía para enamorar a Checo Pérez || Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora