Preguntarle quién le gusta

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Consejo: El número uno

Expectativa: Sin comentarios

Contras: Que diga a alguien más.

Con del fiasco de mi intento de confesión, decidí que la única manera de llegar a Checo era seguir mandando indirectas. No podía soportar la idea de que él pensara que me gustaba Lando. Tenía que encontrar una forma de hacerle entender mis sentimientos, pero sin asustarlo.

Comencé con pequeños gestos. Le traía su café favorito antes de cada carrera, le dejaba notas de ánimo en su casillero y siempre estaba a su lado cuando necesitaba apoyo. Pero cada vez que intentaba ser más directo, mis nervios se apoderaban de mí y mis palabras se enredaban.

Un día, decidí ir por una táctica diferente. Mientras estábamos en el paddock, entre risas y bromas, aproveché un momento de tranquilidad para preguntarle algo que había estado rondando mi mente.

—Oye, Checo —dije, tratando de sonar casual—, ¿alguna vez has pensado en quién te gusta? Digo, ¿hay alguien especial para ti ahora?

Checo me miró sorprendido, pero luego sonrió, como si estuviera pensando en alguien en particular.

—Bueno, sí, hay alguien —admitió.

Mi corazón dio un vuelco. ¿Y si realmente tenía a alguien en mente? Traté de no mostrar mi ansiedad y continué.

—¿Cómo es esa persona? —pregunté, intentando sonar curioso y despreocupado.

Checo suspiró, mirando al horizonte como si estuviera recordando algo.

—Bueno, es alguien muy apasionado por lo que hace, un poco terco a veces, pero siempre con el corazón en el lugar correcto. Es alguien que no se rinde fácilmente, que tiene un espíritu competitivo increíble, pero también una parte sensible que pocos conocen. Y... tiene una sonrisa que me alegra el día.

Mientras lo escuchaba, mi corazón latía con fuerza. Todo lo que describía se sentía tan familiar, tan cercano. Pero la duda comenzó a invadirme. ¿Y si solo estaba viendo lo que quería ver?

—¿Lo conozco? —pregunté, tratando de sonar despreocupado.

Checo me miró, con una sonrisa misteriosa.

—Sí, creo que sí —dijo, pero no agregó más.

Mi corazón se hundió. Definitivamente no estaba hablando de mí. Sentí una punzada de celos y tristeza al pensar que había alguien más que capturaba su atención de esa manera.

—Vaya, suena como una persona increíble —logré decir, forzando una sonrisa.

Checo asintió, sin notar mi desánimo.

—Lo es. Y espero algún día poder decirle lo que siento —agregó, con un brillo en los ojos.

Pasaron los días y yo seguía sintiéndome abatido. Mis amigos notaron mi cambio de humor y trataron de animarme, pero nada parecía funcionar. No podía dejar de pensar en la descripción de Checo y en cómo probablemente nunca sería yo.

Un día, mientras estaba solo en mi habitación, Charles y Lando entraron sin previo aviso. Me miraron con preocupación.

—Max, ¿qué te pasa? —preguntó Charles, sentándose a mi lado.

—Nada, solo... solo estoy cansado —mentí, aunque sabía que no me creían.

—Vamos, Max. Te conocemos. No es solo cansancio —dijo Lando, cruzándose de brazos.

Suspiré y finalmente les conté lo que había pasado. Les hablé de la descripción de Checo y de cómo estaba seguro de que hablaba de alguien más.

—Max, ¿alguna vez has pensado que tal vez, solo tal vez, él está hablando de ti? —preguntó Charles, levantando una ceja.

—No lo creo. La persona que describió suena increíble. Yo no soy así —dije, sintiéndome aún más deprimido.

—¿Estás bromeando? —dijo Lando, riendo—. Max, eres una de las personas más determinadas y terca que conocemos. Y esa sonrisa que mencionó, definitivamente es la tuya.

—No lo sé... —murmuré, sin mucha convicción.

—Mira, Max —dijo Charles, poniéndome una mano en el hombro—. No pierdes nada intentándolo. Si realmente sientes algo por Checo, debes decirle la verdad. Puede que te sorprendas.

Me quedé en silencio, considerando sus palabras. Tal vez tenían razón. Tal vez había estado tan atrapado en mis propios miedos que no podía ver lo que estaba justo frente a mí.

Decidí que tenía que intentarlo una vez más. Esta vez, sin indirectas, sin rodeos. Tenía que ser claro y honesto con Checo, sin importar lo que sucediera. No podía seguir viviendo con esta incertidumbre.

Salí de la habitación con un motivo evidente: Declararme a Sergio. Lo busque por todos lados hasta que lo encontré en el vestíbulo del hotel, pero no estaba solo.

Suspiré profundamente, tratando de calmarme antes de acercarme a donde estaban Sergio y Vettel. Los dos parecían muy concentrados en su conversación, así que decidí no interrumpir y, en cambio, me escondí detrás de una esquina cercana para escuchar.

—¿Nos vemos en la tarde? —preguntó Vettel con una sonrisa.

—Claro, no tengo planes —respondió Checo con su habitual calidez.

—Por eso te quiero, Sergio —Vettel se inclinó y le dio un beso en la frente antes de alejarse.

El corazón se me hizo un nudo y sentí que me faltaba el aire. Salí de mi escondite, pero ya no tenía ánimos para nada. El peso de mis emociones me estaba aplastando.

—Max —me saludó Checo al verme—, ¿ocurre algo?

Apenas pude contestar, sintiendo las ganas de llorar intensificarse.

—La persona que me gusta tiene novio —dije, apretando los labios con fuerza para no soltar las lágrimas que luchaban por salir.

Checo frunció el ceño, claramente sorprendido.

—¿La persona que te gusta? —asentí, sintiendo un dolor punzante en el pecho—. Oh... Yo pensé que... —Bajó la mirada, sacudiendo la cabeza ligeramente—. No importa, esa persona se pierde de lo fabuloso que eres.

Me abrazó y sentí la calidez de su cuerpo contra el mío. Pero lo que realmente me desconcertó fue sentir sus lágrimas humedeciendo mi camiseta.

—¿Por qué lloras? —le pregunté, desconcertado.

—Por nada, solo no me gusta verte así —murmuró, aunque sabía que mentía. Había algo más, algo que no quería decirme.

No pregunté nada más y me alejé lentamente. En mi habitación, finalmente dejé salir las lágrimas. Me derrumbé sobre la cama, sintiendo una mezcla de tristeza y frustración. No entendía por qué todo tenía que ser tan complicado. ¿Por qué, a pesar de todos mis esfuerzos, Checo salía con Vettel?

Las lágrimas caían sin cesar, empapando la almohada. Me sentía agotado, tanto física como emocionalmente.

Chinga tu madre, Vettel—, dije molesto apretando mi almohada.



Efectividad: -1000000000% si tiene la posibilidad se las recomiendo saltarsela 😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭

Consejo denegado ❌❌❌❌❌❌❌❌

Guía para enamorar a Checo Pérez || Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora