Disfruta y no lo sobrepienses

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Consejo: Daniel

Expectativa: Altas, luego de una charla por videollamada.

Contras: 🔞🔞🔞🔞🔞🔞🔞

(Nota de la autora: Puedes saltarte este capítulo si no te gustan este tipo de lectura/situaciones. Si así lo decides este capítulo no afectará en la trama. )

Estaba nervioso. No, nervioso no era la palabra correcta; estaba absolutamente aterrado. Había pasado semanas planeando esta noche, la noche en la que finalmente daríamos el siguiente paso en nuestra relación. Había organizado cada detalle con esmero, siguiendo los consejos de Daniel, y había visto videos para asegurarme de que todo saliera perfecto. Pero ahora, a pocos minutos de que todo comenzara, los nervios me estaban pasando factura.

La habitación estaba iluminada por una suave luz cálida proveniente de unas velas que había colocado estratégicamente alrededor de la cama. La música suave llenaba el ambiente, creando una atmósfera íntima y relajante. Checo estaba en el baño, preparándose, y yo estaba de pie en medio de la habitación, tratando de calmar mis manos temblorosas.

Respiré hondo, intentando relajarme. "Puedes hacerlo, Max", me dije a mí mismo. "Esto es lo que has estado esperando, lo que ambos hemos estado esperando".

La puerta del baño se abrió y Checo salió, envuelto en una toalla, su piel todavía húmeda por la ducha. Mi corazón comenzó a latir aún más rápido al verlo, pero intenté mantener la compostura. Checo se acercó a mí, sus ojos llenos de ternura y amor.

—¿Estás listo? —preguntó con una sonrisa, pero noté un destello de preocupación en sus ojos.

—Sí, lo estoy —respondí, aunque mi voz sonaba más insegura de lo que me hubiera gustado.

Nos acercamos a la cama y comenzamos a besarnos suavemente. Sentía cada caricia, cada toque, como una corriente eléctrica recorriendo mi cuerpo. Pero a medida que avanzábamos, los nervios comenzaron a intensificarse. Mi respiración se volvió más rápida y mis manos temblaban tanto que apenas podía mantener el control.

Checo notó mi nerviosismo y se detuvo, mirándome con preocupación—. Max, respira. Está bien si no estás listo.

—Lo estoy —insistí, aunque mi voz temblaba—. Solo... solo dame un momento.

Checo se sentó a mi lado en la cama y me tomó de las manos—. No tienes que forzarte a nada. Quiero que esto sea especial para ambos, no algo que te cause ansiedad.

—Lo sé —dije, mirando a nuestros entrelazados—. Es solo que... quiero que todo sea perfecto. He estado pensando en esto durante tanto tiempo y no quiero arruinarlo.

—No lo arruinarás —me aseguró, acariciando mi mejilla—. Estamos juntos en esto, Max. No hay presión. Solo somos tú y yo, y eso es suficiente.

Respiré hondo, sintiendo cómo sus palabras comenzaban a calmarme. Lo miré a los ojos y vi en ellos la paciencia y el amor que siempre había admirado. Me acerqué a él y lo besé suavemente, permitiendo que el momento nos guiara.

Nos acostamos en la cama, nuestras caricias volviendo a ser lentas y cuidadosas. Checo se movió con delicadeza, tomando su tiempo para asegurarse de que me sintiera cómodo. Cada beso, cada toque, era un recordatorio de que estaba con alguien que me amaba y se preocupaba por mí.

—Max —susurró entre besos—. No hay prisa. Tenemos todo el tiempo del mundo.

Asentí, dejándome llevar por sus palabras. Poco a poco, mis nervios comenzaron a disiparse, reemplazados por una sensación de tranquilidad y seguridad. Checo continuó guiándome, sus manos recorriendo mi cuerpo con una ternura que me hizo sentir amado y protegido.

Comencé con caricias suaves, recorriendo su piel con mis manos, explorando cada rincón de su cuerpo. Sus suspiros y pequeños gemidos me indicaban que estaba en el camino correcto. Con cada toque, cada beso, mi confianza crecía, y mi amor por él se hacía más profundo. Quería asegurarme de que se sintiera amado, seguro y completamente relajado.

Cuando llegó el momento de prepararlo, me tomé mi tiempo, moviéndome con cuidado y precisión. Los consejos que había leído resonaban en mi mente, guiando mis acciones. Usé mis dedos para explorar y preparar, asegurándome de que cada movimiento fuera suave y cuidadoso. Checo se tensó al principio, pero pronto comenzó a relajarse, sus músculos cediendo a medida que encontraba el ritmo adecuado.

Su respiración se volvió más profunda y rítmica, y sus ojos se encontraron con los míos, llenos de amor y deseo. Verlo así, tan vulnerable y dispuesto, me llenó de una mezcla de orgullo y adoración. Este era el hombre que amaba, y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para que este momento fuera perfecto para él.

Finalmente, llegó el momento de ponerme el preservativo. Mis manos temblaban ligeramente mientras lo desenrollaba, pero logré mantener la compostura. Miré a Checo, quien me sonrió con calidez y comprensión, dándome la fuerza que necesitaba. Con cuidado, me coloqué sobre él, nuestros cuerpos alineándose perfectamente.

—¿Estás listo? —le susurré, mi voz apenas audible.

—Sí, Max —respondió con una sonrisa tranquilizadora—. Estoy listo.

Respiré hondo y, con un movimiento lento y deliberado, comencé a entrar en él. La sensación fue abrumadora, una mezcla de placer y conexión profunda. Nos movimos juntos, encontrando un ritmo que era solo nuestro, cada movimiento lleno de amor y pasión.

Checo se arqueó debajo de mí, sus gemidos mezclándose con los míos, creando una sinfonía de placer que llenó la habitación. Cada vez que me movía, me aseguraba de que se sintiera bien, observando su rostro en busca de cualquier señal de incomodidad. Pero todo lo que vi fue placer y amor, y eso me dio la confianza para continuar.

Me dejé llevar por el momento, permitiendo que mis instintos tomaran el control. El amor que sentía por Checo se derramaba en cada caricia, en cada beso, en cada susurro. Estábamos completamente sincronizados, nuestros cuerpos moviéndose como uno solo, creando una conexión que iba más allá de lo físico.

Finalmente, el clímax llegó, y nos desbordamos juntos en una explosión de placer y emoción. Nos quedamos abrazados, nuestras respiraciones mezclándose mientras nos recuperábamos. Besé su frente, su mejilla, sus labios, agradecido por este momento, por este amor que compartíamos.

—Te amo, Checo —murmuré, mi voz llena de emoción.

—Y yo a ti, Max —respondió, sus ojos brillando con lágrimas de felicidad.

En ese momento, supe que todo había valido la pena. Los nervios, la preparación, todo había sido por este amor que compartíamos. Y mientras nos quedábamos abrazados, con nuestros corazones latiendo al unísono, supe que no importaba lo que el futuro nos deparara. Con Checo a mi lado, todo sería perfecto.

Efectividad: 10000%

Guía para enamorar a Checo Pérez || Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora