Hazlo reír

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Consejo: George

Expectativa: 60%

Contras: Según Lando no soy gracioso 😒

Decidí que era el momento de poner en práctica el consejo de George e intentar hacer reír a Checo. Me acerqué a él en la sala de descanso después de la práctica, con la determinación de mostrarle mi lado más relajado y divertido. Sin embargo, rápidamente me di cuenta de que ser gracioso no era tan fácil como parecía.

Mi primer intento fue con un chiste que había escuchado hacía mucho tiempo. Pensé que era simple y efectivo.

—¿Por qué los pájaros no usan Facebook? —dije, con una sonrisa.

Checo me miró con curiosidad.

—¿Por qué? —preguntó, siguiéndome la corriente.

—Porque ya tienen Twitter —respondí, esperando una risa.

Checo sonrió levemente, pero la risa que esperaba no llegó. Sentí que el primer intento había sido un fracaso, pero no me desanimé. Decidí intentar con otro chiste.

—¿Sabes cuál es el colmo de Aladino? —dije, esperando que este fuera mejor.

—No, ¿cuál? —preguntó Checo, un poco más interesado.

—Tener mal genio —respondí, tratando de mantener la esperanza.

Checo soltó una pequeña risa, pero no era la reacción que esperaba. Empezaba a sentirme frustrado, pero no quería rendirme tan fácilmente.

Decidí cambiar de táctica y compartir una anécdota que siempre me había parecido graciosa. Recordé un incidente con mi padre cuando yo era más joven. Pensé que una historia personal podría hacer la diferencia.

—Una vez, estábamos cenando en un restaurante, y mi padre se enojó tanto con el servicio que terminó clavándole un tenedor en la mano al mesero por error —dije, riendo al recordar la escena.

Sin embargo, cuando miré a Checo, vi que su expresión era de horror y no de diversión.

—¿En serio? —preguntó, claramente sorprendido y un poco perturbado.

—Sí, fue un accidente, pero la cara del mesero... —intenté continuar, pero me di cuenta de que solo yo encontraba graciosa la historia.

Checo no dijo nada, simplemente se quedó en silencio, claramente incómodo. Sentí un nudo en el estómago. Mis intentos de ser gracioso estaban fallando miserablemente, y en lugar de acercarme a Checo, parecía que solo lo estaba alejando más.

Intenté pensar en otra anécdota graciosa, algo que pudiera funcionar mejor. Recordé una vez que había hecho una broma pesada a mi hermana durante una reunión familiar. Le había puesto pegamento en la silla y todos se habían reído cuando se levantó y la silla quedó pegada a su trasero.

—¿Te cuento otra? —dije, intentando recuperar la conversación.

Checo asintió, aunque parecía un poco reticente.

—Una vez, durante una reunión familiar, le puse pegamento en la silla a mi hermana. Cuando se levantó, la silla se quedó pegada a su trasero. Todos se rieron tanto. Dios esa vez fue tan gracioso, recuerda que tuvieron que cortar su falda junto con un poco de piel—dije, esperando que esta anécdota fuera mejor recibida.

Pero una vez más, la expresión de Checo no fue la que esperaba. En lugar de reír, solo sonrió de manera incómoda.

—Sí, eso suena... Un poco cruel —dijo, claramente sin saber cómo responder.

Me di cuenta de que mis intentos de ser gracioso estaban fracasando en todos los sentidos. Mis chistes eran malos, y mis anécdotas, que a mí me parecían divertidas, no lograban causar la misma impresión en Checo.

Finalmente, después de varios intentos fallidos, decidí dejar de intentarlo por ese día. Me sentí derrotado, pero sabía que no podía rendirme. Necesitaba encontrar otra manera de acercarme a Checo, algo que realmente funcionara y no lo alejara más.

Regresé a mi habitación, donde Lando y Charles me esperaban, ansiosos por saber cómo me había ido.

—¿Y cómo te fue esta vez? —preguntó Charles, levantando una ceja.

Me dejé caer en la cama, agotado.

—Horrible. Mis chistes eran malos, y mis anécdotas solo lo incomodaron. Creo que ahora me odia más —admití, frustrado.

Lando y Charles se rieron, pero no de manera burlona, sino comprensiva.

—Quizás lo tuyo no son los chistes, Max —dijo Lando, tratando de consolarme—. Pero al menos lo intentaste. Eso cuenta para algo.

—Tal vez deberíamos intentar otra cosa —sugirió Charles—. Quizás algo más simple, más sincero. Pero esta vez, sin chistes crueles o anécdotas de tu padre.

Me reí, a pesar de mi frustración. Sabía que tenían razón. Necesitaba encontrar una manera diferente de acercarme a Checo, algo que mostrara mi verdadero yo, sin forzarme a ser alguien que no era.

Decidí que la próxima vez, sería más auténtico. No intentaría hacer reír a Checo con chistes malos o anécdotas perturbadoras. Solo trataría de ser yo mismo, esperando que eso pudiera hacer la diferencia.

Efectividad: 1% . Lando tuvo razón.

Guía para enamorar a Checo Pérez || Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora