Dile cosas bonitas

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Consejo: Google

Expectativa: Según san Google 100%

Contras: Checo me pone nervioso

Cada vez que intentaba decirle algo bonito a Checo, sentía que mis nervios me traicionaban. Mi corazón comenzaba a latir más rápido, mis manos sudaban y, sin darme cuenta, mi rostro se ponía rojo como un tomate. Era frustrante. Quería que supiera cuánto me importaba, pero cada intento terminaba en un desastre.

Una tarde, después de una práctica particularmente agotadora, me encontré con Checo en el garaje. Estaba ajustando algo en su coche y, al verme, me saludó con una sonrisa que hizo que mi estómago diera un vuelco.

-Hey, Max -dijo, sus ojos brillando con esa calidez que siempre lograba calmarme, aunque solo un poco.

Tragué saliva, decidido a decirle algo bonito. Algo que le mostrara cuánto lo apreciaba. Me acerqué, sintiendo mis mejillas arder.

-Checo, quería decirte que... -comencé, pero mi mente se quedó en blanco, y de repente las palabras salieron en neerlandés-. Je bent zo speciaal voor mij. Ik weet niet wat ik zonder jou zou doen.

Checo me miró, su expresión cambiando de curiosidad a confusión.

-¿Qué dijiste, Max?

Me di cuenta de mi error y me puse aún más nervioso. Traté de corregirlo, pero las palabras seguían saliendo en neerlandés.

-Ik bedoel... je bent geweldig, Checo. Je maakt alles beter.

Checo soltó una risa suave, aunque claramente no entendía nada de lo que decía.

-Max, no sé neerlandés -dijo con una sonrisa divertida-. Pero suena bonito, creo.

Me sentí mortificado. Aquí estaba, tratando de expresar mis sentimientos, y todo lo que conseguía era confundirlo más.

-Lo siento, Checo. Quería decir que... eres importante para mí.

Él sonrió más ampliamente, y aunque no había entendido las palabras exactas, parecía captar la intención.

-Gracias, Max. Eso significa mucho.

A pesar de mis constantes errores, había algo en la manera en que Checo reaccionaba que me daba esperanza. Aunque no entendiera las palabras, parecía entender los sentimientos detrás de ellas.

Otra vez, durante una cena con el equipo, intenté nuevamente. Quería decirle cuánto admiraba su determinación y su espíritu, pero una vez más, mi cerebro decidió sabotearme.

-Checo, jij bent de meest inspirerende persoon die ik ken -dije, y al ver su expresión confusa, supe que había vuelto a hacerlo.

-¿Qué dijiste, Max?

Suspiré, sintiendo el calor subiendo a mi rostro de nuevo.

-Quería decir que eres una inspiración para mí.

Checo se rió suavemente y me dio una palmada en el hombro.

-Gracias, Max. Aunque no entienda todo, sé que es algo bueno.

La temporada estaba llegando a su fin, y eso solo significaba una cosa: vacaciones. Para la mayoría de los pilotos, esto era motivo de celebración, pero para mí, era una fuente de ansiedad. Sabía que Checo se iría a México, y no lo vería por semanas. La idea de no tenerlo cerca, de no escuchar su risa o verlo sonreír, me llenaba de un vacío que no sabía cómo llenar.

Estaba sentado en mi habitación, viendo cómo el sol se escondía lentamente en el horizonte, cuando escuché ruidos provenientes de la habitación de Checo. Me levanté y caminé hacia allá, encontrándolo en medio de una montaña de ropa y maletas abiertas. Estaba empacando.

-¿Te vas ya? -pregunté, tratando de sonar casual.

Checo levantó la cabeza y me sonrió.

-Sí, Max. En una semana estaré en México, con mi familia. Ya sabes cómo es, extrañan a su hijo famoso -bromeó, pero su mirada se suavizó al decirlo.

La ansiedad apretó mi pecho. No quería que se fuera. No quería pasar tanto tiempo sin él. Sin pensarlo dos veces, lo primero que vino a mi mente salió de mis labios.

-¿Quieres pasar unos días conmigo antes de irte?

Checo se detuvo, sorprendido por mi invitación.

-¿Pasar unos días contigo? -repitió, como si estuviera asegurándose de haber escuchado bien.

Asentí, tratando de no parecer demasiado desesperado, aunque por dentro estaba temblando.

-Sí, podríamos... no sé, pasar tiempo juntos, relajarnos un poco antes de las vacaciones. Podríamos ir a mi casa en Mónaco. Es tranquila, y podríamos descansar después de todo el estrés de la temporada.

Checo se quedó en silencio por un momento, evaluando mi propuesta. Finalmente, una sonrisa lenta se extendió por su rostro.

-Me parece una buena idea, Max. Creo que necesito un poco de tranquilidad antes de irme a México.

El alivio que sentí fue casi abrumador. Sonreí ampliamente, tratando de ocultar el temblor en mis manos.

-Genial. Podemos salir mañana, si te parece bien. Puedo ayudarte a empacar lo que necesites.

Checo asintió, y mientras continuaba con su maleta, me senté en el borde de la cama, observándolo. Mi mente estaba llena de planes para los próximos días, pensando en todas las maneras en que podría hacer que este tiempo juntos fuera especial.

La ansiedad seguía presente, pero ahora estaba mezclada con una emoción que no había sentido en mucho tiempo. No sabía qué pasaría durante esos días, pero tenía la esperanza de que, de alguna manera, podría acercarme más a Checo, y tal vez, solo tal vez, encontrar el valor para finalmente decirle lo que sentía.

Mientras lo veía empacar, me di cuenta de que estos días podrían ser cruciales. Tenía la oportunidad de mostrarle cuánto significaba para mí, de crear recuerdos que ambos llevaríamos con nosotros, sin importar la distancia.

Al final de la noche, cuando Checo terminó de empacar, se volvió hacia mí y me sonrió.

-Gracias por la invitación, Max. Realmente lo aprecio.

Sentí un nudo en la garganta, pero logré sonreír de vuelta.

-Será divertido, ya verás.

Nos despedimos y me dirigí de nuevo a mi habitación, mi mente llena de planes y mi corazón latiendo con una mezcla de ansiedad y esperanza. Tenía una semana para hacer que Checo viera cuánto significaba para mí. Y estaba decidido a no desperdiciar ni un momento.

Efectividad: Funcionó, pero no me fue tan bien. 81%

Guía para enamorar a Checo Pérez || Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora