• 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟔 •

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Nunca hay que subestimar lo lista que puede llegar a ser una niña rica.

La mañana del miércoles, cuando Leonor estaba terminando su desayuno, Alicia la llamó a su teléfono particular (ni loca iba a llamar al teléfono fijo de La Zarzuela, para que cualquier sirviente o cuerpo de seguridad pudiese interceptar sus planes). La princesa se excusó un momento de la mesa y se encerró en su dormitorio para poder hablar con tranquilidad con Alicia.

-¿Diga?

-Está hecho, Leonor.- dijo, triunfante, su amiga.

-¿El qué?

-Vienen el viernes. Vamos a pasar el fin de seman en mi casa del campo, la de La Sierra. Y tú vas a venir.

-¿Van a venir?¿Y cómo les habéis convencido?

-Ni idea. Ha sido Sira, que ha hecho de su magia. ¿Sabes ya lo que te vas a poner?

-Alicia, yo no puedo pasar una noche fuera así como así. ¿No has visto que ni siquiera puedo ir a verte entrenar sin escoltas?

-Querida, hay que mentir.

-Sí, ¿y qué les digo?

-Que mi familia te ha invitado a pasar el fin de semana en la Casa de Campo, la cual tiene videovigilancia y es más inaccesible que el Pentágono.

-¿Y tus padres?

-Llevan todo el mes en Ibiza, tendremos la casa para nosotros solos, por eso no te preocupes.

-Si se trata de ti, sí me preocupo.

-Tú pregunta. Y trae ropa bonita, nada de esas cosas que te ponen para los eventos, hazme el favor. ¡Nos vemos!

Colgó antes de que Leonor pudiese seguir protestando. Sin darse cuenta; a la joven se le había acelerado la respiración, y notaba una fuerte presión en el estómago. Como no se tranquilizase, iba a vomitar el desayuno. Esa sensación era distinta a los nervios que sentía cuando iba a un evento importante o tenía que dar un discurso. No eran nervios. No era ansiedad. Era emoción.

Corrió a su tocador, examinando su rostro frente al espejo, recolocándose la melena dorada, dándose cuenta, de repente, de todas las partes de su cara que no le gustaban, desde sus mejillas, demasiado redondas, y ahora hinchadas por su reciente despertar, a sus labios, demasiado comprimidos, a sus ojos, demasiado caídos. Menudo desastre.

-¿Leonor?- Al otro lado de la puerta escuchó la voz de su hermana.

-Ya voy, ya voy.- salió de nuevo al pasillo, y en compañía de su hermana, volvieron al comedor. Sus padres ya se habían ido.

𝐌𝐢 𝐫𝐞𝐢𝐧𝐚 | 𝐆𝐚𝐯𝐢 𝐲 𝐋𝐞𝐨𝐧𝐨𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora