" 𝐍𝐨 𝐨𝐧𝐞'𝐬 𝐞𝐯𝐞𝐫 𝐡𝐚𝐝 𝐦𝐞, 𝐧𝐨𝐭 𝐥𝐢𝐤𝐞 𝐲𝐨𝐮 "
Gavi y Leonor se conocen en un evento institucional. Él, como ganador de la Eurocopa. Ella, como futura soberana.
Como en cualquier historia, un chico y una chica se enamoran. Sin emba...
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Se contempló en el espejo, alisándose la tela que se ceñía a su figura. No le gustaba nada de aquel conjunto que habían elegido para ella; ni sus colores blancos y beis, ni la forma de los pantalones ni el corte de la blusa, ni cómo le sentaban, ni el cuerpo que le hacían. Lo que se dice nada. Como todo, ella no lo había elegido. Durante aquellos días parecía una nube negra: no le gustaba nada, todo le parecía mal, o no le apetecía, y hacía todo por pura inercia. Seguramente fuese muy notorio, pero claro, ¿cómo iba a percatarse de ello su abuela? Ella estaba la mar de contenta porque Leonor por fin hubiese accedido a ir con ella a conocer herederos, todo lo demás le daba igual.
Se terminó de colocar el pelo, y a las seis en punto una chica del personal la acompañó hasta los jardines del patio delantero. Allí, junto a la fuente, los esperaban Christian y otro hombre, los dos vestidos de camisa. La sirvienta hizo una pequeña reverencia antes de dejar a los tres solos.
-Buenas tardes.- saludó el príncipe, en un perfecto español punteado con su denso acento.- Este es Dimitri, la carabina.
¿Carabina? se preguntó Leonor. ¡Por favor!¡En pleno siglo XXI! Las carabinas para las citas le parecían algo anticuado, y en la Casa Real española hacía décadas que se había suprimido esa figura.
Aún con todo, Leonor correspondió a su saludo, y los dos herederos al trono pasearon por los jardines, seguidos por Dimitri, que mantenía una prudencial distancia tras ellos para darles una falsa sensación de privacidad.
-¿Puedo tratarla de tú?- inquirió el danés.
-Por favor.- pidió Leonor, mortificada de que un chico de su edad la tratase de usted.
-De acuerdo. Cuéntame, ¿qué aficiones tienes?
-Me gusta mucho leer, y el cine.
-¿Qué tipo de libros?
-De amor, sobre todo.- admitió Leonor, ligeramente avergonzada. Bajo sus pies crujía la gravilla del camino, y a sus espaldas sonaba el rumor del agua de la fuente. Hacía un día gris, y soplaba una brisa de un frescor agudo, que hacía estremecer a Leonor bajo la fina gasa de su blusa. Verano danés. Leonor había olvidado lo que era el fresco, el cielo nublado. El verano en España era tan tórrido e intenso que a veces costaba recordar que existía otro tipo de clima.
-Yo no soy muy familiar con ese género. Me gusta más la novela histórica, bélica.
Leonor asintió, aunque para sus adentros estaba mortificada. Aquel chico tenía su misma edad, pero todo lo relativo a él; su forma de hablar, de vestirse, sus propios gustos, parecían de alguien mucho mayor; mayor y muy aburrido. Hasta su tono era monótono y simplón, casi como si no sintiese emoción alguna. Leonor se dio cuenta de que aquel chico era el producto de lo que le pasaban a muchos príncipes y princesas jóvenes: se centraban tanto en sus deberes reales que no tenían tiempo para formar una personalidad propia, no tenían tiempo para ser adolescentes. Leonor pensaba que, de no haber probado un poco de la rebeldía adolescente que había herido aquel verano, ella también sería así. Por breve que hubiera sido, ella sentía que era una persona completamente distinta que al inicio del verano.