Escape

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Dos días después de todo ese suceso, me encontraba en mi carpa personal, sumido en mis pensamientos, cuando una figura entró sin previo aviso. Al principio, pensé que era uno de los guardias de Faragus, pero al levantar la vista, me encontré con Ryker, el hijo del líder templario.

—¿Sabes quién soy?—preguntó él con un tono serio.

—¿Cómo no? Eres Ryker, hijo de Faragus. ¿Qué quieres de mí?—respondí, con desconfianza.

Ryker se acercó y se sentó frente a mí, sus ojos analizaban cada rincón de mi ser.

—Estoy cuestionando las acciones de mi padre. He estado analizándote y sé cuáles son tus intenciones. Además, vi lo que pasó aquel día en el río—dijo directamente, inclinándose hacia adelante—Necesito tu ayuda.

Mi mente se llenó de dudas. ¿Era esto una trampa? ¿Podría confiar en él? ¿Será seguro?

—¿Por qué debería confiar en ti? Esto podría ser una artimaña de Faragus para atraparme —dije, intentando mantener la calma.

Ryker lo negó con la cabeza.

—Entiendo tus dudas. Pero te aseguro que no lo es. Faragus me ha criado con mano dura, y no comparto su sed de sangre. Quiero poner fin a todo esto.

Lo pensé por un momento. Ryker parecía sincero, y si había alguna oportunidad de derrocar a Faragus y encontrar a mi hermana, debía aprovecharla.

—De acuerdo. ¿Qué necesitas de mí? Puedo ayudar—acepté finalmente.

Ryker sonrió con alivio.

—Conoces a Zismodis, ¿no?

Asentí.

—Sí, quería reunirme con él, pero Faragus me prohibió salir de la base.

—Entonces sabes que es un brujo. Eso que lograste ese día en el río es sólo digno de un brujo. Tal vez hay algo que aún no sabes sobre ti. ¿Vamos con Zismodis?

—Te lo repito, Faragus me prohibió salir de la base.

Ryker se levantó y sin decir una palabra me hizo una seña para que lo siguiera.

—No te preocupes, soy su hijo. Puedo hacer lo que quiera. 

Lo seguí hasta donde estaba su caballo, con un carruaje atado atrás.

—Escóndete ahí, y no salgas por ningún motivo—dijo, señalando el heno en el carruaje.

Me oculté entre el heno, tratando de controlar mi respiración mientras el carruaje se ponía en marcha. Escuché cómo Ryker hablaba con los guardias en la puerta.

—Saldré un momento, pero ya vuelvo—les dijo, y los guardias quienes me dejaron salir incontables veces, confiando en él, nos dejaron pasar.

El viaje fue largo y apenas podía respirar entre el heno. Cada sacudida me recordaba lo frágil de nuestra situación. Finalmente, el carruaje se detuvo y salí, aliviado, estirándome y respirando profundamente.

—¿Dónde estamos?—le pregunté a Ryker.

—En la casa de Zismodis—respondió Ryker, señalando una cabaña en el bosque.

Nos acercamos y tocamos la puerta. Zismodis abrió, con una expresión de sorpresa al verme.

—¿Quién eres?—preguntó a Ryker, hasta que sus ojos se posaron en mí—Xieven, estás de vuelta. Te esperé muchos días, pensé que ya no vendrías.

Me sorprendió que supiera mi nombre, ya que al menos yo, nunca se lo había dicho.

—¿Cómo sabes mi nombre?—pregunté confundido.

Zismodis me sonrió enigmáticamente.

—Soy brujo, lo sé todo.

Ryker, sin perder tiempo, intervino.

—Entonces, ¿cómo no sabes mi nombre?

Zismodis le lanzó una mirada penetrante.

—Sé quién eres, Ryker. Conozco muy bien a tu padre. ¿Qué los trae por acá?

Ryker miró a su alrededor, como asegurándose de que nadie más nos los escuchaba o veía.

—Es algo muy largo y complejo para hablarlo aquí. ¿Podemos entrar?

Zismodis asintió y nos hizo pasar. Dentro, el ambiente era cálido y acogedor, con velas aromáticas encendidas y frascos llenos de ingredientes extraños en las estanterías. Zismodis nos sirvió un elixir humeante mientras Ryker comenzaba a explicar.

—He descubierto algo sobre mi padre que aún no puedo contar. He cuestionado sus acciones y quiero deshacerme de él para evitar más muertes y guerras—dijo directamente, yendo al grano.

Miré a Ryker, sorprendido por su franqueza.

—¿Y qué tengo que ver yo en esto?—le pregunté.

Ryker me miró con intensidad.

—Tú, Xieven, tienes un corazón de brujo. Por eso te traje acá.

Zismodis asintió lo recién dicho, corroborando sus palabras.

—Lo sabías—le dije a Zismodis, con mi voz temblando—¿Por qué no me dijiste nada?

Zismodis suspiró pensando cómo decirle todo.

—Lo descubrí después de que te fueras aquel día. Lo heredaste de tu abuelo.

—¿Abuelo? No conocí a ninguno de los dos.

—Ahí te explicaré, te contaré todo, dame tiempo.

El peso de sus palabras cayó sobre mí como una losa. Siempre había sentido que había algo diferente en mí, pero nunca imaginé que fuera esto.

—Entonces, ¿qué hacemos ahora?—pregunté, buscando orientación.

—Necesitas entrenar tus habilidades. Tienes un gran poder dentro de ti, pero sin control, es peligroso—dijo Zismodis quien se acercó y puso una mano en mi hombro.

—Zismodis te ayudará a desbloquear tu verdadero potencial. Y juntos, podremos enfrentarnos a mi padre—dijo Ryker.

—Esto no será fácil, Xieven. El camino que has elegido es peligroso, pero necesario—me acotó el brujo.

—Estoy listo. Haré lo que sea necesario.

-Continuará...-

Corazón de Brujo [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora