Revelación

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Después de haber bebido el elixir y de haber dado explicaciones al brujo, Zismodis se levantó diciéndoles que volvería de inmediato y se dirigió a su caldero, donde comenzó a preparar algo casi a escondidas. Nos dejó solos, y aproveché el momento para hablar con Ryker.

—Espero que no te moleste la pregunta pero necesito saber. ¿Por qué te volviste contra tu propio padre?—le pregunté, la curiosidad era más fuerte que la cautela en esta situación.

Ryker suspiró hondo, mirando el fuego que flameaba en la chimenea que estaba al frente de ellos.

—Mira. Descubrí algo grande y no podía dejar que se saliera con la suya. Ha estado manipulando a todos a su alrededor, y no puedo permitir que siga haciéndolo, es algo más poderoso que nosotros, por eso te traje aquí—me dijo, con una combinación de dolor y curiosidad en su voz.

Antes de que pudiera responderle a Ryker, Zismodis regresó con el caldero lleno y me llamó.

—Xieven, ven, quiero mostrarte algo. Acércate, por favor.

Me acerqué al caldero y vi un líquido morado burbujeante en su interior.

—¿Eso se bebe? ¿Es bebestible?—pregunté, intrigado.

Zismodis lo negó con la cabeza, pero con una leve sonrisa en sus labios.

—No, no se bebe, pero mete la cabeza, sin miedo, no te pasará nada malo.

Tomé una respiración profunda y, confiando en Zismodis, sumergí mi cabeza entera en el líquido. De inmediato, fui transportado a una visión.

Vi a un hombre alto, con una túnica de brujo, una cicatriz en el ojo izquierdo, cabello y barba blanca y cuerpo robusto. Estaba siendo abucheado por la gente mientras una mujer era quitada de su lado y secuestrada. Desesperado, el brujo intentó usar sus poderes para detener a los secuestradores, pero sus esfuerzos fueron en vano. Aquellos que se llevaban a la mujer eran mucho más poderosos que él.

La visión dio un salto al día siguiente. El brujo, exhausto y desesperado, buscaba ayuda por todo el pueblo, sin éxito, hasta que encontró a otro brujo que no estaba tan dispuesto a ayudarlo.

—Faragus, necesito tu ayuda—le dijo el hombre, con voz cargada de desesperación y temor.

Faragus revisó sus cosas, y encontrando algo adecuado, le ofreció una espada.

—Mira, esto es lo ideal para tu caso, te tienen miedo por ser brujo, pero esto no tiene mucha magia. Esta espada puede vencer a los secuestradores, pero a cambio, serás maldecido por toda tu vida. Y cuando mueras, la maldición pasará a tu primer hijo, y cuando ese muera, pasará a su primer hijo, y así una y otra vez. ¿Lo aceptas?

El hombre, sin tener otra opción, aceptó el trato. Llevó la espada consigo y, al llegar al lugar donde tenían a la mujer, venció con facilidad a todos sus enemigos y la salvó.

La visión terminó abruptamente y saqué la cabeza del caldero lentamente, jadeando.

—¿Qué viste?—me preguntó Zismodis, observándome con mucho interés.

—Vi a un brujo, un hombre alto con una cicatriz en el ojo y cabello y barba blanca. Fue abucheado por la gente y su esposa fue secuestrada. Pidió ayuda a otro brujo y este le dio una espada a cambio de una maldición que se pasaría a su descendencia. ¿Quién era ese brujo? ¿Por qué me hiciste ver eso?—pregunté, aún confundido por lo que había visto.

Zismodis asintió y se me acercó lentamente poniendo una mano en mi hombro.

—Ese, era tu abuelo, Xieven. Por eso Ryker te dijo que tenías corazón de brujo.

Me quedé en silencio, procesando la información.

—¿Mi abuelo? ¿Eso quiere decir que... ahora yo tengo la maldición?—pregunté, con un nudo en el estómago.

Zismodis asintió de nuevo, respondiéndome.

—¿Por qué crees que te han pasado tantas cosas malas? La maldición no trae mala suerte, sino que te hace pasar por cosas que no mereces.

Ryker, que había estado escuchando en silencio, parecía confundido al lado de los dos.

—Vi a tu padre en la visión. Bueno, no era exactamente él, pero tenía su nombre. Le vendió una espada maldita a mi abuelo—dije, dirigiéndome a Ryker.

Ryker levantó las cejas sin ningún asombro, pero procesando la revelación.

—Eso, eso era lo que descubrí de él. No es quien dice ser. Además, ¡es un brujo!—confesó.

La gravedad de la situación se hizo evidente. Faragus no sólo era un líder despiadado, sino también un brujo que había estado manipulando y maldiciendo a otros para mantener su poder, y como si fuera poco, no es quien dice ser.

—Entonces, ¿qué hacemos ahora?—pregunté, sintiendo desesperación. Zismodis se acercó y puso una mano en mi hombro otra vez.

—Primero, necesitas aprender a controlar tus habilidades. La maldición te ha dado un gran poder, pero sin control, puede ser peligroso. Te entrenaré para que puedas enfrentarte a Faragus y romper la maldición.

-Continuará...-

Corazón de Brujo [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora