El calor de la Nación del Fuego se hizo sentir mucho antes de que llegáramos a sus fronteras. El aire era sofocante, como si el mismísimo infierno se hubiera manifestado en este lugar. Sentía cómo las gotas de sudor se evaporaban casi al instante de tocar mi piel, y el simple acto de respirar se volvió una tarea difícil.
Liora alterna, con esa seriedad que ya empezaba a reconocer en ella, rompió el silencio.
—Apreten el botón de su nuca—ordenó mientras ajustaba su propio traje—un escudo los hará inmunes al fuego y al calor.
—¿Tú construiste este mecanismo?—pregunté, sorprendido por la precisión y complejidad de su tecnología.
—Sí—respondió—y lo hice para todos los elementos.
El dispositivo se activó con un suave zumbido, y de inmediato sentí un alivio refrescante. Era como si una burbuja invisible nos protegiera del entorno hostil, permitiéndonos avanzar sin dificultad.
Cuando nos acercamos a las puertas de la Nación del Fuego, noté algo extraño. Había criaturas que parecían slimes, parecidos a los que atacaron al monje en mi mundo. Al vernos, uno de los guardias, con una espada llameante en la mano, gritó alarmado.
—¡Xiekonix ha regresado!
—¡Alto, no es Xiekonix, es Xieven!—exclamaba Liora alterna, tratando de calmar la situación.
—¡Ese farsante está muerto! ¡Es imposible lo que dices!—respondió el guardia, con voz llena de incredulidad y temor.
—¡Míralo bien!—Liora alterna insistió, señalándome—no tiene escamas, no tiene alas, y tiene un brazo robótico. ¡Es Xieven, viene a ayudar!
Los guardias se reunieron a discutir entre ellos, mirándonos de reojo mientras debatían. Finalmente, uno de ellos asintió con la cabeza y nos dejaron pasar, aunque con evidente desconfianza.
—¿Qué hacen en esta nación? ¿Buscan algo?—preguntó uno de los miembros de la resistencia, con una mirada que revelaba curiosidad.
—Venimos en busca de un fragmento de fuego—respondió Liora alterna, sin molestarse en explicar más detalles.
—¿Fragmento de fuego?—repitió, perplejo, el miembro de la resistencia.
—Da igual—cortó Liora alterna, sacando un pequeño aparato del bolsillo que parecía ser un radar. Al observarlo, su expresión se tensó—Ahí está—dijo, señalando hacia lo alto de una estructura rocosa.
Miré hacia donde apuntaba y vi un pequeño ser de fuego. Sin pensarlo, salté hacia arriba, preparando un ataque. El impacto hizo que el ser cayera al suelo, dejando un rastro de humo en el aire. Sin embargo, antes de que pudiera reaccionar, el fragmento habló.
—Fuiste astuto esta vez, pero no sucederá dos veces. Me engañaste, pero volveré y no caeré de nuevo en tu trampa—dijo con una voz que demostraba real furia.
Frieya, sin dudarlo un segundo, se adelantó y partió al fragmento en dos con un movimiento rápido y preciso. El ser se desvaneció, dejando el fragmento tirado en el suelo.
Liora alterna lo recogió y lo guardó en su bolso.
—¿Los fragmentos tienen conciencia?—pregunté, aún sorprendido por lo que acababa de presenciar.
—Son pequeños pedazos de Xiekonix—explicó Liora alterna—tienen sus recuerdos, así que también deberían tener los tuyos.
Saqué el mapa, revisando la ubicación del siguiente fragmento.
—La Nación de Tierra es la más cercana ahora—dije, señalando la ruta que debíamos seguir. El viaje fue largo, y la falta de agua y comida comenzó a pasar factura en nuestro grupo. Pero no podíamos detenernos.
Cuando llegamos a la Nación de Tierra, no encontramos guardias ni muros que la protegieran. El lugar parecía tranquilo, casi en paz, una sensación que contrastaba con todo lo que habíamos visto hasta ahora. Pero al entrar, fuimos recibidos por un guardián de tierra, una figura imponente hecha de roca y tierra.
—¿Qué hacen acá, viajeros?—preguntó el guardián.
—Necesitamos encontrar algo en tu nación—respondí con firmeza.
El guardián me observó detenidamente, su mirada penetrante.
—Sabes—dijo finalmente—te pareces a un ser que trajo pura desgracia a este mundo, pero no eres él. No siento malas vibras en ti, eres bueno. ¿En qué podemos ayudarte?
—Déjennos entrar. Esto es importante—dije, sin revelar demasiado.
El guardián asintió y nos dio la bienvenida, permitiéndonos pasar sin ningún problema. La Nación de Tierra, a diferencia de la de Fuego, era calmada y amable. Sentí un breve alivio en este entorno.
Liora alterna sacó su radar y comenzamos a buscar el fragmento. Caminamos por toda la nación hasta que finalmente encontramos a un pequeño ser que parecía ser un árbol con patas. Antes de que pudiera reaccionar, el ser habló con una voz chillona.
—No me volverás a engañar. Volveré y haré de tu mundo, ¡MÍO!—gritó antes de intentar escapar.
Frieya, con una rapidez sorprendente, se adelantó y lo atrapó, ahorcándolo con sus piernas hasta que se desvaneció en el aire, dejando el fragmento caer al suelo.
Liora alterna lo recogió de nuevo y lo guardó en su bolso.
—Sólo falta el fragmento de viento y el de agua—dijo con un tono de determinación—y salvaremos tu universo y lo poco que queda del mío.
Con la ayuda del mapa, llegamos finalmente a la Nación de Agua. Al cruzar la frontera, una gigantesca ola nos envolvió, arrastrándonos hasta el fondo de un lago. La presión del agua era intensa, pero Liora alterna, sin perder la calma, hizo señas para que presionáramos el botón en nuestras muñecas izquierdas.
Al hacerlo, un casco se desplegó, permitiéndonos respirar bajo el agua. Sin embargo, no podíamos escucharnos el uno al otro. Haciendo señas, seguimos el radar de Liora alterna, nadando hacia el objetivo marcado.
Cuando nos acercamos, un pequeño tiburón apareció de la nada, lanzándose directo hacia Frieya.
-Continuará...-
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Corazón de Brujo [TERMINADA]
FantasyEn el pequeño pueblo del clan Fischer, la vida de Xieven, un niño de diez años, transcurre en armonía y alegría. Sin embargo, una noche cambia su destino para siempre. Un grupo de templarios liderados por el despiadado Lord Faragus irrumpe en el pue...