Dejé a Frieya acostada con mucho cuidado, como si fuera lo más frágil y preciado en este mundo. La miré, notando cómo su respiración era tranquila pero débil. Sabía que había pasado por mucho, y verla en ese estado me rompía el corazón.
Zismodis estaba en un rincón de la habitación, trabajando en silencio, preparando un elixir que esperaba la ayudaría a recuperar sus energías. Lo vi mezclar hierbas y líquidos, sus movimientos eran precisos, como si cada ingrediente tuviera un propósito en la restauración de mi amiga.
Me senté en una silla cerca de la cama, mis pensamientos estaban enredados en lo que había sucedido en estos últimos años. Necesitaba desahogarme, así que decidí romper el silencio.
—¿Por dónde puedo empezar?—murmuré, sabiendo que Zismodis me escuchaba.
Él levantó la vista, interesado, pero sin dejar de trabajar.
—Tal vez por esto—respondí, levantando mi brazo izquierdo y mostrándole el muñón donde antes estaba mi mano derecha.
—Me había fijado. ¿Cómo te hiciste eso?—preguntó.
Sentí que mi corazón se encogía al recordar, pero aún así, decidí contarle.
—Fue por Faragus—empecé—Me ató de la mano derecha para que no pudiera escapar en la última saqueada. Fue entonces cuando conocí a dos niñas: Vanessa, a quien le gusta que la llamen Nessa, y su hermana menor, Oxalis. No iba a dejar que las mataran, así que hui con ellas. Corrimos hasta un barranco donde no había salida. No teníamos escapatoria... Así que tomé una decisión desesperada. Encontré un hacha y me corté el brazo para poder liberarme. Luego, me lancé al agua con las niñas, salvándolas, pero tú ya deberías saber eso.
Esperaba que Zismodis dijera algo, pero él solo escuchaba, sin dejar de mezclar los ingredientes en el caldero.
—Sí, había escuchado esa historia—dijo, rompiendo el silencio—pero quería oírla de ti.
Sonreí un poco, apreciando que quisiera escuchar mi versión. Sabía que Zismodis no hacía preguntas sin motivo, así que continué contándole todo lo que había pasado durante esos dos años.
Pero cuando mencioné a Woncrack, Zismodis dejó de mezclar y me miró fijamente.
—¿Woncrack?—preguntó, y pude notar un tono de desprecio en su voz—¿conoces a Woncrack?
—Sí, es el brujo que me entrenó. Me enseñó mucho... Me hizo más poderoso. ¿Lo conoces tú también?
Zismodis apretó los labios, como si estuviera conteniendo algo.
—Ese desgraciado es mi primo. Lo detesto.
Esa revelación me tomó por sorpresa. Nunca había imaginado que esos dos estuvieran relacionados aunque ambos fueran brujos.
—¿Por qué lo odias? ¿Hizo algo malo?
Zismodis dejó de mezclar el elixir y me miró directamente a los ojos. Su mirada estaba cargada de un dolor profundo.
—¿Sabes cuál es el precio de usar una flecha del Arco de los Deseos?
Negué con la cabeza, sintiendo que algo terrible estaba a punto de ser revelado.
—No sabía que tenía un precio. ¿Cuál es?
Zismodis respiró hondo antes de responder.
—El arco concede un deseo sin reglas ni límites, pero a cambio, exige un sacrificio. Woncrack sacrificó a toda nuestra familia para unirse al grupo de brujos más poderoso del mundo. Mató a todos los que amaba sólo para conseguir poder.
Me quedé en silencio, asimilando lo que me había dicho. La idea de que alguien pudiera sacrificar a su familia por poder me resultaba repulsiva, y no podía evitar sentir una punzada de rabia por lo que Zismodis había sufrido.
—¿Y por qué tú sigues aquí?—pregunté—¿no eras parte de su familia?
—El arco tiene límites. No puede contra algo que también es mágico. Yo soy un brujo natural; ese sacrificio no me afectó, pero al resto de mi familia sí... Todos murieron, excepto yo.
El dolor en sus palabras era notable, pero antes de que pudiera decir algo, Zismodis se giró hacia el caldero y, con una sonrisa, me entregó una taza que contenía el elixir dorado.
—Esto sanará a Frieya—dijo con confianza.
Tomé la taza con cuidado y me acerqué a Frieya. Se veía tan frágil, pero cuando le susurré suavemente que tomara el elixir, vi un destello de vida en sus ojos. Con esfuerzo, movió sus brazos y tomó la taza. Bebió despacio, y poco a poco vi cómo las heridas en su cuerpo comenzaban a desaparecer. Su piel recuperó su color, su cuerpo se fortaleció, y finalmente, vi algo que no veía desde hacía años: Frieya sonrió.
De repente, se levantó con energía y me abrazó con todas sus fuerzas. La sorpresa me dejó paralizado por un momento, pero luego correspondí el abrazo, riendo con ella como lo hacíamos en los viejos tiempos.
—¡Volviste!—me dijo con una sonrisa—¡te estuve esperando por mucho tiempo!
Mis ojos se llenaron de lágrimas de alegría. Mi mirada se posó en mi muñón, y Frieya lo notó.
—Tenemos que arreglar eso...—dijo—y también necesito conocer a Oxalis y Nessa.
Sentí que el peso de los últimos años se desvanecía con esas palabras. Mi mejor amiga estaba bien, y para mí, eso era todo lo que necesitaba para sentirme feliz de nuevo.
—Escuché su conversación. ¿Me llevarás a Ashwood?
—Sí—le respondí sin dudar—te llevaré allá. Y seremos felices una vez más.
Ella asintió, pero su expresión se oscureció un poco.
—¿Qué pasó con Faragus? ¿Y si nos encuentra?
Antes de que pudiera responder, Zismodis intervino.
—No te preocupes. No verán a ese patán por mucho tiempo.
Sentí un alivio al escuchar eso, y cuando Zismodis cambió de tema, volví a concentrarme.
—¿Qué más sabes del arco?—preguntó.
Golpeé mi frente al recordar algo crucial.
—Ah, cierto, no te conté. Lo tuve en mis manos... aunque le faltaba una flecha. Supongo que fue por el deseo que pidió Woncrack.
—¿Lo tuviste en tus manos? ¿Dónde está ahora?
Suspiré, recordando lo que pasó después.
—Me lo quitaron... Debes conocer a Arkonix, ¿no?
—Ese dragón infernal... Pertenece a Alessandro di Girolamo, detesto a ese pirata.
Sonreí con orgullo antes de revelarle algo.
—Lo vencí yo.
—¿En serio? ¿Tan bien te entrenó mi primo?
—Podría mostrarte algo de lo que sé.
Zismodis asintió con interés.
—Sí, necesito ver eso. Pero primero sigue contando, ¿qué pasó con el arco?
Continué mi relato, explicándole cómo la batalla con Arkonix creó un nuevo ser, una fusión entre nosotros dos.
—Lo llamamos Xiekonix. Ese ser tenía mis recuerdos y los del dragón, así que sabía dónde estaba el arco y cómo llegar a él. Fui con Liora—señalé a Liora que estaba sentada en un rincón y ella saludó con la mano—pero Xiekonix también estaba ahí. Le lancé mis mejores ataques, pero era inmune... Y con un pequeño golpe, nos dejó inconscientes. Cuando desperté, estábamos frente a Faragus. Por suerte, Ryker nos ayudó a escapar, y aquí estamos.
-Continuará...-
ESTÁS LEYENDO
Corazón de Brujo [TERMINADA]
FantasyEn el pequeño pueblo del clan Fischer, la vida de Xieven, un niño de diez años, transcurre en armonía y alegría. Sin embargo, una noche cambia su destino para siempre. Un grupo de templarios liderados por el despiadado Lord Faragus irrumpe en el pue...