Espejo

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El gigantesco herrero, que se presentó como Ossely, me observaba con una mirada calculadora, casi como si pudiera ver más allá de mi apariencia exterior. 

—Déjame ver ese muñón—dijo, señalando mi brazo derecho.

Lo extendí hacia él, mostrando el lugar donde mi mano solía estar. Ossely estudió el muñón con la precisión de un artesano que ha trabajado miles de años. 

—Tengo algo para ti—dijo mientras se levantaba y caminaba hacia una mesa llena de herramientas—Pero aún no lo tengo listo, me falta poco. ¿Me esperas?

Asentí, observando cómo se alejaba. Mientras él trabajaba, mis ojos vagaron por la herrería, un lugar vasto y lleno de artefactos que parecían salidos de otra época, o tal vez de otro mundo. El metal brillaba bajo la luz tenue de las lámparas, y cada esquina del lugar parecía contar algo propio.

Miré a Faragus, que estaba conversando animadamente con Frieya y Liora. Verlo así, tan diferente del monstruo que conocía, era inquietante. No pude evitar sentir una punzada de desconfianza, pero también curiosidad. Mi mente estaba dividida entre la necesidad de cumplir nuestra misión y la creciente verdad sobre lo que realmente estaba ocurriendo aquí.

Minutos después, Ossely regresó, cargando una caja pesada. No pude evitar preguntar, antes de que comenzara con su trabajo.

—¿De dónde conoces a ese hombre?—señalando disimuladamente a Faragus.

Ossely suspiró, como si la pregunta trajera consigo un peso que no quería tener. 

—Lo encontré hace unos días, estaba atrapado en unos escombros. Una de las rocas había caído sobre su brazo y lo tuve que cortar para sacarlo de ahí y salvarlo. Pero cuando despertó, no recordaba nada, ni siquiera cómo se llamaba o quién era. ¿Por qué la pregunta? ¿Lo conoces?

Negué con la cabeza, tratando de mantener mi tono neutral. 

—No, no sé quién es, pero quería saber.

Ossely me estudió por un momento antes de asentir, como si aceptara mi respuesta sin cuestionarla más. 

—Tengo lo que necesitas—dijo, abriendo la caja y sacando varias piezas metálicas de aspecto intrincado—Extiende el brazo—me pidió, y lo hice sin dudar.

Con movimientos precisos, Ossely comenzó a conectar una mano robótica a mi muñón. Sentí un leve tirón cuando las piezas se unieron con los tendones y músculos de mi muñeca. No fue doloroso, pero la sensación de algo ajeno volviéndose parte de mí fue raro. Cuando terminó, levanté la mano y moví los dedos, fascinado por cómo respondían a mi voluntad.

Miré a Ossely, agradecido, pero mis palabras salieron secas y sin emoción. 

—Esto es bueno.

Ossely notó mi falta de entusiasmo y dijo algo.

—Hago esto por hobby, no te pediré nada a cambio.

—De acuerdo—respondí, aún incapaz de expresar el verdadero agradecimiento que sentía por la habilidad que ahora tenía en mi brazo. A pesar de lo útil que era, no podía olvidar que nuestras cualidades estaban invertidas en este lugar, y mi capacidad de sentir y expresar emoción parecía haberse desvanecido.

No quería perder más tiempo, así que le pregunté directamente a lo que veníamos.

—¿Sabes algo del espejo mágico?

Ossely arqueó una ceja, intrigado. 

—¿Espejo mágico? ¿Para qué lo necesitas?

Decidí ser honesto. 

—Mira, pareces de fiar, así que te contaré. No soy de acá, vengo de un mundo paralelo. Un monstruo muy poderoso dejó mi pueblo en ruinas y mató a casi todos los ciudadanos. Necesitamos el espejo para encerrarlo ahí y hacer que desaparezca.

Ossely me estudió en silencio por un momento, y por un instante pensé que no me creía. Pero luego, para mi sorpresa, respondió algo.

—Si esa historia es cierta, puedo ayudarte.

—¿En serio? ¿Sabes dónde está?—pregunté, intentando sonar interesado, aunque mi voz seguía siendo monótona.

—Sígueme—dejé a Frieya y Liora hablando con Faragus y seguí a Ossely hasta un sótano oscuro y polvoriento. Mientras descendíamos, él continuó hablando—Ese espejo no sirve para nada en este mundo. Te lo pasaré, pero cuando cumplas tu objetivo, devuélvemelo. No sirve de nada, pero lo tengo de colección.

El sótano estaba lleno de chatarra y artefactos antiguos. Ossely revolvió entre un montón de objetos hasta que encontró un espejo pequeño, con un marco desgastado y cubierto de polvo. Me lo entregó, y aunque no parecía gran cosa, sabía que tenía un poder que podría ser crucial para nuestra misión.

Subí de nuevo con el espejo en la mano. 

—Frieya, Liora, lo conseguí—les dije. 

Ambas asintieron con la cabeza, agradecidas con Ossely. Nos despedimos rápidamente y regresamos a Ashwood a través del portal, cerrándolo tras nosotros.

Al llegar, todo estaba en silencio, un silencio que sólo hacía más inquietante la calma antes de la tormenta que sabíamos que estaba por llegar. Miré mi nueva mano robótica con verdadera fascinación por primera vez, moviendo los dedos y sintiendo la fuerza en cada movimiento. No pude evitar sonreír ampliamente, mostrándosela a todos, aunque mantuve mi emoción contenida para no hacer ruido mientras todos lo veían muy asombrados y felices.

—Estaba Faragus—comentó Liora a Alonsso, quien estaba esperando junto a Nessa y Oxalis.

—Está viviendo allá—añadí—Cuando lo dejé encerrado, el herrero lo encontró y lo llevó hasta su pueblo donde está quedándose ahora.

-Continuará...-

Corazón de Brujo [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora